Estudio BDB Arquitectos trazó para una familia de cuatro que había vivido varios años en San Pablo una construcción que se eleva en busca de luz, venciendo el desafío de un terreno en pendiente.
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“Cuando volvimos de San Pablo a la Argentina con mi marido y nuestras dos hijas, compramos un terreno en barranca con la idea de imitar las casas brasileñas sobre los morros”. Después de un intento fallido, casi vendemos, pero mi amiga y arquitecta Carolina Bertagni nos frenó: “Dame un mes y te armo un anteproyecto”. Junto con sus socios en el Estudio BDB, Ignacio Balduzzi y Santiago Donovan, planteó una construcción de hormigón que materializaba el sentir familiar.
Ambientes expresivos
"Respetamos el perfil del terreno: la estructura de hormigón armado de la casa se va ‘incrustando’ en la barranca de manera escalonada, a medida que se retrae la pendiente del lote"
Arq. Ignacio Balduzzi, Estudio BDB
El hormigón se dejó a la vista y marca el carácter de la casa. Con distintas terminaciones, y combinado con materiales nobles, se le dio expresividad en cada ambiente.
El living se planteó con una chimenea central escoltada por dos nichos de hormigón que se completaron con estantes de madera para formar bibliotecas. En paralelo, sofás gris oscuro: de pana a un lado, y de lino al otro (Federico Vicente). Delimitan el espacio dos sillones ‘Wassily’ de cuero sobre una alfombra angosta (Elementos Argentinos).
Cocina conectada con el exterior
La cocina se equipó con muebles bajomesada laqueados, livianas alacenas con frente de vidrio esmerilado, alzada de azulejos ‘Subway tile’ y mesada de Silestone gris. Con cerramientos de vidrio que se ocultan dentro de la estructura, el ambiente se abre de lleno a la galería, al igual que el living. En verano, forman un dinámico espacio integrado. La parrilla se ubicó allí, para máxima comodidad.
El hormigón visto con terminación tableada de distintos anchos le da al solado un ritmo único. Para las terrazas más altas, se eligió porcelanato símil madera en color gris.
De tema tropical, la obra del muralista grafitero Alan Myers convirtió la medianera en un plano de energía que se transmite a toda la casa y la define.
Segundo piso: sede de la tranquilidad
“Cuando mi hija más chica les muestra la casa a sus amigas, presenta el playroom como ‘nuestro living y nuestro escritorio’. Ese espacio es una extensión práctica de su cuarto”.
En la planta alta, un gran ambiente que funciona como sala de estar y escritorio es, también, distribuidor al cuarto de las chicas y a la suite principal. Una biblioteca en madera de guatambú remata la sala de estar y hace las veces de baranda. En el centro de la escena, sillón modular en pana gris (Federico Vicente) y colorida alfombra con rombos. Detrás, el sector de escritorio, con mesa de melamina blanca y madera hecha a medida y sillas ‘Eiffel’ (De Sillas). Obras de las dos niñas de la casa alegran el rincón de estudio.
Sobre las camas de madera laqueada en blanco, acolchados a rayas con almohadones de pana (Pezkoi) y almohadones con pompones (Elementos Argentinos). Junto a la ventana, una única mesa de luz de estilo escandinavo sobre una alfombra de lana (Elementos Argentinos). Fragmento del mural de Alan Myers.
“Para la ambientación recibí consejos de Carolina Bertagni y Federico Vicente, pero básicamente me guié por mi instinto estético: un enfoque minimalista, práctico y tendiente al gris”, comparte la dueña de casa.
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