Con los materiales e iluminación como grandes aliados y una isla central protagonista, dos jóvenes arquitectas lograron dar un estilo contemporáneo y sofisticado a la cocina de un departamento de los años ochenta.
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“Fue un proyecto que se hizo en varias etapas: primero trabajamos el living y los dormitorios, y años después hicimos la cocina”, cuentan las arquitectas Marta Alalu y Melanie Sabra sobre la reforma de este departamento en un noveno piso en Belgrano. Una obra en etapas tiene como desafío el lograr que todo se vea coherente y uniforme al final del proyecto y ese fue su punto de partida para esta nueva etapa.
"Quisimos tratar de compatibilizar la materialidad de la cocina con los colores del resto de la propiedad; que no quede aislada del clima sofisticado y elegante de la casa."
Arqs. Marta Alalu y Melanie Sabra, a cargo de la reforma
Con total libertad para trabajar y pocos requisitos por parte de los clientes, resolvieron el desafío de aportar calidez, funcionalidad y armonía.
Un pedido especial
“El mueble desayunador fue el único pedido que tuvimos, después confiaron todo en nosotras”, aseguran las arquitectas. Antes de empezar la obra los clientes mencionaron que querían un sector donde pudieran tener a mano todos los electrodomésticos que usaban a diario, como la licuadora o la cafetera.
Pero la disposición original de la cocina planteaba un desafío: “En ese lugar había una ventana que daba al lavadero. Tuvimos que rectificar las paredes, pero pudimos recuperar ese espacio. La idea del mobiliario fue para generar una estación de café y liberar la mesada de trabajo”, comenta Sabra, responsable de Estudio Mutable.
"El eje longitudinal de la cocina nos permitió terminar en ese espacio que es una estación de café. Fue un remate de la idea de la isla."
Arq. Marta Alau, Estudio ALau Ponce
El corazón de la cocina
Emplazada en un edificio de los años ochenta, la disposición original de la cocina era totalmente diferente de la que hoy se ve, con una clásica mesada en forma de L.
“La idea fue respetar el eje longitudinal que estaba dado por la espacialidad de la cocina, pero cambiar su funcionamiento”, explica Alau. En ese planteo de cocina más contemporánea y vivida, la gran protagonista fue la isla central.
“Planteamos una isla que se utilizara no solo como espacio de trabajo sino como punto de encuentro para cocinar y compartir una comida familiar”
A la altura
Otro clásico de la época (desafiante en términos de amplitud) eran los techos bajos que además tenían una diferencia de altura en el área central. “Buscamos una iluminación que acompañase y ayudara a generar climas distintos”, explican las arquitectas.
La decisión de generar los espacios de guardado en los bajomesadas con amplias cajoneras y optar por estantes en la parte de arriba también colabora a alivianar y generar una sensación de amplitud.
El plus de elegancia y funcionalidad lo da el revestimiento de las paredes que “esconden” más lugares de depósito. El revestimiento se realizó con el mismo material de la mesa para lograr continuidad.
Superposiciones
“No queríamos la típica cocina con alacena y mesada convencional, sino algo más moderno, que se logró con la superposición de distintos materiales”, comparte Melanie Sabra, retratada bajo estas líneas.
“Nos gustó la idea de que todas las paredes estuvieran revestidas: el sector de símil madera, para poder disimular puertas y espacios de guardado; después, la pared que se mimetiza con el piso”.
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