Los creadores de Okasie eligieron un valle verde cerca de Ciudad del Cabo para edificar su casa de campo. La visión de su arquitecto los llevó mucho más lejos de lo que jamás imaginaron.
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En el cuarto y en la galería, en la cocina, en el living, trepando por las paredes y brotando entre los muebles. En Johannesdal (así se llama esta casa), las flores están por todos lados y la experiencia es tan gratificante que después de una temporada allí, los huéspedes que llegan a través de Airbnb reiteran el recurso en sus propios hogares.
Dané Erwee y Chris Willemse son dos reconocidos floristas de Stellenbosch. Hace una década, compraron un lote para instalarse y abastecer a Okasie, la empresa que comenzó como una florería y hoy es referencia indiscutida en los circuitos deco de Ciudad del Cabo.
La pareja llevó todo su imaginario campestre al arquitecto local Henri Comrie y éste les devolvió una propuesta superadora: un diseño modernista de corazón bucólico.
Así los tres se embarcaron en esta aventura inspirados en el mexicano Luis Barragán y el italiano Carlo Scarpa. De esas visiones brotó este sofisticado trabajo de volúmenes con aberturas grandiosas, piso de piedra y paredes de ladrillo. Un homenaje a los grandes maestros y a la belleza misma.
Al pie de la cordillera monumental, la fachada emerge delicadamente con sus líneas limpias y en ladrillo blanqueado con cal para un mantenimiento económico y sencillo.
Aquí la autenticidad de la materia prima es la esencia del concepto
En un terreno de dos hectáreas, la casa construida en ladrillo, metal y madera tiene un gran jardín con pileta de agua salada. Sus 450m2 cubiertos están distribuidos en dos plantas de contrafrente vidriado que —al igual que la galería— miran a la interminable cordillera de Simonsberg.
El depósito de agua de lluvia fue construido por los dueños para regar sus tesoros: un volumen asimétrico que sigue la pendiente del terreno y configura un elemento en armonía con el paisaje.
Inspirado en Le Corbusier, el arquitecto sudafricano Henri Comrie proyectó una casa modernista, pero con interiores que remiten a las granjas tradicionales de la zona, con piso de cemento o piedra y paredes de ladrillo.
La pared blanqueada atraviesa los ventanales de acero galvanizado para dar continuidad entre la galería y el living interior.
Chris y Dané son también los fundadores de Okasie, firma catalizadora de tendencias en materia de flores, ambientación de eventos e interiorismo. La mesita taburete de madera de colores es un prototipo de su marca.
Para la ambientación, los dueños evocaron su infancia en el campo: muebles de segunda mano, alfombras gastadas y reliquias familiares.
Contiguo al living se encuentra el comedor. A continuación, un mesón de madera sin tratar da paso a la cocina. La viga expuesta en L marca el comienzo de un camino directo al jardín.
Equipada y decorada como un ambiente más, la galería es uno de los espacios más usados. También ostenta —junto con la cocina— la atmósfera más campestre de la casa. Con coherencia y sentido estético, pintaron de negro la franja de ladrillos sobre la parrilla: disimula las marcas de humo y destaca la instalación de animalitos de mimbre.
"Crecí con los platos azules y blancos que cuelgan de la pared; era la colección de mi madre"
Dané, dueña de casa
Arquitectura sensorial
Elementos inesperados y un uso singular y variado de la luz van creando escenarios de sorpresa para una experiencia de arquitectura sensorial.
La entrada principal pasa por la galería de troncos y llega a este hall donde nace la escalera que conduce a la planta superior.
Entre la decoración se destaca una mesa intervenida por Chris y Dané con la figura de un conejo
“Colecciono cosas que tienen formas bellas y son agradables al tacto”, nos cuenta Dané sobre esos objetos que aparecen aquí y allá creando inesperadas composiciones y otorgándole identidad propia a cada rincón.
Subiendo se encuentra este pasillo distribuidor con paneles cuasi japoneses y techo de vidrio suavizado con una pérgola de caña. La sucesión de paños fijos en el piso lleva luz natural a la planta baja.
El dormitorio más pequeño de la propiedad compensa su tamaño con el magnífico paisaje al que mira de frente y sin reservas.
La colección de muebles vintage se combinó aquí con ropa de cama en tonos de azul.
La suite principal está bañada por el sol de la mañana a la noche gracias a su orientación este-oeste. Un panel de cobre, recuerdo de la filmación de un corto publicitario en esta locación, cubre la pared principal, mientras que el resto se pintó en tenue marrón con dejos de rosado alternando con postigos de madera para acentuar la calidez del conjunto.
Cortinas aterciopeladas, antiguos muebles de estilo y un paisaje impactante tras cada abertura. Los sentidos se adecuan rápidamente a la suntuosidad que propone el interiorismo.
Ubicado entre el dormitorio y el gran vestidor, el baño combina el ladrillo blanqueado con clásicos azulejos esmaltados.
El piso de cemento alisado sube y reviste la bañadera para completar uno de los ambientes más sobrios de la vivienda.
En Johannesdal, el toilette de invitados está arriba y la razón no puede ser más noble: el arquitecto pensó que las visitas agradecerían la excusa para pasear por la casa. Un sutil homenaje al mexicano Luis Barragán, quien entendía los planos como recorridos.
La habitación de huéspedes de la planta baja está equipada con un pequeño baño en suite y patio privado.
Dos conceptos surgían en cada charla: tiempo y autenticidad. Para unificar visiones, el arquitecto propuso un viaje a Italia; quería que Dané y Chris vieran la icónica restauración del Castelvecchio de Verona antes de iniciar su propia aventura contemporánea.
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