Para hacerse cargo de la obra, los clientes contrataron a la misma firma internacional que había remodelado un restaurante de su propiedad, a pocas cuadras de esta construcción estilo francés.
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El estudio detrás de esta ecléctica reforma en Palermo Chico, Kallos Turin, es inglés. Aún así decidió asumir un compromiso casi patriótico por cuidar la esencia de la casa, diseñada en los años 40 por el célebre arquitecto Alejandro Bustillo, abocado, en aquel entonces, a reproducir en Buenos Aires el estilo clásico francés.
“Bustillo se encargó del proyecto, pero no de la obra. Su impronta es notable: fachada elegante; proporciones y alineamientos, perfectos. En ese sentido, solo hicimos algunos ajustes de espacios para volverlos más integrados. En cuanto al interiorismo, sumamos toques contemporáneos para que se viviera como una casa neoclásica y glamorosa”, nos cuenta la arquitecta Stephania Kallos, socia de Abigail Turin en la firma, que tiene bases en Londres y en San Francisco.
Con la colaboración del estudio local Mercer Seward Arquitectos en la supervisión de la obra, se montó un piso de roble similar al original y se aprovechó la amplitud de las habitaciones para generar espacios en los que los clientes pudieran recibir invitados y celebrar eventos de gastronomía y cultura.
"Trabajamos con mármoles y materiales clásicos que respetan el estilo lujoso de la construcción, pero de manera disruptiva en relación con el carácter de la familia, culta y de mentalidad moderna."
Arq. Stephania Kallos, socia de Kallos Turin
En compañía de los libros
“El hall de entrada tenía que ser ancho, para separar el interior de la casa de la calle y aislar del ruido el sector de la gran biblioteca”.
Un living amplio y sectorizado
Delimitado por la disposición del mobiliario, el living se dividió en tres zonas: un bar, una franja central de reunión y un sector íntimo frente a la chimenea.
En el comedor, juego de color y textura
El estucado total da calidez y baja la altura del espacio. “Nos inclinamos por los colores tierra con contrastes explosivos, como el de las sillas”.
La larga mesa se armó con dos tablones metálicos, fríos y lisos, que se contraponen a la textura cálida de las paredes y del cielo raso.
Hacia arriba
La escalera caracol original se hizo llegar hasta el último piso, donde se armó una terraza, un gimnasio y un cuarto de huéspedes. El Estudio agregó, además, una claraboya para iluminar todo su recorrido.
Al final de la escalera, el mármol del piso repite el mismo patrón que en la cocina. Se creó con fragmentos de las piedras que aparecen en el resto de la casa.
“Los muebles llegaron de destinos variados: algunos se compraron en Buenos Aires, otros los hicimos a medida en Londres, y muchos son de la galería neoyorquina Chamber”.
Piedras naturales
Los muebles de apoyo para las bachas no llegan hasta el piso para que se vea el mármol, lo que suma distinción a un espacio cuyo mobiliario tiene más que ver con un salón de estar que con un lugar de servicio”, nos explican.
Con ruedas y con diseños similares, uno de los bancos sirve para sentarse y el otro, tiene cajones para guardar el maquillaje y apoyar cosméticos
Un jardín listo para eventos
Otra de las premisas de la obra fue la de la creación de un jardín repleto de verde, en el que los dueños de casa pudieran sentirse cómodamente resguardados y, nuevamente, que contara con espacio suficiente para recibir gente.
“Mezclado entre el verde, el remate de espejos crea misterio y sensación de profundidad, un plus para este espacios exterior que no tiene dimensiones tan grandes”.
“El color de la parrilla, corazón del jardín, está a tono con la vegetación. Quisimos romper con el típico bloque negro y proponer algo que se sintiera fresco y que pudiera camuflarse entre las plantas”
Una cava de lujo
Lejos de los ambientes comunes, se construyó una habitación revestida en madera donde se guarda la colección de vinos, listos para ser catados sobre la isla de mármol verde.
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