Nuevos procesos y una mayor conciencia ambiental están ayudando a disminuir los residuos que se generan en la industria textil, mientras se crean productos con valor agregado.
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Los descartes de la producción textil eran, hasta hace poco, materia prima de productos de segunda: trapos de piso o repasadores destinados a góndolas de supermercado. Pero gracias a una creciente conciencia ambiental en la cadena industrial y de confección, procesos rediseñados, nuevas tecnologías y también a un público más responsable, un mayor volumen de descartes se está reinsertando en la cadena para generar nuevas materias primas y accesorios no solo de calidad, sino con el valor agregado de la sostenibilidad.
Procesos y comunicación
Una empresa trabajando en el tema es TN Platex, gigante del sector que existe desde 1979 y emplea a más de 1600 personas y tiene fábricas en Corrientes, La Rioja, Catamarca y Tucumán, además de un centro de logística y oficinas.
“Algunos de estos procesos empezaron en la época de mi abuelo, hace 40 años; pero veníamos haciendo mucho desde lo productivo y poco desde la comunicación. Eso es importante porque darle visibilidad y valor desde la comunicación incentiva a que otros sigan el camino”, cuenta Tomás Karagozian, CEO de la empresa. Además, están impulsando mejoras para que las materias primas sean de mejor calidad y puedan destinarse a nuevos usos, entre ellos decoración y moda.
Entre todos sus textiles hay tres líneas de hilados sustentables: Eco Alpaca, producido con algodón descartado antes del proceso productivo (fibra con distintos grados de limpieza) y un porcentaje de fibra virgen; Eco Pabilo, similar al anterior pero más grueso y con la posibilidad de incluir poliéster; y Eco Color, a partir de retazos de algodón ya tejido que son clasificados por color, desfibrados y vueltos a hilar sin necesidad de re-teñir. Con éste último también producen tejidos, mezclándolo con hilados de PET recuperado o en otras variantes.
El valor de “sustentable” suele asociarse a un mayor precio, pero estos hilados tienen costos similares a los tradicionales, y el valor agregado de representar una reducción de residuos que de otra forma terminarían en las gestiones municipales de basura.
Parece sencillo tomar un descarte y reinsertarlo, pero requiere de un importante trabajo logístico. “El desperdicio de las dos plantas de Tucumán y la de Catamarca se procesa en una planta de La Rioja, y otra parte se procesa en Monte Caseros, Corrientes. Esto requiere de una optimización logística: prensar para hacer más eficiente la carga y bajar el costo del transporte, por ejemplo”, explica Karagozian.
Si bien la reutilización de descartes post-industriales es un gran paso, para una cadena verdaderamente circular, habría que incorporar un destino para el material post-consumo. “De acuerdo a una cooperativa con la que trabajamos, entre el 3,5 y el 5,5% de los desperdicios de la Ciudad de Buenos Aires son textiles, la ropa que descarta la gente. Con eso se hace muy poco o nada. Por ahora estamos preparados para trabajar el post-industrial, pero estamos desarrollando junto al INTI usos posibles para el post-consumo”, agrega. El Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), además, lanzó recientemente una Certificación de procesos de reciclado textil para empresas que quieran aval en este tipo de operaciones.
“El objetivo es aumentar cada vez más los productos Eco, la participación sobre el total de los que tenemos, porque es rentable. Y obviamente mejorar sus condiciones: la mano, la resistencia, la productividad de nuestros hilos o telas en las fábricas de nuestros clientes”
De la fábrica al emprendimiento y al hogar
Como muchas personas de la industria, Fernando Stoyanchaqui y Solange Guglielmone heredaron el oficio textil de la familia de ella. Cuando él trabajaba en una fábrica y observó el sobrante de algodón que se generaba, adquirieron maquinaria y empezaron a fabricar alfombras con el emprendimiento Al Telar.
“Tomamos un material que nadie quería, había que pagar para que se lo llevaran o representaba un riesgo de incendio, y fabricamos un producto masivo”, cuenta. El año pasado vendieron un millón de unidades de su producto estrella, la “Alfombra Bienvenida”.
Hoy su fábrica ya tiene 30 empleados e incorporó maquinaria para fabricar otros tejidos para mantas y cubrecamas, y textiles que venden por metro, como tusor para cortinas.
“Cuando arrancamos hace 14 años no se valoraba ni la industria nacional ni la recuperación, hoy sí”
Otra empresa del rubro que trabaja con estas materias primas es Adesal, especializada en jacquards. “Incorporamos hilados de algodón recuperado tanto por un interés ambiental como por la posibilidad de generar nuevas texturas, siempre dentro de nuestra especialidad, que son las tramas”, explica Agustina Blanco, jefa de calidad de la empresa. Ofrecen tanto textiles para tapicería y decoración (en sus colecciones estándar o respondiendo a pedidos especiales), como también producto terminado a través de la marca AD Home.
Gabriela Luccerini, al frente de Textilia Store, también usa hilados de algodón recuperado en mantas, colchas y alfombras, y reinserta descartes de sus propios procesos en fundas, alfombras y mantas. “Elegimos hilados sustentables porque van de la mano con nuestro compromiso con el medio ambiente y con generar la menor cantidad de residuos posibles. Creemos en la economía circular y a la vez nuestros productos textiles acompañan, utilizando estas fibras naturales, la tendencia de decoración rústica y con diferentes texturas que se viene eligiendo”, comenta.
Industrialismos actuales
¿Hacia dónde va el sector textil en materia de sostenibilidad? ¿La conciencia ambiental es solo una tendencia? No parece. Karagozian comparte su perspectiva: “En una feria me tocó presenciar una charla en la que se hablaba de la visión 2030 en la Unión Europea: el lema es ‘fast fashion is out of fashion’ (la moda rápida está fuera de moda’). Se empieza a exigir trazabilidad y huella de carbono de los productos, y responsabilidad extendida a los productores. Se habla de un carbón tax para la importación de productos por su costo ambiental y social en origen. Competimos contra países que trabajan con condiciones distintas, y hasta ahora la única variable que importaba era el precio; esto viene a emparejar un poco la cancha”.
Además de su rol en el mundo textil, el empresario difunde el industrialismo a través de diversas actividades, entre ellas el podcast “La fábrica”. ¿Hay interés en las nuevas generaciones de industriales por el ambiente? “Veo interés genuino”, dice.
“Tengo una gran expectativa en lo generacional; no somos ingenuos y en la batalla de ‘producir o no producir’ siempre vamos a estar a favor de que se produzca, pero que se haga con buenas tecnologías que generen un mejor impacto ambiental y social; además del económico, totalmente necesario”
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