Con una clara visión de lo que buscaban y sorteando los obstáculos sin flaquear, la arquitecta Carola Mauer y su familia lograron cumplir su sueño en las afueras de la ciudad.
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“Cómo llegamos a esta casa es una larga historia (casi una novela) que algún día pienso escribir. Es un sueño de hace mucho y estuvimos años remándola como emprendedores independientes para poder concretarlo”, dice la arquitecta Carola Mauer incluyendo a Andrés, su marido, y a sus hijos, sobre la vivienda que construyeron en un barrio cerrado de Pilar.
“La rigurosa geometría de los perfiles metálicos define los espacios de toda la casa”, dicen los arquitectos. El color negro toma el exterior haciendo de contrapunto a la calidez de la madera y los revestimientos de las paredes interiores.
Ya que estamos
“La pensamos como una casa de fin de semana, pero en el ‘ya que estamos’, ‘por si se quedan a dormir las visitas’, ‘por si la vendemos’ y ‘por si la alquilamos’, se transformó en mucho más de lo que imaginamos en un principio”, compartió con nosotros la dueña de casa.
Vaivenes
Parte de la novela son los cambios que, antes que frenarlos, los impulsaron adelante. Primero, fue Carola quien trazó el anteproyecto de la casa que imaginaban. Después, delegaron la dirección de obra en otro estudio, etapa en la que el proyecto empezó a cambiar, por lo que decidieron buscar otro camino. En ese momento, convocaron al estudio Gálvez-Autunno Arquitectos, que tomó los avances realizados y se ocupó de resolver con éxito los pendientes, acompañados en la dirección de obra por Alonso Constructora.
“Los clientes tenían definida la estructura que querían, algo que no es nada frecuente. De hecho, habían comprado muchos de los materiales metálicos. A partir de eso, aprovechamos la ligereza visual, la elegancia y la expresividad del hierro”, explican los arquitectos Manuel Gálvez y Santiago Autunno. El resultado: una vivienda que sorprende por sus volúmenes y morfología, con soluciones que compensan, por ejemplo, la falta de sombra del terreno, y un diseño de interiores elegante y relajado trazado por la arquitecta y dueña de casa.
Total black
“En el primer render, la casa era toda blanca, pero un día se nos ocurrió que la cocina fuera negra, y eso se contagió al resto. Tomamos algunas decisiones en caliente durante la obra que terminaron por definir nuestros espacios”, cuenta Carola.
En el bar, alacena con frente de esterilla americana pintada de negro y mueble bajomesada de paraíso negro lustrado Carola Mauer), mesada de cuarcita ‘Lumix’ con alzada espejada. A la derecha, mueble de cocina de melamina ‘Perfect Sense’ (Holzart) con mesada y alzada de Dekton ‘Kelya’ (Canteras del Mundo). Banquetas (Carola Mauer). Lámpara colgante lineal (Bros Luces & Objetos).
Mirador
Armaron el living pensando en interrumpir lo menos posible la vista hacia el jardín y la laguna: de frente y a los costados, los sofás más grandes, mientras que contra la ventana ubicaron dos sillones individuales que, incluso, tienen respaldo de esterilla traslúcida. Las mesas de centro de kiri con base de hierro “son fáciles de mover, las acomodamos según queremos en cada momento”, cuenta Mauer.
Andrés no quería “cortar” la galería con columnas. Para resolverlo, trabajaron junto a AHF SA y la ingeniera Carola Fainstein, amiga de la casa, en los cálculos estructurales y el diseño de la grilla de hierro que sostiene la vivienda.
“Siempre pensamos en una pileta con borde infinito. La ubicamos a lo ancho en nuestros primeros bocetos, pero hubiéramos necesitado un muro más grande (y costoso) que empujara hacia el desnivel”, explica la arquitecta.
Respiro
La familia tiene su base en un departamento en la Ciudad de Buenos Aires. Pensando esta casa como una escapada para los fines de semana, crearon diferentes espacios al aire libre: además de la pileta y de equipar el sector del fogonero en la orilla del lago, dejaron espacio de césped libre para usar como canchita para que los chicos jueguen a la pelota.
“La planta alta ‘flota’ sostenida por pilares de hierro y separada de la planta baja por una raja vidriada de 60cm, que no solo genera un efecto visual, sino que además filtra el impacto del sol, ya que no hay árboles en el entorno”
Hacia arriba
La escalera fue uno de los desafíos a resolver por los arquitectos, ya que quedaba muy ajustada e incómoda. “Quería que fuera hermosa, un elemento de diseño, porque es de lo primero que se vería al entrar”, dice Carola.
En su diseño y materialidad, la escalera reúne elementos de ambos niveles “para que se cruzaran los dos mundos”, en palabras de la dueña de casa. Eligieron Travertino para la base, como el piso de la planta baja, y madera, como en el piso superior. Como atención extra al detalle, hicieron el respaldo del sofá a la altura de los escalones para que no se distinguiera al entrar.
Aprovechando el distribuidor, con repleto de luz natural, ubicaron un escritorio contra la baranda; el espacio les permitió equiparlo, además, con una biblioteca.
Una orilla propia
“Como desde nuestro cuarto se veía el techo de chapa de la galería, hicimos unas bateas de malla de alambre y les pusimos piedras, en una suerte de jardín seco. Ahora es mucho más lindo de ver”.
Como eventualmente piensan alquilar la casa, la equiparon con mucho espacio de guardado: la pared que hace de respaldo de la cama, al otro lado es un placar generoso para que la familia pueda guardar todas sus pertenencias. También aprovecharon la pared trasera. Cuando se instalan allí, funciona como un walk-in closet.
Gusto
“Soñaba con una bañadera estilo tina junto a un enorme ventanal. Para tenerlo sin perder privacidad, hicimos un patio con el techo abierto que nos deja ver el cielo desde adentro”, cuenta Carola. El patio tiene el mismo revestimiento cerámico (Syria Cerámicos) que el piso y las paredes del baño, lo que lo agranda aún más visualmente. Entre la bañera exenta y el ventanal ubicaron la ducha, sin box. “Mucha pendiente y buena canaleta son las claves para que el agua fluya bien”.
Solución a medida
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