Al sur de la capital peruana, una pareja estrechamente ligada al arte ideó una casa que parece suspendida en el aire y que, además, se comunica de un modo excepcional con el exterior.
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Situada en una playa privada al sur de Lima, donde se encuentran los balnearios peruanos más exclusivos, esta singular casa fue modelada en tres etapas distintas por otros tantos arquitectos. El primero fue Enrique Seoane, durante los años 50, que construyó una planta sobre la cual su colega suizo Rudolph erigió, décadas después, un segundo piso. Más recientemente, el reconocido Oscar Borasino, todo un referente de la arquitectura peruana contemporánea, se hizo cargo de la remodelación y ampliación de la estructura preexistente en un trabajo tan respetuoso como innovador.
La última remodelación de Borasino incorporó un nuevo espacio donde se creó el patio central con pileta que conecta todos los ambientes. “Este proyecto tiene su principal atención en el desarrollo de los espacios que vinculan el exterior con el interior y en los espacios intermedios, que permiten el desplazamiento entre las distintas zonas de la casa”.
La “escalera-grada” con colchonetas blancas conduce a la terraza con vista al mar, ya que la pileta se encuentra protegida en un nivel inferior. Sobre ese espacio abierto “flota” la suite principal (que veremos más adelante) para gozar de las mejores vistas. “La costa del sur de Lima tiene un clima muy particular: nunca llueve y la temperatura oscila entre 22° y 26°. Esto nos permitió llevar la relación entre el exterior y el interior a su límite máximo, tanto que el paso de uno a otro no se distingue claramente”, comenta Borasino.
“La viga que conecta ambas partes de la casa tiene que ver con la filosofía de unión, y es herencia de las arquitecturas andaluza y extremeña, en las que el patio interior es el punto neurálgico”.
Arquitectura expuesta
Si en las dos imágenes anteriores se lucía la escalera que une la pileta con la terraza, en la cocina se siente su presencia aunque no se vea. Ubicada debajo de ella, tiene su forma revelada en el techo, otro gesto de comunicación entre espacios.
La cocina respeta las líneas arquitectónicas sencillas pero iimpactantes del resto de la casa. Por ejemplo, los peldaños impresos en el cielo raso, junto con los que descienden hasta el desnivel donde se encuentra el comedor diario, abren la perspectiva de modo rítmico. Un solo artefacto de iluminación recorre centralmente el espacio, colgado de cables a distintas alturas, para acompañar ese particular movimiento.
Arte sobre blanco
El dueño de la casa, fundador de una agencia de publicidad con base en Lima, participó activamente del proyecto de reforma y ampliación junto con su esposa. Estrechamente vinculados con el arte (además de ser ambos coleccionistas, él se dedica ocasionalmente a la pintura, y ha realizado algunos de los cuadros que se ven en el exterior de la casa), aportaron ideas respecto a los espacios y la decoración, que alterna ambientes poblados por piezas de autor con otros limpios y claros, en los que el simple caminar se convierte en todo un placer.
La combinación de líneas en los sillones, los cuadros y los muebles no es arbitraria, dado que tanto el arte como el diseño peruano son geométricos y coloridos.
Suite “flotante”
El cuarto principal fue diseñado sobre el nivel de la terraza-mirador, sin tocar el piso, lo que suma a la vista inmejorable la fabulosa sensación de flotar sobre el mar.
“Como aquí nunca llueve y la temperatura es muy templada, en este proyecto pudimos llevar la relación con el exterior al extremo, no sólo en lo arquitectónico, sino también en lo decorativo: por ejemplo, con la presencia de cuadros al aire libre”
Nuevo espacio para huéspedes
La remodelación de Borasino agregó una estructura apartada del resto de la casa con entrada independiente y escaleras blancas que comunican la pileta con el estudio y taller del dueño. Un piso más arriba, en una visión utópica de grandes cubos apilados, sobresale la habitación de huéspedes con cuarto de baño propio y una terraza muy sencilla que ofrece una vista única de la bahía limeña.
Lo que alguna vez fue el techo de la casa, hoy es un mirador y sitio de reunión protegido por una baranda de cristal que permite una visión única de las playas y acantilados limeños.
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