Adentro y afuera, los tonos neutros y homogéneos de la construcción buscan pasar desapercibidos para que el protagonismo se lo lleve el entorno, donde se plantaron más de mil especies.
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Esta casa, construida para una familia de argentinos que se mudaron a Uruguay, debía estar preparada para recibir la visita de cualquier allegado que decidiera cruzar el charco a pasar unos días. “Y la condición era asegurarles autonomía y flexibilidad tanto a los clientes como a los huéspedes”, cuenta Nicolás Dellarole, de ND Estudio, quien estuvo a cargo de la obra junto a su socio, Ignacio De Cicco, y los arquitectos Raúl Foster y Noelia Aguirre.
Para ello, el equipo diseñó tres volúmenes independientes, en los que tienen lugar, por separado, la vida privada y la vida social. Los invitados se alojan hacia el frente, a la derecha del acceso, y en la misma línea, separados por un patio, duermen los dueños de casa, que se conectan por un pasillo a un tercer bloque, paralelo y quebrado, en el que se instalaron la cocina y el living-comedor.
"La tira en donde están la cocina y el living se quiebra para dejar pasar la luz del sol hacia los dormitorios del volumen principal"
Nicolás Dellarole, cofundador de ND Estudio
La forma no es caprichosa, sino que busca cumplir otro objetivo: sacar máximo rédito de las orientaciones y de la luz, y protegerse de los fuertes vientos del sur, al dejar una línea de servicios ubicados hacia ese frente, a modo de reparo. “Quisimos ser eficientes en términos climáticos y generar un bajo impacto en el entorno. Esto lo logramos no solo buscando el sol con la forma del edificio, sino elevando la casa para que ventile por lo bajo y proyectando una pieza de una sola planta, con colores y materiales que se camuflan con la vegetación”, agrega Dellarole para consumar la idea de este diseño que, también, tiene un aire a galpón, “parecido a muchos de los que hay en esta zona de Manantiales” –dice.
La pileta y el bloque de servicios (y de depósito) se extienden paralelos a la casa, en la misma línea que todo el proyecto
“La chapa negra y la madera de lapacho se mimetizan con el entorno; mientras que los interiores blancos buscan generar un contraste que resalte el paisaje”
Las ventanas entre las cerchas triangulares suman más luz a los ambientes y permiten ver el cielo desde el interior de la casa
“Los techos inclinados traen la interrogante de iluminación. Propusimos lámparas colgantes y de pie, así como un riel embutido en la cumbrera con una luz muy potente y dimerizable”
El dueño de casa se dedica a la gastronomía, así que plasmó requisitos claros. La cocina tiene dos frentes: una parte de producción y fuegos, en contacto con la isla y con los que circulen por el comedor, y otro de lavado y almacenamiento, al fondo
Pegado a la pileta, un bloque de hormigón alberga servicios y tiene una terraza con vistas a la laguna cercana
“La casa parte de líneas duras y ortogonales, entonces aprovechamos los tabiques de hormigón para plasmar en ellos gestos más orgánicos, como los huecos circulares y las huellas de las tablas de madera con las que se encofró”
“Plantamos muchos árboles para generar privacidad y, también, un paisaje propio”
En el interior hay mezcla de eucalipto, lapacho, kiri y petiribí. “Todos los objetos y muebles buscan dar calidez a la caja blanca”
A lo lejos, se ven los jardines y el techo curvo del Museo de Arte Contemporáneo Atchugarry. “Suelen haber esculturas enormes, que van cambiando, las cuales tomamos a nuestro favor, como una extensión de las instalaciones de la casa”, cuenta el arquitecto
La puerta principal, amarilla, es una suerte de destello de luz que se destaca entre las paredes negras de la fachada
El quiebre de la planta también colabora en dar privacidad al dormitorio principal, cuyas vistas quedan despejadas de cualquier circulación
Por las noches, queda validada la propuesta de una envolvente negra perdida entre los montes de árboles en sombra
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