El arquitecto suizo Cédric Schärer muestra cómo creó un espacio complejo dentro de un volumen limitado en el monoambiente que compró para pasar los fines de semana en la Ciudad Luz.
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“No hay nada espectacular en el diseño general, pero, aquí, cada detalle está pensado para maximizar el espacio”, dice el arquitecto suizo Cédric Schärer sobre su pied-à-terre de 16m2 y 64m3 en un edificio del siglo XIX que le permite pasar los fines de semana en el distrito 11 de París. Muchos números para una fórmula dorada.
“Cuando llegó el momento de comprar, me tomé mi tiempo hasta encontrar el departamento justo en el lugar preciso. Si realmente iba a concretar lo que quería, la ubicación era parte fundamental de la ecuación”. Se volcó por el distrito XI por su diversidad étnica, su dinamismo y su enorme cantidad de bares y restorancitos. “Además, estoy a pocas cuadras de la estación de tren, lo que simplifica los traslados”.
Una obra bien meditada
“Mi objetivo fue crear un espacio complejo dentro de un volumen limitado y, lejos de pensarlo como la celda de un monje, busqué abrirlo a cuantas actividades fuera posible; mucha vida en pequeña escala”, dice este admirador del Cabanon de Le Corbusier y de la Torre Cápsula de Kisho Kurokawa. “Viví un tiempo en Japón, donde la arquitectura es muy delicada y logra generar experiencias espaciales ricas en los espacios más reducidos”.
Al motivo que lo trajo hasta acá, en cambio, se lo atribuye a su temporada neoyorquina. “Después de pasar por una megalópolis tan dinámica, volver a mi tranquila Suiza natal se me hizo difícil. Me propuse tener ese contacto tan estimulante con la diversidad cultural lo más frecuentemente posible, y me pareció que, por estar a tres horas y media de tren de mi casa en Lausanne, París sería ideal. Puedo estar cenando allí después de haber cumplido una jornada completa de trabajo”.
“Estas sillas se hicieron para la famosa Exposición Universal de París de 1889 usando la mínima cantidad de acero para crear un diseño estable. Además de que un modelo más sólido hubiera abarrotado el espacio, me gustan porque se ven en casi todos los cafés de la ciudad”
Aciertos de diseño
“Eliminé los zócalos, las molduras, los muebles amurados y cualquier detalle de poca calidad. En cambio, conservé el piso con todos sus daños e imperfecciones, que para mí le dan un plus de belleza”. Si con algo dudó Cédric fue con pintar de blanco la viga de madera que se ve a continuación o, en vez de eso, exponerla como vestigio de la estructura original.
"Mantuve la chimenea original, pero la estilicé hasta convertirla en una silueta blanca y abstracta."
Arq. Cédric Schärer, dueño de casa
“El punto débil de los monoambientes es tener la cama siempre a la vista Al crear el entrepiso, asunto cerrado”, dice Cédric, admitiendo la ventaja de los casi cuatro metros de altura.
“Siguiendo el ejemplo de las sillas plegables, quise tener una escalera súper discreta, así que le pedí a un ingeniero que calculara el menor grosor de acero posible sin perder firmeza”.
Además de proveer lugar para libros y los básicos de una mesa de luz, los nichos dan la sensación de casita en altura: el entrepiso no es una mera plataforma.
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