Tras la obra, que llevó unos seis meses, esta casa estrena una nueva planta, área de uso profesional y todos sus ambientes renovados.
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Una vivienda centenaria tipo chorizo fue la base del proyecto. Ubicada en una zona residencial del centro de Adrogué, estaba en mal estado: sin iluminación, con ambientes chicos y problemas de humedad, necesitaba una reforma integral. A pedido del dueño, el trabajo del arquitecto Julián Puyal, creador de Estudio Prim, no solo se enfocó en renovar lo existente, sino que proyectó la creación de una sala de yoga tomando dos cuartos, y un piso superior íntegramente de madera para compensar esa movida.
Un plan, varias etapas
Bajo la dirección de obra de la arquitecta Adriana Smud, la primera etapa se dedicó a poner a punto la planta baja existente. Allí se conservaron living, comedor y cocina y un cuarto de invitados y, tomando los metros de dos dormitorios, se ubicó un espacio para que el dueño de casa dé clases de yoga.
Una nueva puerta doble en el hall separa el sector público del privado, sumando lugar de guardado y color, pero mantuvieron los pisos calcáreos, marca de época. Como en algunos sectores se había hundido por las arcillas expansivas del terreno, tras recomponer el contrapiso y recuperar las piezas los volvieron a colocar.
Siempre que fue posible, conservaron los zócalos cementicios; en otros casos, aplicaron terminaciones de madera, material de la mayoría de los muebles.
Una nueva experiencia
“Nunca había utilizado madera como elemento estructural y conformador del espacio, pero siempre me gustó por calidad que aporta, por ejemplo, en cuanto a la acústica”, cuenta el arquitecto Puyal. Para realizar la planta alta contactó, a través del INTI, a Nicolás Zakowicz, técnico forestal industrial y carpintero. Ambos unieron equipos para realizar la obra, que en total llevó unos seis meses.
“Como el cliente no quería usar derivados del petróleo, elegimos el sistema en seco platform frame, pero sin placas fenólicas para evitar los pegamentos. Rigidizamos usando tablas en diagonal”.
Las maderas fueron pulidas y tratadas con Osmo, un aceite-cera hecho a base de ingredientes naturales que unifica el tono y brinda protección contra el clima.
Vista desde arriba
Para la estructura y muchos revestimientos trajeron desde Entre Ríos Eucalyptus grandis, madera con buen balance de precio, calidad y estética y, muy importante, reforestada y certificada.
Galerías y contrafrente
“Para la instalación, en la base de fundación de la columna diseñé un apoyo móvil; se fijó la columna acostada y luego se izó hasta su posición final. Quedó insertada bajo el nivel de piso, siempre manteniendo la madera por encima del nivel del solado exterior para evitar que se pudra”, explica sobre el proceso.
En el fondo había una vivienda secundaria, de unos 70 m2. Como estaba en malas condiciones y –por su mala orientación– quitaba sol al jardín y a la casa, decidieron demolerla. Al terminar la obra, la vivienda principal pasó de tener 120 m2 a casi el doble, 220 m2, con todas las soluciones que el dueño de casa quería.
Para revertir la oscuridad de la casa, el arquitecto planteó una galería de doble altura con pasillo exterior abierto. Como apoyo eligió un tronco de eucalipto de 6 metros y 600 kilos.
Diseñaron un ático ventilado, sistema de protección térmica que, al separar la cubierta de chapa del cielorraso, facilita una corriente de aire que mantiene la frescura en verano y favorece la aislación del frío invernal.
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