Muebles multifunción, detalles de color y texturas, los recursos que más se lucen en este monoambiente dentro de un edificio del siglo XVIII.
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Teniendo en cuenta las dimensiones del estudio (42m2 o 51m2, contando el entrepiso) el espacio que vamos a ver se siente cómodo y hasta de medidas generosas. Por lo menos eso es lo que declara su dueña, la periodista Christy Hobart, que llegó por primera vez a París a principios de los 80 y allí se quedó durante ocho años trabajando en el campo del diseño, además de estudiar en la Sorbona y en la Escuela Superior de Arte y Técnicas de la Moda. Si bien regresó a su Los Ángeles natal (previo paso por Nueva York para obtener su máster en periodismo), siempre mantuvo un pie en la capital francesa.
“Hay muchos lugares en el mundo para conocer, pero siempre necesito una dosis de París”, dice Hobart, cuya firma apareció en Elle Decor, House & Garden, Saveur e InStyle, entre tantas revistas top.
Puro encanto
Tras años de quedarse en hoteles y casas de amigos, decidió dar el gran paso que le permitiría quedarse por más tiempo y aprovecharlo mejor comprando un departamento mini. El desaliento estaba por ponerle fin a la búsqueda, cuando finalmente encontró eso que coincidía con lo que imaginaba: un atelier abandonado en un edificio del siglo XVIII a pasos del Sena. Con sobrados contactos en el rubro, se contactó con Anne Steichen y Cassie Toulouse para encargarles un interiorismo sencillo pero alegre y colorido.
“Sabía que con un lugar propio iba a viajar más seguido. Te provoca un cambio profundo saber que hay pedacito tuyo en otra parte que amás”.
El pino tenía demasiada presencia, por lo que la dueña decidió eliminarlo en algunos sectores y alivianarlo en otros.
Pocos metros, mucha inteligencia
El espacio social integrado tiene tres fuertes puntos azules: el sillón, una columna estructural pintada y un panel que solo cumple un rol estético. “Mi mueble preferido es el sillón azul: hace de hilo conductor”.
“El equipamiento de un departamento chico tiene que ser práctico y multifunción. Acá, la mesa puede recibir hasta a seis arrimando las sillas del otro ambiente”
El piso de baldosas de corcho fue una elección de los responsables de la reforma por sus múltiples beneficios: unifica la superficie, absorbe ruidos y optimiza la temperatura.
Antes, la cocina estaba escondida detrás de puertas de pino. Una vez desmontadas, quedó a la vista este poco tradicional pero brillante revestimiento de azulejos negros y dorados que atrae la mirada.
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