Más allá de las recetas, reunir en la mesa vajilla de varios miembros de la familia es otro modo de generar diálogo y encuentro.
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Diciembre es el mes de celebración por antonomasia: se dan los últimos encuentros del año con los amigos que vemos siempre y, también, esa reunión tantas veces postergada u olvidada en la vorágine del calendario. Precisamente, el olvido y el recuerdo inspiraron este proyecto de Ana Deveaux, una estilista argentina abocada a la creación de eventos en los Estados Unidos. Hoy, comparte con nosotros uno muy especial, que cuenta historias familiares de modo cautivante.
Esta mesa surge de una anécdota real de la vida de Ana, surgida cuando desemplovó cajas con objetos de sus abuelos que habían estado almacenadas por años. “Empezamos a desarmarlas con mi hermana y mi tío, y fue como abrir una caja de Pandora. Aparecían cosas y hacíamos chistes entre la nostalgia y el recuerdo. Había objetos que no sabíamos de dónde habían salido y les inventábamos historias”.
Cada caja guardaba tesoros que se convirtieron en un proyecto lleno de sentido: una mesa con objetos familiares en torno a la cual reunirse y luego llevarse cada uno lo que más le gustara.
En la primera mesa, Ana buscó armonizar el azul de la vajilla con metales dorados y se le sumó calidez con un centro de hojas verdes que se fue desparramando por la mesa. Si bien no se trataba de un almuerzo propiamente dicho, Ana colocó velas, panes y frutas para tratar de que los objetos volvieran a tener vida una vez más. La intención: que el homenaje que surgió casi por casualidad se sintiera como un banquete, una invitación.
“En ese momento servimos champagne, comimos torta, contamos anécdotas e imaginamos muchas cosas. Cada uno decía lo que le gustaba y lo que le venía bien para llevarse a su casa.”
Una mesa para el té con mucho verde
Para la mesa de la tarde, Ana eligió el juego de té de porcelana, cristalería y mucho verde. Aquí suma consejos para hacer centros distintos.
“Las hojas y las ramas de eucalipto siempre funcionan como centro y denominador común. Al tener la hoja alargada permiten hacer un camino sobre la mesa y poner sobre él unas velitas o alguna fruta. Además, cuando se secan también quedan lindas y se pueden volver a usar por varios días. El pino también es una buena elección porque permite jugar tanto con las hojas como con las piñas. En caso de usar ramas, siempre usar floreros que sean altos y finos porque si no bloquean la vista. La incorporación de frutas y verduras desparramadas también suma: depende mucho del color y la textura, pero unos simples limones o naranjas pueden alegrar el conjunto”, comparte.
“Hacer una guirnalda con hojas verdes ayuda a que, en vez de hacer un solo centro de mesa, se abarque más, se extienda y unifique”.
Recomendaciones para elegir el mantel
Al hablar del mantel, Ana se detiene para dar más precisiones: debe estar impecable y planchado y ser, idealmente, de lino o algodón. Si la vajilla no fuera toda blanca, recomieda usar un mantel en tonos neutros (apto para combinar con distintos colores), en cuanto a estampados, elegir los de patrones más simples, como el cuadrillé chiquito (Vichy) o a lunares.
“Como soy fanática de la cristalería, siempre pienso que, cuantas más copas, mejor: demuestra que es una invitación a pasarla bien un largo rato. No tengan miedo a poner muchas en la mesa”.
“La nota sorprendente llega con objetos inesperados que revelan la personalidad de los anfitriones: usar una manta bordada como mantel; incorporar piedras o musgo (que se está usando muchísimo), candelabros o floreros chatos, los cristales y vidrios de colores que, de hecho, son tendencia”, concluye Ana.
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