Una familia que dividía sus días entre un barco y un departamento porteño encontró la casa de sus sueños y, por eso mismo, mantuvo su impronta de otros tiempos.
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Durante el invierno, el lugar de encuentro es frente a la chimenea; en verano, el jardín y el quincho se convierten en el sector favorito de la casa. Con una estructura que conserva sus marcas de época y árboles centenarios (se trata de una antigua quinta que ocupa tres lotes en Beccar), sus actuales dueños la encontraron casi por casualidad. De camino a visitar otra propiedad, cuando la vieron le preguntaron al jardinero si podían pasar.
La fachada era de ladrillos pintados de blanco. Alisaron la superficie, le aplicaron un tono coralino y, pensando en una combinación que los enamoró durante un viaje a Francia, verde agua en las aberturas
“La casa estaba deshabitada desde hacía un año y medio, solo mantenían la pileta y el parque. Nos quedamos tan fascinados que a los pocos días fuimos a verla con Manu, el hijo mayor de Matías”, cuenta Soledad. Hasta ese momento, durante la semana vivían en el departamento que ella tenía en Belgrano, ya que ambos trabajaban en el Centro; y los fines de semana, se mudaban al barco de él, en San Isidro.
Vista total del living-comedor
“Los dos somos de la zona y nos gusta la vida al aire libre. Además, Matías ama la madera, que acá está tan presente en los techos del living, las aberturas y la biblioteca. Los espacios amplios y la posibilidad de hacer un quincho nos terminaron de convencer”, recuerda. Entonces, con muebles antiguos –heredados o comprados– en casi todos los ambientes, acompañaron el espíritu de la casa; hoy, como familia de cinco, sumados sus hijos Cata y Beltrán.
"Soñábamos con vivir en una casa de estilo colonial, y acá encontramos algo de eso por sus materiales y la disposición, casi toda en planta baja."
Matías y Soledad, dueños de casa
“Hoy, con tres chicos, quizás tomaríamos otras decisiones: nos falta un playroom, y uno de los baños quedó chico. ¡También en ese sentido es una casa como las de antes!”
Una cocina al rojo vivo
“Le huimos a tener una casa igual a todas. En la cocina nos dimos el gusto de pintar de un rojo tomate bien saturado que cambió por completo el espacio”.
Suite principal
En el dormitorio principal, combinaron el cielo raso blanco con paredes beige ‘6378′ (Sherwin Williams). Como ya tenían otros espacios de guardado, decidieron demoler el vestidor para ampliar el baño en suite. Pero la maravilla de la chimenea propia quedó.
Tanto en el living-comedor como en los dormitorios, los pisos son de lapacho natural, el mismo material del que está hecho el barco de Matías.
Dormitorio adolescente
Para recibir amigos
El actual quincho era antes una casita independiente: le dieron continuidad desde el interior de la vivienda principal, demolieron dos paredes para abrirlo al jardín e hicieron un baño a nuevo.
Añosa arboleda: en el jardín hay tres liquidámbares, dos palmeras, un tilo y la imponente araucaria del patio interno.
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