En el día internacional de la mujer, recordamos a Margarete Schütte-Lihotzky, la arquitecta que hace 98 años diseñó una cocina eficiente y cambió la manera de entender ese espacio.
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Cuando Margarete Schütte-Lihotzky festejó su cumpleaños número 100, dijo que en 1916 nunca nadie hubiera creído que alguna vez una mujer tendría el encargo de diseñar una casa. Sin embargo, su madre logró que un amigo de la familia, nada menos que Gustav Klimt, escribiera una carta de recomendación que la convertiría en la primera mujer austríaca en estudiar Arquitectura. Militante feminista, es algo paradójico que se la reconoce por su cocina. Sin embargo, fue justamente esa mentalidad -y el deseo de que las mujeres pasaran el menor tiempo posible en la cocina- el que la llevó a idear esta cocina super eficiente.
"Si hubiera sabido que todo el mundo me iba a preguntar por esta maldita cocina, no la habría inventado."
Margarete Schütte-Lihotzky
Diseñar desde la experiencia
Lejos de la escala doméstica, la carrera de Margarete empieza con un proyecto social complejo: el diseño de viviendas para los veteranos de guerra discapacitados para el que la convoca Adolf Loos, su mentor. Esa primera experiencia como arquitecta de 1926 es la que le abre las puertas al desarrollo del complejo de viviendas sociales Römerstadt, un proyecto que buscaba modernizar esa ciudad. Allí, Shütte-Lihotzky estuvo encargada de diseñar el prototipo de la cocina, que resultó un éxito arrollador porque, al margen de su genio, el perfil personal de la arquitecta coincidía con el de sus clientas: todas eran mujeres trabajadoras.
La Cocina de Frankfurt
Pero no todo fue fruto de la inspiración o la empatía. La arquitecta realizó detallados estudios para determinar cuánto tiempo tomaban los procesos en la cocina y llevó a cabo entrevistas con amas de casa y distintos movimientos de mujeres. Fue en gran medida en base a ellos que optimizó los flujos de trabajo y creó lo que hoy parece obvio: una cocina compacta y funcional.
Estos fueron algunos de los detalles valorados por las usuarias directas de la cocina, que hasta ese momento no tenían opinión en su formato: tener a mano los condimentos, reducir la cantidad de movimientos para concretar una tarea, comodidad en un espacio mínimo, superficies metálicas y azulejadas higiénicas por su fácil limpieza.
"Racionalizar el trabajo del ama de casa es importante en todas las clases sociales. La mujer de clase media trabaja a menudo sin ninguna ayuda en su hogar; la de clase trabajadora suele trabajar fuera de él, ambas sobreexigiéndose al límite”."
Margarete Shütte-Lihotzky, revista Neues Frankfurt, 1926
“Yo no soy una cocina”
La “Cocina de Frankfurt” es el proyecto por el que más se la recuerda y por el que más se la reconoció en vida, algo que sin dudas le molestaba. Además de la mítica cocina, su trabajo como arquitecta incluyó la creación de los primeros jardines de infantes y una serie de espacios públicos ergonómicos, higiénicos y dignos que contribuyeran con el desarrollo de sus usuarios y habitantes.
Abajo, fotos del proyecto de vivienda mínima para dos familias “Zwofa”. La sucesión de imágenes deja claro el cambio del estar-comedor durante la noche, con dos camas sobre ruedas desplegadas. Y pone de manifiesto el interés de Shütte-Lihotzky por lograr hogares funcionales y confortables aún en muy pocos metros.
“Cada milímetro cuenta”, decía. Era algo que fascinaba a su espíritu ordenado y racional
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