Del brunch a la cena de las Fiestas, existen unas pocas reglas que garantizan la armonía visual y las contamos a continuación.
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Recibir en Casa es el nombre de uno de nuestros especiales más celebrados y que representa uno de los hábitos que más nos gustan: agasajar a quienes queremos con una mesa pensada con afecto e imaginación. Del frondoso archivo de Living, rescatamos algunos ejemplos para inspirarse en este tiempo de reencuentros cuidados y esperados.
Noche tropical
El espacio bajo la pérgola se pintó de negro y eso ya le dio un halo de sofisticación al ambiente. En este marco fue una buena idea traer los muebles del comedor para crear una nueva escenografía. Los géneros teñidos artesanalmente, las lajas oscuras como platos de sitio y el taburete dorado marcan contrastes atractivos para una mesa de noche a la luz de una buena cantidad de velas.
Abrigo a mano para cuando empieza a hacer frío: otro detalle que se agradece y contribuye a que la reunión se prolongue
Vida en rosa
Vayamos tras la senda de un color y varias de sus tonalidades para evitar la chatura monocromática. En este caso, la elección de base fue el rosa para los manteles y la vajilla. La galería es un lugar inmejorable (porque se puede estar desde el mediodía hasta la noche) y la mesa redonda, el formato ideal para la charla.
Nómade
Bienvenida la costumbre de apropiarnos de los espacios fuera de casa como punto de encuentro. Sobre una sábana blanca se superponen capas de pareos o pañuelos que forman una superficie mullida y multicolor agradable a la vista y al tacto y sugieren qué vajilla usar según su color. Los candelabros suman brillo, indispensable también de día; y el pie para los dulces, altura.
Si las sillas son plegables y livianas, la fiesta se mueve sin esfuerzo
Destellos
Sobre esta mesa de buen diseño que funcionan como comedor diario y espacio de encuentro formal, las lámparas colgantes marcaron el rumbo de una ambientación con brillos, luces y toques botánicos.
Viejos vinilos reemplazando los clásicos platos de sitio, que ya pocos conservan
Cobre, dorado, gris humo, blanco y negro iluminados por una multitud de velas en distintos contenedores que varían el matiz de su luz.
La mesa larga
Un encuentro informal y en confianza nos da el permiso para olvidarnos del mantel y mezclar sillas de distintos estilos. Volamos un poco con referencias a Francia al elegir blanco, azul y rojo para los textiles y la vajilla. Los repasadores doblados como los usan los camareros para el servicio son una señal de que la mesa está servida.
Auténtica
El pan, todo un símbolo de la experiencia de compartir, ocupa el centro y está dispuesto sobre una vieja tabla de madera. Para seguir con la inspiración despojada de ornamentos, la mesa se puso sin mantel ni individuales. Las ramas entrelazadas en los brazos de la lámpara y apenas unas ramitas verdes bastan para convocar un espíritu de regocijo natural.
Encontrar un motivo, como en este caso los pájaros, puede disparar un sinfín de ideas que se aplican en técnicas como el collage. En los días previos, es cuestión de buscar figuras y recortar
Equilibrio
Poner la mesa también requiere pensar en las proporciones. Aquí, el peso de los floreros, los jarrones y otras piezas con brillo se suavizó con el mantel de tussor en tonos neutros y con el camino de yute, que se puede complementar con otros accesorios de fibras naturales que seguramente trajimos de visitas al Mercado de Frutos. En este balance, la nota de color se reservó al juego de vajilla azul.
Serenidad
Con pocos gestos se le dio vida al austero patio de cemento. En este espacio rústico, el mantel de lino gris perla cae blando y generoso. Los almohadones, en mismo material y la misma sintonía. Nada de tiranteces.
Llenar las botellas con agua destilada o por lo menos hervida hace que se enturbie menos cuando le agregamos hojas. Son una gran base para las velas.
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