Abril Tanoira, la creadora de Polinizadora, empezó su carrera como artista poco después de mudarse a esta casa en La Horqueta. El cambio de rumbo en la profesión, la maternidad y el descubrimiento del bordado fueron parte del proceso que vivió y acompañó su espacio.
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“Llegamos a la casa recién casados y pasamos por todas las etapas: pandemia, nacimiento de los chicos, trabajo”, asegura Abril Tanoira. Un barrio privado de 20 casas en La Horqueta fue el lugar que la escenógrafa y artista eligió para empezar su familia: la casa que supo ser su refugio creativo primero y el lugar que vio nacer a sus hijos, después.
El pulmón de la casa
Como pasa muchas veces, sobre todo en las primeras casas de familia, hubo varias reformas que se hicieron al ritmo de las posibilidades y necesidades.
Para el amplio espacio del living comedor, Abril tenía una idea muy clara de lo que estaba buscando, una misión que encomendó al equipo de Mesopotamia BA. “Me acuerdo que llamé a Cata Solari y le dije que quería una biblioteca que se fusione con la mesa del comedor. Ella lo entendió perfecto y propuso un sillón empotrado”, se acuerda. ¿El resultado? Un ambiente donde ambos espacios dialogan de manera armónica y es el punto de encuentro de la casa.
“El living es el pulmón de la casa: durante el día, está todo ordenado y disponible para adultos; y a la tarde, es el espacio de juegos de los chicos. Es donde pasamos la mayor parte del día”
Contrario a lo que se espera de la casa de una artista, no hay obras de Abril en ninguna de sus paredes. “Me lo preguntan mucho, pero la verdad es que me incomoda colgar mis obras: ¡Me parece raro!”, confiesa. En medio de una mudanza de taller y espacio de venta, la suerte hace que varias obras estén transitoriamente apoyadas en rincones de la casa.
“Cuando empecé quería que mi arte fuera libre e ingenuo. Siempre me consideré más artesana que artista y eso me gustó.”
Doble circulación
Con un espacio separado y doble circulación, la disposición de la cocina fue un punto clave para Abril. “Me gusta mucho la distribución, porque, si bien está separada, todo fluye”, asegura. Para aprovechar cada metro, hizo un banco y una barra con un carpintero que funciona como desayunador y espacio de guardado.
Casa de chicos
Con dos chicos de 1 y 3 años llegaron los cambios: Abril quería ambientes que se adapten a ellos. “Buscaba que tengan todo a su alcance, que puedan acceder a las cosas que necesitan y tengan autonomía”, explica. Y cada decisión fue coherente con este deseo: desde el espacio para guardar sus zapatos con ganchos a su altura para colgar las mochilas; hasta una torre de aprendizaje en la cocina y el armado de un pequeño playroom en el living.
Cuando compraron la casa, la escalera estaba abierta y era muy alta. El varillado con listones en petiribi fue un gran acierto: aunque es kids friendly se integra maravillosamente al ambiente.
Espacios que invitan
Aunque hoy se dedica al arte, Abril no estudió bellas artes sino dirección de cine y escenografía, una profesión que durante años la mantuvo ligada a lo creativo “desde otro lugar”. Sin embargo, hace cuatro años, mientras atravesaba un duelo personal (con los teatros cerrados y mucho tiempo libre) una charla con su marido la impulsó a explorar otros rumbos: así nació una nueva faceta que canalizó a través de Polinizadora.
Recién mudada, tenía un cuarto libre y decidió crear allí su taller. Reunió papeles artesanales que había coleccionado durante 10 años, sumó otros elementos como lanas y técnicas que había aprendido y se propuso jugar sin prejuicios. Fanática de las mariposas, el nombre de su proyecto artístico surgió mientras se tatuaba una polinizadora en la muñeca.
“No sabía qué hacer con mi vida y empecé a experimentar. Lo que más me gusta es mezclar materiales, jugar con la imperfección y la desprolijidad. Que mis obras transpiren una torpeza sutil”.
Ceder espacio
El mismo cuarto donde nació su proyecto es ahora el cuarto de los chicos, un lugar que les cedió con gusto y hoy es escenario de algunas de sus rutinas favoritas.
“El cuarto de los chicos es un lugar que disfrutamos mucho: es el espacio de juego más tranquilo, para leer libros y preparar una rutina más calma antes de dormir”
Para adaptar este ambiente, Abril mandó a diseñar una cucheta al ras del piso que genera una continuidad con la alfombra les permite a los chicos moverse con mayor libertad.
Empapelado protagonista
Para el dormitorio de la pareja, Abril mandó a hacer una cama de dos metros: “Si bien sacrifiqué espacio, fue el mejor acierto de mi vida”. El empapelado con plantas y animales se lo trajo su madre de un viaje y lo colocó ella misma junto a su marido. “No lo mires muy de cerca porque tiene imperfecciones”, señala con humor.
A pocos meses de una nueva mudanza, todavía no se respira el final en la casa. El jardín, un poco chico para los chicos, fue la principal motivación para animarse a un cambio que saben que es para mejor. Aprovechada al milímetro y diseñada a la medida de sus dueños, la casa en Los Eucaliptus será recordada como la etapa de los comienzos.
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