La fuente de inspiración fue un dispositivo japonés y Hugo Kogan tuvo a su cargo diseñar la versión “hecha en argentina”
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A casi cinco meses de despedir a Hugo Kogan, emblema del diseño industrial argentino y responsable de enriquecer las rutinas domésticas con inventos como relojes, televisores, radios portátiles y linternas, recordamos una de sus primeras y más radicales genialidades: el Magiclick.
“Con tecla blanda y cañito largo… Con Auroclick, Aurora adelanta el futuro”, anunciaba la publicidad de la empresa de electrodomésticos nacional que hacia fines de 1960 lanzaba al mercado un encendedor manual que prometía poner fin a las quemaduras con fósforos de cera.
El dueño de la empresa, Ernesto Vainer, había descubierto un aparato similar durante un viaje a Japón y confió en que Kogan –quien por aquel entonces dirigía el departamento de diseño– podría fabricar un ejemplar mejorado. “Sin pila, sin cable y sin piedra”, como decía el eslogan, el joven diseñador porteño resolvió el pedido de su jefe presentando un instrumento de plástico y acero que encendía con extrema facilidad.
“La mezcla de usabilidad, durabilidad y estética convertiría a este objeto en ícono de la industria argentina”, afirman en Fundación IDA, la organización sin fines de lucro dedicada a recuperar y poner en valor el diseño nacional, que contó con el asesoramiento de Kogan desde el minuto cero.
La fama del Magiclick se disparó: calculaban que se venderían 5.000 unidades por mes y, a los pocos días de salir al mercado, la demanda ya era de 80.000, dieciséis veces mayor.
El éxito comercial fue la consecuencia de una sólida respuesta a la demanda del mercado. “Con el Magiclick, yo estaba en el momento y lugar adecuados. Una nueva tecnología sobre la que se montó un diseño contemporáneo en un mercado seco de novedades e innovación por muchos años”, afirmó su creador en numerosas entrevistas.
“La gente es el eje central del diseño”, decía Kogan, quien desarrolló mucho más que un simple encendedor chispero. Magiclick significó una revolución del diseño que rompió con los paradigmas de la cocina y cuya repercusión lo convirtió en un regalo ideal para cualquier momento del año. De hecho, era promocionado y empaquetado para regalar en publicidades que incluso tuvieron como protagonista a una pequeña Gloria Carrá.
En base a un cálculo de 25 chispas por día, el Magiclick afirmaba ser “potente por 104 años”. Número que se volvió ícono de la marca al remarcarse en cada una de sus publicidades. Desde entonces –en lenguaje criollo– quienes rozaban el centenio eran adjetivados como “Magiclick”.
Fabricado hasta 1988, cautivó con numerosas transformaciones que lo reversionaron en diseño, tamaño y color. Al clásico encendedor negro de Kogan le siguieron versiones como el Magiclick Tekno, Magiclick Deep o el Magiclick Fuego, con carga de gas butano, a llama y hasta modelos electrónicos y recargables. Adaptaciones que también llegaron a Brasil y España, donde la empresa abrió más fábricas.
Desde hace 25 años, la marca Magiclick pertenece a Famiel SA y Electroclick, quienes hacia 2020 lanzaron el Magiclick electrónico con carga USB y batería de ion de litio. Aunque separados de su empresa original, cuentan con la ventaja de que todos reconocen su etiqueta.
Es que el genial Kogan cuidó cada detalle para que su invento fuera perdurable. “Desde muy chico, inventé e inventé, era lo único que me interesaba hacer”, repitió más de una vez el diseñador que −con un click− cambió la dinámica de los hogares y cocinas.
Informe: Lucila Cáceres
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