Hace 12 años, Margarita Palatnik nos mostraba cómo su proyecto de una casita del árbol junto al mar fue mutando en un hogar “de adulta”.
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La visita a la casa de Margarita Palatnik no fue programada. Estábamos en camino al aeropuerto de Punta del Este, donde amablemente nos llevaban y, como quedaba de camino y teníamos un rato antes del vuelo, sencillamente pasamos. Habíamos viajado para entrevistar a su madre, la recordada Mirtha Fernández Aphesteguy, fundadora de Marabierto, un espacio que sigue deleitando a los amantes de la decoración y el buen diseño.
Margarita, que vivió años en lugares tan distantes como Nueva York o Turquía, empezó a elaborar este proyecto con los arquitectos Fabián Sosa Días y Luis Bogliaccini cuando trabajaba en San Pablo. Por motivos varios, quedó suspendido en 2001 y recién se retomó en 2006, cuando volvió de Turquía para ocuparse de Marabierto.“En un principio, como iba a ser una casa de temporada, quería una especie de mangrullo de 30m2, una casita del árbol, pero un poco más grande. Con el tiempo, fue mutando a una ‘casa para una señora adulta’, no sólo porque me había casado en el medio, sino también porque agregamos los elementos de confort necesarios para vivir acá todo el año, desde paredes de mampostería hasta ventanas de doble vidrio. Es medio un híbrido, pero estoy encantada con el resultado.
Subir para llegar
"Otro de los cambios del ‘ya que estamos’ son los dormitorios separados del ambiente principal. Porque originalmente todo iba a estar junto, tipo loft."
Margarita Palatnik, dueña de casa y del local de decoración Marabierto
“Los arquitectos no se quedaron atrás con lo ‘obse’. Me aclararon que no podía haber paredes ciegas y calcularon al milímetro las ventanas”.
“Estoy feliz con las dimensiones y flujo del ambiente principal. Si pudiera, tendría 1000m2, pero estos 5x12m funcionan a la perfección. Influyeron el presupuesto y el buen criterio de los arquitectos, que me dijeron que no necesitaba un loft, ya que el espacio hubiera resultado no sólo ridículamente alto, sino también un desperdicio de materiales y hasta de calefacción”, nos decía, con el concepto de eficiencia absolutamente naturalizado.
Una cálida cocina integrada
Esta es la cocina de dos consumados gourmets y cálidos anfitriones. El botón de muestra son los almácigos que vimos en el living, de una enorme variedad de tomates que Barbaros Algün -el marido de Margarita y director junto con ella de Marabierto- planta con dedicación para luego compartirlos en recetas deliciosas que él mismo elabora.
Si el piso de tablones de madera pintados de blanco está abrigado por alfombra turcas en el living, en la cocina lo protege un senillo modelo de Ikea.
La evolución de los sueños
En el dormitorio principal, un kaftan de seda antiguo, originario de Uzbequistán y comprado en Turquía, se enmarcó a la manera de un cuadro. Junto a la cama con respaldo de fibra de banano, mesa de luz de sheesham de la India con lámpara de cerámica de Tailandia (todo de Marabierto).
“De la ‘casita del árbol’ quedaron los pilotes. Su función es clara: aprovechar la vista, pero también conservar esa sensación que había buscado, de estar suspendida”.
“Cuando quise aumentar el ancho de la construcción de 3,3 a 5m, los arquitectos Sosa Días y Bogliaccini me dijeron que solo era posible reemplazando la estructura de madera con steel framing, que, a su vez, revestimos con madera”, comparte Margarita sobre la evolución del proyecto. Lo que estuvo programado desde el principio era una pileta muy larga, un anhelo de nadadora. “Tiene un fondo plano de 1,45 porque la idea es hacer ejercicio, no bucear ni tirarse de cabeza. Como la usamos todo el año, la calefaccionamos con paneles solares (los plásticos, que son más resistentes). Andan tan bien que están estrangulados para funcionar a la mitad, si no, el agua ya era una sopa.”
Siempre recordamos este viaje como una experiencia emotiva y enriquecedora. Y nos alegra ver que Marabierto sigue evolucionando en la mejor dirección. Con visitarlos haciendo click aquí, lo pueden comprobar.
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