La inaguración del hotel Grand Brizo Bel Air, sobre la calle Arenales, nos da la excusa para mostar el gran “next” en la dinámica de los cuartos de nuestras propias casas.
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“Antes, el eslógan para atraer a los pasajeros era decirles que en un hotel se sentirían como en su casa; ahora pasa lo contrario: en tu casa te querés sentir como en un hotel”, dicen la interiorista Sofía Camps y el arquitecto Felipe Traynor, de TB Arquitectos, que trabajaron juntos en el proyecto del Grand Brizo Bel Air sobre la calle Arenales, en el corazón del distrito de diseño de Buenos Aires. Hablamos con ellos para que nos dieran detalles de la ambienación y nos contaran cuáles se pueden llevar a nuestra vida cotidiana, incluyendo lo que ellos consideran el gran “next”.
“Se hizo un exhaustivo trabajo de restauración en el edificio, originalmente diseñado por los arquitectos Squirru, Croce y Mujica y construido en 1927 con un marcado estilo barroco español”, nos cuenta Claudia Álvarez Argüelles, presidenta del grupo hotelero que fundaron sus padres hace 70 años y que ella lidera.
Acústica y funcionalidad
“Trabajamos sobre la base del hotel que había antes, pero que era muy clásico y estándar en su aproximación a la hospitalidad”, agrega Felipe Traynor. “Pusimos en valor la fachada y sus elementos más valiosos y apuntamos a concepto boutique”.
“Un factor que distingue estas habitaciones es que son acústicamente perfectas. No se trata solamente de no escuchar lo que viene desde afuera, sino de lograr que los ruidos de adentro sean más agradables, lo que se consigue con pisos con madera, géneros pesados y puertas con doble contacto y felpa alrededor”, nos explica Sofía Camps. “Así se crea una sensación de relax y confort que va más allá de las sábanas suaves y el colchón increíble que lógicamente se esperan. Llegaste cansado y te desconectás del mundo”.
Baño integrado con sensatez y estilo
“Si bien se respetó mayormente el esquema básico (más allá de haber ampliado varias habitaciones uniendo dos), lo que en todos los casos se cambió radicalmente fueron los baños. Nos encontramos con baños chiquitos: lo principal fue darles luz, actualizarlos funcional y estéticamente e incorporarlos al cuarto”, recuerda Traynor. “Es una solución se puede trasladar a muchos departamentos de época”.
“Así como ahora la corriente al reformar es integrar las cocinas (incluso en departamentos clásicos), lo mismo puede suceder con el baño. Es el siguiente paso”, dice la interiorista Sofía Camps.
“Las cortinas pueden accionarse para cambiar de posición de modo que no te vean pero vos poder ver hacia afuera, o abrirlas y cerrarlas por completo. Todo se trató como un ambiente flexible: no siempre tenés que estar encerrado en el baño. Podés maquillarte, peinarte, ir y venir al vestidor con luz natural”.
Otra decisión que responde a la tendencia es el gran aprovechamiento del espacio con muebles multifuncionales a medida, que eliminan la necesidad de cómodas y consolas.
Icónicos
“Para Álvarez Argüelles Hoteles, tener una ubicación tan icónica como la calle Arenales es una oportunidad significativa. El proceso de remodelación del edificio existente, que lideramos desde la cadena, preservó sus elementos distintivos, como los techos altos, los ventanales y escaleras históricas, en una fusión perfecta entre lo clásico y lo moderno”, comparte Claudia Álvarez Argüelles.
"Nos centramos en singularidad y carácter de cada uno de nuestros edificios, y pensamos cada concepto de diseño para que brinden una experiencia auténtica y en armonía con su ubicación."
Claudia Álvarez Argüelles
¿Qué los inclinó a elegir la propuesta de interiorismo de Sofía Camps?
Su habilidad para interpretar y reflejar el concepto en cada espacio, así como su capacidad para revalorizar elementos existentes. A diferencia de un proyecto residencial, el trabajo en un hotel requiere una adaptación continua a su funcionamiento operativo. Sofía, con su creatividad contribuyó a que cada espacio sea sensorialmente único, plasmando también nuestros requerimientos operativos hoteleros.
Silencio de spa
“Logramos un spa en el subsuelo, donde había salones de convenciones. Ahora, la sala está en un lugar con luz natural, y a este espacio ganado le dimos un carácter silencioso, de luces tenues, introspectivo”, revela Traynor. “Se complementa con un gimnasio, pero no del tipo musculación, sino con variantes aeróbicas y de yoga, más actual. (Si estás dos días en un hotel, tampoco necesitás el gimnasio de siempre, con 20 bicicletas fijas. El hotel es el lugar donde hacer algo distinto). A eso se suma la sala de masajes, lo que da un circuito muy completo”, concluye Camps.
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