Un equipo de profesionales de primera logró escenarios cálidos y concienzudamente diagramados en función de cada movimiento y necesidad de los dueños de casa.
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Karina Kreth se formó como arquitecta, pero trabajó casi veinte años como directora de arte en cine y publicidad antes de iniciar su etapa de diseñadora, cuando fundó Krethaus en 2009 y causó sensación. Esa carrera (que sigue profundizando) determinó su particular enfoque: no solo pensar en términos de clientes y proyectos, sino de relatos bien sostenidos. En esta trama en particular -la casa de una familia itinerante con cuatro hijos- trabajó el interiorismo en medio de un elenco estelar: Ricardo Pereyra Iraola, a cargo del proyecto de arquitectura; Valeria Hermida, en el paisajismo; Arturo Peruzzotti, en la iluminación y la constructora AVC.
El corredor cubierto que llega desde la vereda se convierte, una vez adentro, en el eje central de la casa. A partir de allí, se inicia un juego dinámico de materiales: donde hay piso de cemento, hay cielo raso de madera, y viceversa.
Solo en el eje central hay madera en piso y techo, enfatizado la división entre lo social y lo privado. Algunas superficies elegidas se trabajaron con hormigón encofrado para sumar textura.
Gloriosa amplitud
Como gesto de carácter, los contramarcos se forraron con gruesos listones de kiri arenado, lo que le da un aspecto poroso y rústico.
La cocina, a un paso
"En esta cocina tan blanca, el toque distintivo lo da la puerta de madera con ojos de buey. Ese detalle vidriado prolonga la vista cuando se mira adentro desde la galería."
Karina Kreth, a cargo del interiorismo
Lluvia de luces en la galería
La dueña de casa quería un sector más lounge, donde el diseño se ablandara. La “lluvia de luces” que vemos abajo cumple esa función, y además hace un doble juego: enfatiza la altura del techo, pero también lo acerca para aprovechar su calidez.
“Pensamos cada espacio al aire libre como si fuera un ambiente del interior: hay varios, están diferenciados, y cada uno tiene su clima, su estilo”.
Dormitorios en planta baja
Dada la amplitud del terreno, se hizo lo más lógico y cómodo: crear ambientes amplios y con la menor cantidad de divisiones posibles para el área social y los dormitorios en la planta baja. La escalera de hormigón con baranda de chapa negra (los tres colores dominantes) lleva al cuarto de huéspedes
“Los dueños volvieron de un viaje a Suiza enamorados de una cabaña. Con un hogar a leña y una cabreada de madera en el techo, le dimos a su cuarto esa sensación de refugio”.
El cuarto de los varones tiene menos luz que el resto de los ambientes. En lugar de caer en el minimalismo y el blanco, Karina optó por tonos oscuros y muebles grandes. “Así, el juego de escalas corre el foco y le da identidad”, concluye.
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