Si el año pasado dejó algo en claro, es que el trabajo hoy puede tomar formas y ocupar lugares de lo más diversos. Exploramos algunos de ellos.
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Pocos años transformaron tan rápido el mundo laboral como 2020. Ganancias del Home Office hubo muchas, pero no faltaron dificultades. En este Día Internacional de los Trabajadores, algo parece claro: el futuro se perfila como una mezcla de oficina y escritorio en casa, y entornos laborales más flexibles que den lugar al placer. Como arquitectos, diseñadores y creativos suelen estar un paso adelante en transitar estos modos híbridos, convocamos a colegas para explorar sus espacios y estrategias, inspirarnos y observar tendencias.
En contacto con el verde
Lo crucial de estar en contacto con la naturaleza, ya sea a través de una vista, un jardín, una pequeña huerta, la compañía revitalizante de las plantas de interior o los parques de la ciudad, fue uno de los grandes aprendizajes pandémicos.
El espacio de Fernando Malenchini está rodeado de bibliotecas con libros, recuerdos de viajes, títulos y algún que otro premio. Pero lo mejor es la disposición general: se pensó para disfrutar de las vistas al verde y la laguna.
Otra vista envidiable es la que tiene el multipremiado diseñador salteño Francisco Gómez Paz, con los cerros salteños como telón de fondo. Dentro de la ambientación de su escritorio sobresalen dos de sus obras, la silla ‘Eutopia’ y la lámpara ‘Hope’.
Las plantas pueden ser un gran vínculo con la vida, la lentitud, la paciencia. Para el fotógrafo Javier Agustín Rojas (que fotografió esta increíble estancia que publicamos hace unos meses), las que tiene en su estudio junto al balcón verde del edificio Bonpland 2169 de Adamo-Faiden hacen que siempre haya algo para cuidar y ver crecer.
Aptos para todo público
La vida laboral y la vida familiar se vincularon como nunca, y la intermitencia de las clases en escuelas sigue planteando el desafío de integrar a los más pequeños a la rutina laboral.
La diseñadora Mandy Coelho (Coelho & Coelho Studio y Simpla) logró dicha unión eligiendo este ambiente que le permite estar cerca de sus hijos. Así, aprovecha la posibilidad de hacer pausas muy diferentes a las que haría en una oficina y disfruta de la sensación de refugio.
Melisa Romero, detrás del proyecto familiar Urbanbox, también le dio a su oficina en casa un rincón para visitantes bajitos. En este luminoso hall con vista al parque colocó la mesa de reunión del estudio y anexó una cajonera de sus hijas para guardar objetos de librería y apoyar una impresora.
Historia, identidad e inspiración
Recordar las raíces y el sentido (por qué hacemos lo que hacemos): otros dos factores importantes al pensar en el trabajo versión 2021.
“Mi estudio reúne toda mi historia, que se inicia en el mundo de la pintura y desemboca en el diseño”, cuenta la diseñadora Vanina Mizrahi, cuarta generación de productores textiles y famosa por sus alfombras de colores saturados y formas contemporáneas. Libros, fotos, lápices, marcadores, pinceles, sus primeros cuadros, objetos valiosos de viajes: acá hay lugar para todo.
“Lo sucedido forzó el foco del día a día de nuestro ocupado estudio, pero nos enseño a concentrarnos más en lo que apreciamos y percibimos de nuestro espacio domestico”, cuenta Karina Kreth, creadora de Kret Haus. Su home office minimalista tiene como gesto recurrente las bibliotecas: soporte que custodia sus notas, libros, objetos y recuerdos, su historia.
Manos en la mesa
Frente a tanta virtualidad, lo manual volvió al centro de la escena. Las grandes mesas y los escritorios-taller invitan a cortar, coser, teñir, moldear: crear en lo tangible.
La periodista y curadora especializada en artesanía Luján Cambariere (Ático de Luján Cambariere) trabaja en dos áticos que solo se diferencian por el tamaño. En su estudio, la vedette es una mesa gigante que reúne a todos en la mágica meditación activa que produce el trabajar con las manos.
La experta en reciclaje de muebles Alejandra Grignani convirtió a su taller doméstico en el vértice de un cambio de vida: después de un punto de inflexión en su carrera como comunicadora, comenzó a usarlo para compartir sus saberes y recibir a quienes asisten a sus workshops.
Esencial y artesanal
Los escritorios de materiales recuperados, mínimos y multi-funcionales recuerdan que trabajar inspirados no requiere de inversiones abismales.
La mesa del fotógrafo Daniel Karp y el mueble que esconde abajo son obras propias: la primera está hecha con tablas de ciprés traídas de la Patagonia, y el segundo, con patas de madera terciada y ruedas para extraer fácilmente. Los cajones están hechos con embalajes de repuestos importados.
Diseño propio también es el escritorio blanco de nuestra productora Natalia Pietracupa (que lleva adelante la tienda online Línea Nativa), al que acompañó con una silla Thonet comprada en la ruta 202 y jarritos metálicos usados de lapiceros.
Rincones y altillos resignificados
Otra de las cosas que la época volvió a dejar en claro: nada es permanente. Por eso, mantener la mente elástica para pensar y repensar los espacios de trabajo es esencial.
Donde hoy está el escritorio de la arquitecta Milagros Imhoff, antes había una baulera. Situado a mitad del pasillo que lleva a los dormitorios, le permite trabajar mientras su pequeña duerme la siesta y disfrutar de la luz natural que le brindan dos lucarnas con excepcional vista a las copas de los árboles.
Durante la pandemia, la arquitecta Trinidad Reina improvisó un sector adicional tranquilo y con luz natural en su dormitorio. ¿Cómo? Compró por internet un escritorio antiguo, resaltó el rincón pintando una de las paredes en gris azulado y agregó detalles metálicos.
Los altillos son otros grandes espacios que fueron conquistados. En este PH de estilo inglés, el mismo contenía únicamente los tanques de agua y era inaccesible, pero una reforma a cargo de OrdoñezWenzke lo incorporó a la vivienda como un estudio con biblioteca.
El fotógrafo Paul Massey también conquistó las alturas al reformar su casa londinense: “No quería que el altillo fuera un depósito. ¿Para qué guardar cosas en desuso? Elegí jerarquizarlo y quedó un espacio silencioso y cálido. Me gustó tanto que se convirtió en mi lugar de trabajo”.
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