El dueño de casa planteó intervenciones más allá de las modas que se hilvanan con muebles y objetos que colecciona, exhibe y atesora.
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Leandro Fara colecciona objetos y muebles, pero también historias y su curiosidad lo lleva a buscarlos en mercados y remates tanto en Buenos Aires como durante viajes. Con semejante sentido estético, no es de extrañar que quedara fascinado con solo ver los planos de este departamento racionalista de fines de la década del 20 que tiene aspectos fundamentales para él, como techos de 3,30m de altura.
La historia de las cosas
La ambientación es el fruto de la admiración de Leandro por todo lo que rodea la producción de un objeto: el contexto histórico en el que surgió, el trabajo manual e intelectual que demandó, los materiales que se emplearon y el resultado que lo hace único por su forma y su función en la vida cotidiana. Un universo personal que refleja una forma sensible y atenta de ver el mundo.
La lámpara de estilo art déco alemana evoca los diseños surgidos durante el auge de la era espacial, un tema que fascina al dueño de casa.
Leandro rastreó durante años la mesa del comedor, que finalmente consiguió en un remate. “Si la mesa fue complicada, las seis sillas Platner, más: las compré afuera y las traje en barco”.
Un claro ejemplo
“El living y el comedor se unieron, y la cocina quedó abierta con una barra que usamos para desayunar, almorzar y cenar cuando somos pocos. Estamos mucho más ahí que en el comedor formal”.
El diseño de iluminación fue clave. En todo el departamento hay artefactos AR111 de ángulo cerrado y lámparas halógenas dimerizables que dan luz puntual y son de bajo consumo energético.
Continuidad}
Sobre este segundo living, Leandro cuenta: “Por su vista a un árbol de hojas perennes y su luminosidad, este espacio en el contrafrente funciona como living de día. En tiempos de home office, resultó un golazo”.
Convirtieron el sector de servicio en un segundo living que da un pulmón verde, y crearon espacios de paso que prestigian los olvidados pasillos de distribución. En todos, levantaron el solado y continuaron con la trama de espigas en roble de Eslavonia.
En palabras de Leandro: “En el espacio que separa el área pública de la privada armamos una biblioteca que también contiene la obra ‘La Familia’ de Beto Gutiérrez, un querido amigo”.
Como los pasillos se ponderan poco, les dieron amplitud y los hicieron atractivos.
Para lograr la proporción de color, usaron la siguiente regla: 70% de color dominante, 20% de color secundario, y 10% para colores de acento (textiles, accesorios y objetos).
En uno de los baños se instaló un prisma de mármol de Carrara, con un hueco para las toallas y otro para la bacha. Sobre la mesada, la lámpara ‘Globe’ de Verner Panton, un modelo de los años 60 que en el interior de la esfera de acrílico tiene cinco artefactos suspendidos por finas cadenas.
Dormitorio ampliado
Otro eje de la reforma fue unir dos cuartos para generar un dormitorio principal con baño y vestidor. A los ambientes que se unieron, les dieron continuidad con 400 metros de zócalos y molduras que guardan proporción con la altura de las paredes.
Al lado de la cama, sillón escandinavo; mesas fumador de Eileen Grey entrelazadas; lámpara ‘Ilum’ de los años 60 y despojador de Murano lila. Alfombra comprada en una venta de garage.
En el baño en suite, los carteles luminosos son de un local de artículos de limpieza de Córdoba ¡y funcionan!
"La mayor parte de las lámparas de la casa proyectan figuras contra las paredes o el techo cuando se encienden. No hay mejor pintor que la luz"
Leandro Fara, dueño de casa
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