Mediaron diez años entre los primeros 100m2 construidos y la nueva planta alta de 56, revestida en siding pintado de negro.
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“Hacer nuestra casa en Don Torcuato a la calle, y no en un barrio cerrado, fue una decisión que tomamos con mi marido. Yo viví acá toda mi vida y lo encuentro natural. Hace once años, cuando buscábamos dónde construir, apareció la gran oportunidad: una familia conocida vendía un lote de su gran jardín, y ahí arrancamos”. Así comienza la historia de la casa que, en etapas, la arquitecta María Quattordio hizo para los suyos.
“Vivimos en esos 100m2 originales 10 años, durante los cuales llegó nuestro segundo hijo. Lo cierto es que pensábamos ampliar antes, pero la economía, las agendas apretadas y la misma dinámica de una familia con chicos chiquitos lo demoró, y sin que nos afectara demasiado: la casa tenía un planteo fluido y cómodo”, comparte María.
“Desde el principio, todo estuvo preparado para recibir una ampliación en altura. Mi idea desde siempre había sido hacer un volumen con el sistema de construcción en seco, pero también podía soportar una obra húmeda, que es lo que finalmente sucedió. ¿Por qué? Porque para el momento de la obra, el precio se había disparado mucho. Entonces, preferí ir por una obra tradicional con gente de suma confianza, como la constructora Modio Arquitectura, que conozco y con la que he trabajado”, dice María, cuya vida profesional se reparte entre su labor en una desarrolladora y obras propias.
“La reforma nos permitió tener un living ‘de verdad’. Al subir nuestro cuarto, quedó ese espacio liberado para el playroom de los chicos. ¡Que antes era la casa entera!”.
“De todos modos, me costó resignarme a que no iba a hacer ese agregado en seco, que imaginaba desde mis días de facultad. Fue una imagen que se instaló, tal vez por esos mismos debates con mis compañeros, tal vez por la imagen de las cabañas que se estaban haciendo en el Sur (a donde vamos seguido). No quería crecer en altura y después pintar todo igual, como si nada hubiera pasado. Quería que se notara el agregado. Para eso, la solución fue revestirlo con siding y pintarlo de negro”.
“Ahí vino un problema, al que le encontré una solución un tanto particular. Hacer obra húmeda iba a implicar ‘ensuciar’ la planta baja, así que le pregunté a mi constructor qué le parecía que la forráramos en nylon, al estilo de las instalaciones de Christo”, se ríe María. “Me dijo que era viable, pero me preguntó si nos íbamos a bancar las ventanas oscurecidas. Y fuimos para adelante. Vivimos así 4 meses y medio de los seis que duró la obra, pero cuando lo sacamos, todo estaba en perfecto estado”.
¿Qué cambió fundamentalmente la obra? Tener un espacio privado para ella y su marido con una suite con vestidor y dos estudios. Y dejar la planta baja libre para los cuartos de los chicos y su espacio de juego, siempre extendido. A medida que crecen, también lo hace la vida social de todos.
Subimos
El nuevo volumen de 56m2 sigue dejando espacio para una nueva ampliación, si fuera necesaria. Por el momento, María y su marido están más que felices con su suite y sus respectivos estudios. Algo que ella quería lograr era un clima más cálido, y lo logró con los pisos símil madera y distintas variantes texturadas en su dormitorio.
Soluciones económicas con excelente resultado
En esta obra muy pensada en términos económicos, se encontró en el revestimiento varillado una manera de darle calidez, y un elemento que camufla muy bien las puertas a cada lado de la cama: una conduce al vestidor y el baño; la otra, al estudio de su marido.
“Hicimos lo posible por eliminar gastos innecesarios: reciclamos los muebles que teníamos y los pintamos en colores interesantes para que todo tuviera tanto onda como coherencia, y usamos revestimientos comunes, con el agregado de una ‘gracia’ en su colocación. El juego de alturas, por ejemplo, es lo que destaca los nuevos muebles de kiri, una madera accesible, tanto en el vestidor como en el baño, que tiene azulejos clásicos de 20x20... y no parece”.
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La evolución de la fachada
El volumen revestido en siding da la sensación de una construcción en madera “apoyada” sobre la planta baja, una sensación buscada que María subrayó pintándolo de negro.
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