La clave del proyecto fue respetar la esencia de la construcción y lograr el equilibrio entre los gustos (diferentes) de los dueños de casa. Cómo se logró.
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Construida en 1910 y con dos reformas en su haber, una pareja se encontró ante una casa preciosa que, para llegar a todo lo que podía ser, necesitaba actualizar pisos, estructuras y servicios, además de un interiorismo inteligente, adecuado a sus amplios espacios.
Terminada la obra, que llevó ocho meses, la familia se mudó. Durante los tres meses siguientes, los trabajos de interiorismo continuaron, con el uso cotidiano como ayuda para terminar de personalizar el equipamiento. Los ambientes sociales conservaron su distribución, pero con pisos y revestimientos nuevos. La cocina, conectada con el jardín por un ventanal de vidrio repartido, potenció su estilo industrial con un mueble que aloja el lavadero. Renovada, la vivienda guardó el encanto de época, pero lista para el hoy.
Clásica y contemporánea
“Hicimos muebles de estilo contemporáneo a medida y reutilizamos otros traídos de sus casas anteriores para lograr el equilibrio entre el carácter antiguo de la propiedad y el uso que quería darle la familia”, nos cuenta el diseñador de interiores Rob Ortiz.
La pared del lado del living es más clara, pero los marcos del vano siguen con el tono oscuro del comedor.
Sillón de 3 metros de largo tapizado en lino color visón y mesas de centro de MDF laqueado brillante (todo de Rob Ortiz). Pufs giratorios ‘Abba’ (Hábito) tapizados en pana lavada (Géneros Carolina Biercamp). El sillón individual, pieza vintage, fue recuperado y retapizado (Géneros Carolina Biercamp). Alfombra (El Espartano). Cortinas de género francés (Zanav).
En la planta baja, elegimos materiales tradicionales y colores neutros que pudieran recorrer sin problemas todos los ambientes, adaptándose en cada caso
Cocina de estilo industrial y abierta al verde
Al lado de la heladera (Smeg), un escobero con puerta de petiribí (Rob Ortiz). Donde estaba el lavadero, hicieron un nuevo toilette para usar al salir de la pileta.
"Como los dueños tienen gustos opuestos –él es más clásico, mientras que ella se vuelca por lo contemporáneo–, uno de los principales desafíos fue lograr la armonía entre ambos estilos"
La cocina tenía una ventana de vidrio repartido y hierro en mal estado. La reemplazaron por esta nueva versión que se extiende hasta la planta alta, tomando el cuarto infantil que tenía una pequeña abertura de PVC.
Ninguna de las aberturas que dan al jardín tiene cortinas. La gran pérgola de hierro –pensada para que trepe una enredadera– supera el ancho del contrafrente y da la vuelta para proteger el pasillo. Por seguridad, instalaron rejas tubulares dispuestas de modo horizontal.
El tono justo
Una vez más, el color de las paredes se logró mezclando pintura hasta dar con el tono justo. Piso de pino tea reciclada.
En el toilette, revestimiento de pared, hecho con la pino tea recuperada de la cocina, que fue pintada de gris. Piso calcáreo ‘London’ (Cerámica Piú), espejo comprado en remate, lavabo de pie original de la casa con grifería ‘Compacto Berna’ (Robinet).
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