El desafío de poner a punto un departamento centenario en San Telmo se resolvió con una intervención que le devolvió luminosidad, amplitud y todo el brillo de su pintoresco pasado.
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Un paseo de adoquines y vidrieras fileteadas lleva hasta el Pasaje Giuffra y nos deposita a las puertas de Los Patios del Sol: aquí comienza el relato de la transformación del antiguo PH que heredó Diego, cuyo potencial apenas se adivinaba entre tanta oscuridad. La encargada de revelarlo fue María Celeste Pollio, responsable de la marca de vajilla Bartolomea Home y dedicada al diseño de interiores a través de su estudio The Concrete Bs. As.
Naturalmente blanco
“Tener libertad es una condición excluyente para mí”, advierte esta creadora experimentada. “Acá, el dueño me dejó hacer, y eso permitió que todo fluyera de modo natural: los colores, las pinturas y hasta los muebles. Al ser una unidad interna, inmediatamente me la imaginé blanca, para iluminarla”.
Celeste usó antigüedades de su propio stock para hilar la obra al contexto. “Son hallazgos que fui guardando durante años”, dice, por ejemplo, sobre el vajillero del living.
Antes y después
Usando la pintura como único material, se redujo el presupuesto de obra para destinar la inversión más importante al mobiliario. Pero no fue una simple lavada de cara: una segunda mirada a este interior aparentemente monocromático revela la gama de crudos que corta la frialdad del blanco total y consiguen un clima acogedor.
El piso de hormigón alisado se pintó y cubrió con una resina especial, mientras que los durmientes que separan los paños de material quedaron al natural.
La cocina, el mayor desafío
Conservando cada uno de los elementos existentes se consiguió cambiar radicalmente la apariencia de este ambiente clave.
"Lo que hice acá fue pintar todo: mesada, piso, termotanque, canillas. Lo recomiendo mucho, porque el costo siempre es menor al de reemplazar la pieza, y realmente te permite transformar un lugar."
María Celeste Pollio, interiorista al frente de The Concrete Bs. As.
Arriba hay lugar
Sin obra, la redistribución aprovechó los 65m2 de la planta: en el entrepiso, el vestidor con muebles abiertos permitió sumar un pequeño espacio de trabajo.
Para realzar el techo se hizo un blanqueado que preserva la textura de los ladrillos y los durmientes. “Es lindo que se note que estás en un edificio muy antiguo”, dice Celeste satisfecha
El pasaje hace honor a la mítica bohemia del barrio y corona la experiencia en el patio histórico, surcado por grandes plantas y portentosos muros del siglo XIX que aíslan el ruido de la avenida.
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