Cada uno tuvo un rol específico en el desarollo de este proyecto familiar, que les permite verse todos los días y aprovechar al máximo el hecho de vivir a metros de distancia.
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Acá, las puertas se dejan entreabiertas para que sus habitantes puedan llamarse desde un piso a otro o circular con sillas, platos y manteles, dependiendo de en qué departamento sea la reunión. Es que este proyecto fue pensado para eso: disfrutar del día a día en familia, donde todos están cerca, pero con independencia y privacidad.
Estos vecinos son padres, hijos, hermanos, yernos y nueras. Por si fuera poco, cada uno aporta su expertise a Malva Arquitectura, el estudio que construyó este edificio, y que fue fundado en 2019 por el arquitecto Maximiliano Álvarez, miembro de esta comunidad enlazada por el afecto.
1. Daniela y Francisco
Ella es licenciada en Administración de Empresas y lleva las cuentas del estudio de su hermano Maxi. Él es licenciado en publicidad y tiene una agencia de marketing digital llamada Trópico que, entre otras cosas, se ocupa de la imagen de Malva Arquitectura. Los dos, entonces, estuvieron tan interiorizados como involucrados en el proyecto de este edificio, del cual además participaron como inversores, una decisión que los enorgullece.
“Maxi intuyó el potencial de este rincón de Núñez diez años atrás, cuando compramos el terreno. La obra se terminó hace cinco, con el barrio creciendo, y ahora esa apuesta finalmente cristalizó: la zona es un éxito, hay mucha demanda de propiedades por acá”, afirma Francisco Espinosa.
"El edificio fue evolucionando y ahora está en su mejor momento. Además de que cada uno hizo alguna pequeña obra para adaptar su departamento a piacere, también intervinimos los espacios comunes."
Daniela Álvarez y Francisco Espinosa, dueños de casa
La biblioteca metálica aprovecha el espacio bajo la ventana y deja los libros al alcance de la mano.
La pareja eligió el primer piso, próximo a la cota cero, para sentirse más cerca de una casa que de un departamento. Acertaron, porque ahora disfrutan de dos jardines que se armaron sobre las losas del estacionamiento y del área de servicio de la planta baja. Uno, con pileta; el otro, con parrilla. Por si fuera poco, esos pulmones verdes están alineados entre sí a lado y lado del living-comedor y, cuando se abren las ventanas, permiten la ventilación cruzada, otra figurita difícil de conseguir en el álbum de propiedades porteñas.
“No solo corre mucho aire, sino que entra refrescado por la pileta”, enfatizan Daniela y Francisco, quienes reparten sus días entre una casa en la costa bonaerense y este departamento.
“Vivimos entre Buenos Aires y Mar del Plata, mucho más tranquila y menos calurosa. Por eso acá queríamos un departamento lo más parecido a una casa: con parrilla, jardín y pileta, fresca y silenciosa”
De frente a la pileta
La losa de hormigón visto desaparece en el dormitorio principal y es reemplazada por un cielo raso blanco que aporta mayor silencio visual a este sector
2. Maximiliano y Elspeth
Dos cabezas piensan mejor que una y, asociándose en algunos proyectos, los arquitectos Maximiliano Álvarez y Elspeth Sabanes le hacen honor al dicho. También interiorista, con el ojo entrenado para las terminaciones, ella se asegura de equipar de la mejor manera los espacios que él diseña.
En dupla proyectaron este departamento –en el que viven junto con sus dos hijas pequeñas–, así como las unidades a las que se mudaron Daniela, Francisco y Norma, que no se cansan de elogiar al matrimonio por la comodidad y los resultados estéticos de los espacios que habitan. Los ayudaron a elegir casi todo: los muebles, los apliques de luz, el color de las paredes, una excusa que también les sirvió para explorar nuevas ideas y llevarlas a Malva Arquitectura.
"Nuestro departamento nos sirvió como prueba piloto para testear elementos que queríamos incorporar en las obras de Malva, como los pisos prefinished (que pusimos hasta en los baños), los revestimientos de madera varillados o ciertos acentos de color."
Arqs. Maximiliano Álvarez y Elspeth Sabanes
“Nos gusta colocar apliques que arrojen luz indirecta para lograr atmósferas tranquilas, al tiempo que se despeja información del cielo raso. En la cocina y el comedor, que exigen luz cenital, elegimos colgantes casi imperceptibles”
La mesada de madera, una apuesta en la cocina
“En su departamento anterior, Norma cocinaba sobre la mesa de madera del comedor y el material resistió perfectamente. ¿Por qué, entonces, no trasladarlo a nuestras mesadas?”
Los dormitorios, abajo
Con una planta muy distinta de las otras dos, esta unidad tiene tres niveles. El acceso principal da al living-comedor con cocina integrada; bajando la escalera, están los dormitorios; por encima de todo, una terraza privada con parrilla.
“La idea de pintar la escalera del mismo color que la pared, para fundir ambos planos, surgió acá. Acto seguido, la replicamos en lo de Daniela y Fran, que quedaron encantados con el efecto”.
El espacio de las chicas
Las camas de las chicas se plantearon opuestas: la menor duerme al ras del suelo; la mayor, en altura. Elevar ese colchón permitió sumar espacio de guardado por debajo, así como cajoneras en los escalones
“Camarote”
“Como nuestro dormitorio se encuentra un piso por debajo del acceso principal, se nos ocurrió plantearlo como el camarote de un barco, sintético y con tonos apagados, algo introspectivo. Es un lugar destinado exclusivamente al descanso”.
Terraza veraniega
En la terraza se combinan texturas en materiales de poco mantenimiento: laja, madera cruda, cerámica partida. “Apostamos a revestimientos claros que quedan bien aunque se ensucien y que aportan una frescura que te transporta a la playa”
3. Norma
Este departamento reúne todo lo que Norma y su marido querían: más seguridad y menos metros que los que tenían en su casa anterior; una cocina amplia para desplegar sus dotes culinarias y un cuarto para recibir a sus nietas, que −como broche de oro− viven en el piso de arriba.
“Es un lujo tener a mis dos hijos y a sus familias tan cerca”, asegura, y en medio de esa alegría se rinde, entre risas, ante el lado B de esa proximidad, que es la eventual desaparición de algunos de sus muebles u objetos decorativos. “Hay mucho robo entre nosotros”, acota su yerno, desde un costado y sin titubear; pero ella modera la expresión, con un gesto de encanto: “Yo diría más bien que se trata de lindos intercambios”.
"Quería un departamento canchero, que transmitiera alegría; de ahí los toques de azul eléctrico y los muebles modernos que me ayudó a elegir Els y que ajustamos para nuestra comodidad, por ejemplo, elevando un poco el sillón."
Norma, dueña de casa, madre Maximiliano y Daniela, y suegra de Els y Francisco
Debajo de la ventana se construyó un largo espacio de guardado con puertas.
“Cocino un montón y disfruto hacerlo en un espacio integrado al resto de la casa, rodeada y conectada con mi familia, pero cada uno haciendo lo que quiere sin molestar al otro”.
El revestimiento de madera varillada que se usó en la pared principal del living vuelve en el dormitorio en forma de respaldo de cama
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