Diez años después de fotografiarla por primera vez, les mostramos el brillante cambio de esta casa palermitana con bellos patios internos en la que despliega la evolución de su mundo creativo.
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“En realidad, solo sentía impaciencia... por dar el segundo paso”. El francés Philippe Petit describió así su sensación cuando se lanzó a cruzar las Torres Gemelas caminando sobre un cable de acero a 400 metros de altura. Famosa hazaña de rebeldía poética que encierra toda una metáfora sobre la importancia del movimiento.
A un océano de distancia y lejos de la cuerda floja, la diseñadora Carolina Aubele agrega que el cerebro necesita movimiento, “sea reubicando los muebles o haciendo un cambio de look”. Experta en imagen personal, moda y diseño, ha sabido mantenerse erguida en las cimas más altas del éxito, casi tan vertiginosas como los cielos de Petit. Esa templanza se refleja en la segunda reforma de esta propiedad ubicada en una calle inusualmente silenciosa del barrio de Palermo.
De punta en blanco
Diez años después, las decisiones fueron rotundas; las más visibles: el primer piso y la apuesta por el total white. “Para mí, el hogar es una experiencia que incluye lo táctil, la luz y los perfumes”, dice acerca del oasis que la contiene y la inspira —entre otras cosas— para las filmaciones de los cursos online de su instituto de formación, Maison Aubele. “Mi casa representa mi mundo”, suelta mientras abre la ventana para renovar el aire con el aroma de los jazmines.
Vigas y aberturas en color óxido, ladrillo y antiguos muebles de madera mutaron con mil distintos tonos de blanco salpicado con destellos de oro y plata.
"No tengo nada solo por decoración. Me rodeo de objetos significativos para mí: la única premisa es que estén dentro de la paleta del ambiente."
Carolina Aubele
En esta nueva y radiante versión del living, el mostrador de cigarrería (La Corte) se pintó de blanco. Un gran espejo multiplica la luz y el verde del patio delantero. Y libros, siempre. “Me gusta el peso, el olor y el color de los libros, amo rodearme de ellos e ir reubicándolos”.
Aunque se blanqueó la pared de ladrillo visto y se bajó la altura, el conjunto conserva su impronta de loft neoyorquino matizada suavemente por los elementos más elegantes del interiorismo.
“Estos meses necesité mover los muebles de lugar, es algo que me hace muy bien. Todo cambio ayuda, te renueva la cabeza”.
Sobre el sofá, almohadones de diferentes texturas (Mimi Home Love). Velas (Freddra Home). Flores (Date el Gusto). En lugar de floreros, macetas blancas con jazmines, rosas ‘Iceberg’ y orquídeas pasan del patio al living cuando florecen.
Aire libre; aire renovado
“Pienso en cómo quiero que mi casa me reciba cuando llego. Ese fue el disparador para pensar los espacios de entrada”.
Cerrar la cocina
Junto con el blanco, la decisión de incluir grandes espejos -al lado de la puerta de acceso, en la pared del living y tapando el pasaplatos- logró un efecto impresionante de luz, brillo y apertura.
“Busco elementos con vida, fibras y materiales naturales, géneros que se lucen arrugados y objetos a los que les sienta bien el paso del tiempo”.
La cocina tiene una superficie acotada en relación al resto de los ambientes. Cerrarla permitió ganar metros de guardado y hacerla más funcional. Repasadores pintados a mano (Natural Cosas Simples).
Pulmón verde
Abierto, práctico y flexible, el refugio urbano de Carolina Aubele se pensó como una casa de fin de semana. “Tengo amigos que le dicen ‘la quinta’”, comparte.
“Si la posibilidad existe, hay que plantar en tierra. Todo crece más y te da sensación de jardín, más allá de la superficie del patio”. La estructura de hierro enmarca y le da sombra al comedor junto a la parrilla y sube a una pequeña terraza para la futura huerta.
Amplitud personal
“Es importante hacer de tu lugar el mejor sitio, uno que contenga tu cuerpo, mente y espíritu. Eso se logra aceptándote, detectando tus necesidades y reinventando la idea de lo que es lujo para uno”.
“Con Griselda Álvarez conocimos porque un día me dijo que quería pintarme. Me encantó el resultado y terminamos haciéndonos amigas”
“Elegí este rincón porque me hace bien trabajar con luz natural y vista al cielo. Aunque tengo mi estudio, cuando necesito concentrarme, este es el lugar perfecto”.
Amante de los baños de hotel, Carolina amplió el suyo para desplegar a gusto cepillos de cerdas naturales, jabones de Marsella y otros elementos de cuidado que trae de sus viajes. La ampliación se hizo avanzando sobre la profundidad del placard del dormitorio contiguo.
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