Enamorada de su clásico frente de ladrillo visto, Marina Massone ambientó su hogar (y galería personal) con muebles vintage y piezas propias.
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Marina Massone y Martín Moreno encontraron la que hoy es su casa hace quince años, cuando recién llegaban a San Antonio de Areco. La propiedad estaba en venta y había que hacerla casi a nuevo, pero los atrapó el clásico frente de ladrillo visto y descubrir, a través de los techos de pendientes, que había sido construida en etapas y a pulmón.
En ese momento la operación no prosperó y recién pudieron concretar la ilusión de comprarla en 2018. Durante los años de espera, ella –diseñadora industrial y joyera– aprendió que su oficio podía convivir orgánicamente con su casa, tal como sucede con los plateros de la zona, que no tienen locales a la calle ya que los clientes valoran visitar sus talleres y conocer en profundidad su trabajo.
"No queríamos sectores de distribución ni pasillos, sino un interior que se aprovechara al 100%, donde todos los ambientes tuvieran su punto de fuga hacia el jardín."
Marina Massone, joyera y dueña de casa
Casa-taller-galería
“Areco está ligado a la tradición de grandes orfebres. Como mujer que hace joyería contemporánea, encontrar mi lugar fue un gran desafío, pero en cuanto lo logré, no dudé en tener una casa-taller-galería donde exhibir mi trabajo”.
“La casa está decorada con objetos que surgen de ejercicios en los que busco inspiración: obras hechas con resina, cerámicas, cuadros y prototipos”.
Grandes escenarios
La reforma estuvo a cargo del arquitecto local Gabino Alvelo y Araujo, idóneo para entender a la perfección qué hay detrás de las típicas construcciones arequeras. Por ejemplo, todos los cuartos que daban al patio en la casa original, hoy abren hacia el living-comedor con las clásicas puertas doble hoja de madera y vidrio, que fueron replicadas en la remodelación.
El living-comedor es una caja color arena con pisos de cemento alisado y cielo raso en madera quemada. “Con el techo oscuro y la luz baja, se crean escenarios muy lindos”, dice Marina
Desde el comedor, el acceso al antebaño con bacha queda abierto, como pasa en algunos bares y restaurantes.
El baño tiene doble circulación: se puede acceder tanto desde el living, para el uso de los invitados, como desde el cuarto de las hijas, a través de una puerta independiente.
Hacia el jardín
Como la cocina funciona de espacio de tránsito hacia el jardín, se buscó un diseño longitudinal y despojado, que facilita el orden y la circulación. La vajilla y los electrodomésticos se ocultaron detrás de las puertas corredizas de chapa.
“Cuando construimos tuve un pensamiento práctico: sabía que no quería enloquecerme buscando revestimientos ni tratando con mil proveedores. Por eso unifiqué todos los pisos de la casa con el cemento alisado”.
Taller rodeado de verde
En el fondo del jardín, Marina construyó su taller con algunas de las chapas y aberturas que recuperó de la construcción original.
En su lugar trabajo, la joyera dejó de lado la paleta neutra y el estilo minimalista que caracteriza al resto de su casa.
A sus visitas y clientes los recibe con un sillón de terciopelo verde y una barra, comprados en anticuarios de la zona. Del otro lado del mostrador, herramientas, materiales y el archivo.
Las chapas oxidadas de los techos de la casa original ahora forman parte de las paredes. El techo, en cambio, se hizo a nuevo, dado que requiere un mejor aislamiento.
Para descansar
En el dormitorio de las hijas, mesa de luz y camas vintage compradas en anticuarios. El ambiente da a un comedor al aire libre.
“No queríamos ir por los clásicos placares de puerta corrediza. Buscando alternativas, encontramos estos postigos antiguos, de aire contemporáneo y, a su vez, en línea con el resto de la casa”.
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