Les mostramos casos reales que responden a una tendencia que se aceleró tras la pandemia: invertir en una oficina de Microcentro para convertirla en vivienda, departamento donde hacer pie o alquilar.
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“Siempre supe que el Microcentro iba a resurgir. Para mí, es una zona ‘no abandonable’”, nos dijo Lucas Alves Da Silva que, junto con sus padres, compró como inversión un departamento en el edificio La Unión. Ellos viven en el interior de la provincia de Buenos Aires, y les gusta de este barrio la posibilidad de ir al teatro o a comer caminando, ser turistas en la ciudad. A Lucas, que vive en Congreso, le fascinan los edificios con historia, calidad y carácter.
“Para mí, cualquier contra que haya acá es mejor que comprar en una construcción de mala calidad en un barrio más de moda. En Diagonal Norte, donde está nuestro departamento, ves una joya arquitectónica al lado de la otra y, teniendo en cuenta lo que ofrecen, las unidades suelen ser relativamente económicas.
“Acá pesó, primero, que se pudiera hacer obra; segundo, lograr con ello algo habitable. Lo importante es que tenía una cocina y un baño lógicos; no es que tuvimos que inventar los servicios”, dice Lucas, feliz con el resultado.
El proyecto original del edificio La Unión contemplaba un local comercial en planta baja, un entrepiso de oficinas y ocho pisos destinados a departamentos de renta. Ese trazado posibilita hacer unidades habitables con una reforma sencilla.
Cazadores de oficinas
“Para hacer nuestro restaurante a puertas cerrada Lado B, salimos a buscar oficinas en pésimo estado para alquilar fuera de los barrios de moda. ¡Y a mí, el Microcentro me tira!”, dice Emiliano Román, diseñador de interiores y chef de Lado B, donde desde hace un año cocina hasta para 15 comensales por encuentro. Por su parte, el arquitecto y ceramista Daian Seldes, su pareja, es el responsable de diseñar y dar forma a la vajilla para esos platos de autor.
“El edificio era originalmente un hotel, que después se convirtió en edificio de oficinas. El departamento que alquilamos tiene 110m2 (antes ocupados por cinco oficinas divididas en despachos) donde tenemos una cocina, un salón chico, uno grande, una biblioteca y un baño”, detallan.
En los dos salones, las paredes se entelaron en pana de algodón y los pisos se cubrieron con alfombras de lana. La decisión, que le dio mucho de su impronta estética, partió de una necesidad concreta: mejorar la acústica y bajar la reverberación.
Otra vida
“El Microcentro es muy cómodo: nos movemos en transporte público, compramos en negocios de cercanía, no hay ruido a la noche y hay varios proyectos que apuntan a revalorizarlo y atraer a un público joven”, nos dicen Nery y Sebastián, dueños de casa y del restaurante Bocabajo Bocarriba, cerca de aquí. “Creo que este departamento nos gustó tanto porque vivimos años en el barrio El Raval, de Barcelona, y estábamos amigados con el ritmo céntrico y los edificios antiguos”.
“Cuando nos dimos cuenta de que el departamento tenía vista a la cúpula del edificio a través de la terraza, nos dijimos: ‘Tenemos que vivir acá’”.
La vista a la cúpula guió la reforma de este último piso que, a pesar del abandono, mantenía casi intacta una terraza casi tan grande como la superficie cubierta. Pero para sacarle todo lo bueno que podía dar, hacía falta la claridad de un arquitecto, y sabiéndose afortunados, llamaron a su amiga Sara Plazibat.
“Estamos felices con el proyecto de Sara Plazibat porque logró conectar interior y exterior: hay luz natural todo el día y cada rincón de la terraza es un placer”.
Sobre Corrientes
“Buscábamos un piso alto para invertir. Cuando visitamos este, dudamos, porque estaba en pésimo estado, pero la ubicación y la vista eran incomparables: estamos rodeados de los grandes rascacielos art déco y racionalistas de los años 30″, nos decían el arquitecto Alejo Petrucci y el diseñador gráfico Francisco Miranda (creador de Tooco). Cuatro meses les tomó reformar esta tradicional oficina de los años 40 en una luminosa vivienda que, en un primer momento, consideraron para alquiler temporario.
Entre los cambios en esta antigua oficina de 34m2, se amplió la abertura de la cocina para unirla con el living.
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