Visitamos el dúplex de Villa Ortúzar donde viven Celeste Bernardini y Patricio Lix Klett. Punto de partida de la mayoría de sus diseños, su casa es una gran carta de presentación.
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“Cómo fuimos armando nuestra casa está muy vinculado a La Feliz, porque el mobiliario que tenemos es el que pudimos ir generando”, reflexiona Patricio Lix Klett. Hace diez años que vive junto a Celeste Bernardini, su socia y pareja, en un dúplex que resultó de la unión de dos departamentos cuando el edificio aún estaba en construcción.
"El departamento se pensó para agrandarlo en etapas, por lo que nos metimos mucho en la construcción desde el pozo y dejamos las estructuras listas. En menos de 6 años, pasamos de dos ambientes grandes donde hacíamos comidas con amigos a un departamento familiar."
Celeste Bernardini y Patricio Lix Klett, dueños de casa y del estudio La Feliz
En ese momento eran solo ellos dos, fundadores y socios del entonces emergente estudio de diseño La Feliz. Sus hijos, Río y Sur, no existían pero ya estaban en sus planes en un sentido tan concreto que los empujó a pensar en el futuro de la casa junto a los arquitectos de Pacífico Oficina, quienes habían diseñado el edificio. “Primero, generamos un dos ambientes enorme en el que vivimos un año rodeados de amigos, comidas y festejos, pero dejamos la losa preparada pensando en los hijos por venir”, explica Celeste.
Empresa familiar
Todavía circulan algunas fotos de esta misma casa cuando ellos dos eran jóvenes promesas y no los referentes de un estudio ya consagrado. El comedor y la cocina eran más parecidos a los actuales, en el living y la planta alta, en cambio, el cambio es total. “No tuvimos sillones hasta que no los diseñamos, ni tuvimos cierta cantidad de lámparas hasta que no las hicimos: es al día de hoy que no hay bibliotecas en la feliz porque no hicimos una en nuestra casa”, aseguran. Es que su propia necesidad fue el punto de partida de un catálogo que sigue nutriéndose de sus vivencias. “En algún momento eso se convirtió en un desafío y una necesidad”, reflexionan. Donde otros hacen un cálculo meticuloso, ellos priorizan su propia experiencia; algo que por ahora tuvo excelentes resultados.
La compañía perfecta
“No podría compartir la vida con alguien que no pueda ordenar el mundo de la manera en que lo ordeno yo”, dispara Pato. La afirmación llega como respuesta a la pregunta de si se podrían imaginarse compartiendo la vida con alguien ajeno al mundo del diseño. “Como diseñadores vemos el mundo de determinada manera y sería imposible imaginarme compartiendo la vida con un médico o abogado”, reflexiona. Su respuesta viene a confirmar lo que uno supone con solo cruzar el umbral de su casa, un lugar atravesado por el diseño, el arte y, sobre todo, por La Feliz.
Sin interrupciones, en la cocina continúa el particular verde del comedor como fondo del revestimiento de nogal que sostiene muebles y estantes. Coherencia estética, dos sensaciones
“Nos conocimos trabajando, cuando yo estaba en Tramando y Pato llegó para una entrevisto como diseñador en Tramando Casa. De alguna manera, en esa dinámica fuimos conociendo al otro y enamorándonos”, coincide Celeste. “Igual yo te miré a vos antes”, aclara él. Un banquito de aquella época los siguió hasta acá, como prueba de esos inicios de una relación de lo más fecunda. Cómplices y compañeros, Celeste y Pato son una de esas parejas en las que el humor está siempre presente: desde los recuerdos de sus inicios hasta el análisis de su dinámica actual.
“Somos bastante coleccionistas y es por eso que en nuestra casa hay espacio para obras que nos gustan de otros colegas”
Crecimiento conjunto
La década viviendo juntos en Villa Ortuzar está marcada por un crecimiento exponencial que se ve en la cantidad de productos, colaboraciones, reconocimiento y crecimiento que tuvieron a nivel estudio pero también en el proyecto de su casa y su familia, de ahora cuatro integrantes. Aunque todo parece maravilloso es inevitable pensar en los desafíos que puede traer el compartir lo profesional y familiar. “Tenemos roles separados, en el trabajo y en la vida”, explica Pato. Esa división es la que ayuda a definir quién tiene la última palabra y les da libertad de acción a los dos. “Tampoco fue siempre así: nos fuimos conociendo y fuimos creciendo como personas, como pareja, como profesionales... y fuimos aprendiendo a respetar al espacio que cada uno ocupaba”, aclara Celeste.
“Ubicamos entre los dos departamentos originales, a modo de unión, esta estructura de nogal americano que contiene el toilette, un placard recibidor, la tele y, del otro lado, una de las mesadas de cocina y una alacena”. Frente al volumen de nogal, bajo la escalera, se hizo un lugar para sentarse a ver TV
Entre tantos cambios, y a casi 15 años del nacimiento de La Feliz, pensar en su estudio es inevitablemente pensar en ellos dos: en su casa, su familia. “En breve, La Feliz va a tener una biblioteca, porque queremos una en casa. Al final, todo confluye en nuestra propia casa: ese espacio de habitar”.
“El cuarto de los chicos ampliado fue lo último que se construyó, sobre la cocina. Queríamos un espacio que cumpliera con las necesidades de cada uno y que, al mismo tiempo, les permitiera compartir”
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