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De belleza solitaria y majestuosa, a El Chaltén llegan peregrinos para indagar en sus misterios. Protegidos por domos ecológicos que son puro confort, pueden vivir en pantalla grande su conjunción perfecta de elementos.
Acampar sin renunciar a la calidez, la comodidad ni la estética, en domos que nos sumergen en el entorno sin dañarlo, como lo desea todo el que busca un contacto íntimo con la naturaleza y como, por suerte, marca la época. Es la experiencia potente que propone Chalten Camp. Se trata de cuatro domos para huéspedes y uno para uso general con living-comedor, donde los visitantes pueden disfrutar de un merecido descanso tras una jornada de escalada o trekking.
Estas estructuras geodésicas están construidas en hierro, y tienen una cubierta impermeable que las aísla del frío y del viento aun conservando secciones transparentes para tener las mejores vistas del macizo Fitz Roy que brinda su ubicación privilegiada, en una zona virgen donde Don Andreas Madsen, pionero de Chaltén, construyó su casa a principios del 1900.
Domo principal
Este domo de 80m 2 alberga el living-comedor común. Es el lugar ideal para relajarse y disfrutar de las anécdotas de un día de plena actividad física junto a la salamandra y el fabuloso panorama.
"Usamos grandes colgantes de ratán y alfombras de distintas texturas para sectorizar este espacio abierto y darle calidez."
Patricia Ganly, de Estudio G, encargada de la ambientación de Chaltén Camp
Al entrar, la propuesta es cambiar los borceguíes o los zapatos de trekking por pantuflas de corderito y tomar las mantas de llama que se dejan a mano para ir entrando en calor después de día al aire más libre.
“Para los desayunos y comidas, pusimos tres mesas de cocina de campo antiguas. El toque de color en la decoración lo dan los aguayos, y la vajilla de cerámica de Los Naranjos”, explica Ganly.
Para descansar en la naturaleza
Los domos para huéspedes tienen 26m2. La terminación de la carpintería logra una bien calibrada rusticidad, en congruencia con la vista del bosque y las colosales montañas, cuyo espíritu marcó el Proyecto.
Todo aquí está guiado por la conciencia sustentable, empezando desde afuera. Los domos están apoyados sobre un deck, para minimizar su impacto en el ecosistema, y se tratan con aceites reciclados en lugar de pintura. Tanto el kiri como el eucalipto utilizado están producidos bajo normas de forestación sustentable.
Una cama de petiribí blanda, atractiva e invitadora, con almohadones de aguayo, únicos colores intensos del domo. Como pie de cama, mantas de llama, en las que también envolverse sentados en el clásico BKF junto a la “ventana”. Patricia Ganly le encargó a una acuarelista de El Chaltén obras con motivos de la fauna y flora autóctona, para que estuvieran presentes los avistajes del día también en los momentos de descanso.
“Este lugar te llena de una energía única. Se nota en la sonrisa de los viajeros, en su gesto de satisfacción y felicidad”. Verdadera elevación.
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