La construcción de principios de siglo XX mantuvo la esencia de su estructura y se renovó con espacios integrados y una deco muy personal.
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Mudarse a una casa en la que no hubiera que hacer nada o meterse a fondo en una reforma. Esas eran las opciones sin medias tintas que barajaban Marisa Frate y su marido, Nicolás Stamponi. La cuestión era encontrar el lugar indicado para armar un hogar junto a sus hijos (que en ese momento eran dos y ahora son tres), que tuviera su impronta.
En el patio recrearon el damero original con mosaicos graníticos antiguos y buscaron en demoliciones las aberturas de época.
El dilema quedó resuelto cuando en el barrio de Núñez encontraron esta casa chorizo de principios de 1900 con un jardín glorioso en el fondo. Era evidente que había sido construida con los mejores materiales de su época, pero no había resistido la falta de mantenimiento.
Le confiaron el proyecto al arquitecto Fabián Vacca, gran amigo de Nicolás. Juntos se embarcaron en un ambicioso plan de reforma integral que incluyó la cava en el subsuelo y la planta alta que aloja los dormitorios y el playroom.
Una casa con identidad
Después de tanto trabajo compartido, los dueños de casa y su amigo arquitecto coinciden en la misma frase: “Entrás, y te dan ganas de quedarte a vivir”. En la reforma la escalera de hierro hecha a medida (Herrería Arpe) ocupó un lugar clave: funciona como una caja de luz para el ambiente central, que era oscuro, y marca la triple altura desde la cava hasta la planta alta.
El objetivo era generar espacios amplios y vinculados que expresaran los intereses y las pasiones de la familia, que son diversos. Marisa es multifacética (docente, psicopedagoga, artista plástica, diseñadora de arte y vestuario). Nicolás, economista y músico, comparte con su mujer el gusto por la gastronomía y los buenos vinos. En equipo, potenciaron su creatividad para generar situaciones diferentes (“Cada espacio tiene un chiste”, define Vacca).
La ambientación del living marca el espíritu de la casa: transmitir armonía, luz, color.
“Mi atelier surgió como una necesidad en la cuarentena. Aquí encuentro intimidad, pero también está abierto a todos”, cuenta.
Cocina abierta
La cocina, proyectada como un gran espacio de encuentro en el que a veces reciben chefs invitados, se amplió con un techo transparente y aberturas corredizas que conectan con el jardín.
La prioridad fue contar con abundante espacio de trabajo y de guardado. También, con artefactos profesionales, como la cocina industrial ‘Premium Americana’ (Morelli) y la campana ‘Folk’ (Maraldi). Mesada de granito negro uruguayo (Frate Mármoles). Muebles (Artecnica).
“Nos concentramos en buscar elementos que respetaran el estilo de la casa y también en que se notara todo lo que fuera nuevo, como las carpinterías metálicas”, cuenta el arquitecto.
A los botellones los encontraron en el viejo cuarto de herramientas y Marisa hizo la lámpara con el tambor de un lavarropas que estaba en la casa. Frente a la cocina, el antiguo cuarto de planchado ahora es quincho con parrilla y leñero. Pensaron en demolerlo, pero el arquitecto lo defendió a capa y espada. “Es un volumen que permite revelar la casa de a poco y genera la sorpresa de descubrir el jardín al final del recorrido”.
La cava y un hallazgo
Uno de los proyectos de Marisa y Nicolás, amantes y conocedores del vino y la gastronomía, es organizar degustaciones, encuentros con chefs y actividades culturales para grupos reducidos puertas adentro en esta casa, que también se usa como locación. Por eso, la cocina y la cava (que tiene las condiciones ideales de guarda) ocupan lugares centrales. En ella, mesa con tapa de pino tea sobrante de la reforma y estructura de hierro. Picada (DOC Bar de Vinos). El piso de vidrio refuerza la idea de descubrir la casa a medida que se transita y lleva una leve claridad al espacio.
"La obra comenzó con los refuerzos estructurales y las excavaciones para generar la cava. Allí encontramos que el sistema de fundación estaba hecho con arcos que quedaron intactos."
Arq. Fabián Vacca, responsable de la reforma
Jardín bien pensado
"“El deck móvil y plegable nos permite disfrutar este espacio, que es el más soleado, durante los meses de frío”."
Marisa Frate, dueña de casa
La pileta, revestida con venecitas, tiene piso móvil con estructura motorizada y sistema de calefacción de agua con paneles solares (Proyecto en Madera). Buscaron que el borde quedara a la misma altura del césped.
Una suite de este tiempo
En la nueva planta alta se plasma la intención de destacar los aspectos funcionales y actuales de una construcción moderna.
“El dormitorio principal es como nuestro ‘departamento’”, cuenta Marisa. Con vestidor y baño en suite, se vincula con el jardín.
La bañadera que estaba en la construcción original ocupa el centro de la escena en el baño en suite inspirado en el diseño, los materiales y la espacialidad de los de antes. Mueble de paraíso con mesada de mármol de Carrara (Frate Mármoles). Bacha Ferrum ‘Country’. Apliques con caireles (La Merello). Pisos de porcelanato gris (Ilva). Segmento de porcelanto ‘Urba’ (San Lorenzo). Azulejos de 15x15 satinados (Cerámica Cerart). Grifería de ducha (Robinet).
Mundo infantil compartido
En el distribuidor de la planta alta, organizaron el playroom. La puerta blanca lleva a una segunda habitación, lista para cuando alguno de los chicos, dos varones y una mujer de 13, 8 y 4 años, quiera dejar el cuarto que comparten (el mayor encabeza la lista).
“Los chicos decidieron compartir el cuarto, por lo menos por ahora, y por eso buscamos un diseño con muebles móviles que se adaptara a las necesidades de cada uno”.
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