Un departamento que parecía el equivocado resultó el idilio de Martina Correa y Tomás Magrane. Aquí, el testimonio de cómo lo transformaron en un hogar radiante.
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“Este departamento era todo lo que yo no quería”, es lo primero que dice el arquitecto Tomás Magrane, dueño de casa. “Soñaba con un piso alto con vista al río. Me gustaba la idea de mirar lejos, ver qué pasa en la ciudad”. Aun sabiendo eso, la inmobiliaria insistió en que lo visitaran porque, al fondo, tenía algo único: una terraza inmensa. “A Martina le pasó lo mismo que a mí: fue amor a primera vista. Y, de repente, nos encontramos comprando un departamento hecho bolsa en un primer piso: nada que ver”.
“Ambos tenemos una gran curiosidad por el arte y creemos que le da vida a una casa. En el hall pusimos un tríptico de Sylvie Loitegui, artista, arquitecta y gran amiga. Colgamos las obras bien juntas y casi llegan hasta el zócalo”.
Una casa maravillosa
Qué podía resultar de la inventiva conjunta de Tomás y Martina Correa, diseñadora de interiores y compañera de ruta en tantos proyectos –algunos de ellos publicados en Living– si no una casa maravillosa.
"El living y el comedor estaban divididos por una puerta corrediza, a la vieja usanza. Decidimos unir todo y hacer una biblioteca en el comedor para integrar los dos espacios."
Martina Correa y Tomás Magrane
Varias medidas aseguraron el éxito de la unión del living-comedor. Una decisión vital fue sacrificar una chimenea de tiraje dudoso y cambiar la orientación del living; ahora, contra esa pared hay un amplísimo sillón en L (a medida, Martina Correa). Para no obstruir el paso entre esos sectores, colocaron un sillón circular en lugar de un sofá clásico, y cambiaron el sistema de cortinas por unas de barral colocadas al filo del cielo raso para generar sensación de mayor altura.
En lugar de una mesa ratona, que por el tamaño del living hubiera resultado insuficiente o gigante, pusieron muchas mesas circulares, que van moviendo de acuerdo a cuántos sean y cuál sea el programa.
Un comedor que se usa
La puerta corrediza que separaba el comedor del living se usó para la nueva abertura de la cocina. A la mesa ovalada la acompaña un muy original sillón curvo (a medida, Martina Correa). “Las lámparas ‘Tolomeo’ son nuestras favoritas por lejos. Están por todo el departamento”.
“Me aburre la idea del comedor solo como comedor, porque no se usa. La biblioteca y el sillón lo integran al living y hacen que la mesa se aproveche para trabajar o estudiar”, dice Tomás
“Organizar las bibliotecas es mi tarea: disfruto intercalando libros con objetos, obras de arte. Martina es la que hace magia con los géneros, las texturas, los entelados y los muebles. Conformamos un buen equipo”.
Una cocina sofisticada
Para lograr las importantes dimensiones de este espacio, que eran inusuales en la época en que se construyó el departamento, unieron una antecocina y un comedor diario oscuro a la cocina original, que era bien larga y angosta.
“Después de años de hacer cocinas blancas, en esta obra preferimos el greige, que continúa con el mismo tono de la recepción”.
Amor a primera vista
“La terraza es la razón por la que compramos este departamento. Cuando la vimos, intentamos no mirar las baldosas naranjas ni los años de abandono, sino concentrarnos en todo su potencial”.
“Para hacer todavía más disfrutable este lugar increíble pusimos kamado y una ducha para el verano. Esperamos que, en breve, el enrejado esté cubierto por jazmines”.
Pisos de Travertino, pájaros cantando: esta terraza hace que olvidemos que estamos en pleno Buenos Aires.
Espacio ganado
“Con este corredor, convertimos un lugar de paso en uno de reunión, trabajo y también descanso. Además, es la principal salida a la terraza”, nos explican.
“Tomás quería todo abierto y yo le dije que necesitaba puertas para esconder todo mi caos, muestras, géneros. Fue una negociación bastante fácil. Tuvo que ceder”, se ríe Martina. “Como sufro cuando hay desorden y mi mujer es más desordenada o más normal que yo en ese aspecto, intento hacer ciertas concesiones estéticas, pero con espacios para que todo tenga su lugar”, responde Tomás.
Un cuarto rosa
"Nina, mi hija de 8 años, quería un cuarto rosa. Yo intenté darle una vuelta para que sea todo lo que a ella le gusta, pero que también le siga gustando por un tiempo largo."
Martina Correa, diseñadora de interiores y dueña de casa.
Suite silenciosa
Antes de abrir la puerta, sabíamos que íbamos a encontrarnos con una casa colorida, fresca y, sobre todo, original. “Mi trabajo me obliga a ver muchas cosas, incluso hasta cansarme de ciertas combinaciones o estilos tan repetidos”, comparte Martina.
“Muchos nos preguntan: ‘¿Por qué no hicieron el living atrás?’. Además de que era complicado por la planta, hoy agradezco que la parte privada dé al jardín: los cuartos son más silenciosos y se puede salir directo a la terraza”.
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