Querían un quincho pero no estaban dispuestos a sacrificar el jardín, con una inusual reforma que aprovechó el espacio subterráneo el estudio de arquitectos Fallone resolvió lo imposible.
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“Ya habíamos empezado la obra de la casa cuando la dueña nos dijo que quería un quincho. No estaba contemplado en el proyecto original y no había manera de incorporarlo en esa etapa”, cuentan el arquitecto Esteban Fallone y la diseñadora de interiores Jimena Marrano, responsables de Fallone Studio. Sin embargo, casi diez años después de esa conversación, y con más integrantes en la familia, los dueños de casa decidieron retomar el tema.
"Querían un espacio amplio para reuniones sociales, que estuviera separado de la casa y que no sacrificara el verde del jardín."
Arq. Esteban Fallone y Jimena Marrano, diseñadora de interiores, responsables de Fallone Studio
Charla informal
“Todo empezó con una charla informal, les dije que podíamos levantar todo el jardín, hacer la obra y volver a poner la tierra para no perder espacio verde”, cuenta Fallone. Su estudio había terminado una obra con un quincho en el subsuelo en otra propiedad del mismo barrio: eso ayudó a darles el empujón. “Ahí nuestros clientes vieron que era posible y se entusiasmaron”, aseguran.
“Culturalmente el quincho es siempre la primera ampliación que una familia tipo apunta a hacer en su casa”, asegura Fallone. Cerrado o semi cubierto, este espacio independiente ofrece una alternativa para las reuniones sociales sin comprometer el orden ni la tranquilidad en la casa.
Trabajo conjunto
La construcción se llevó a cabo en un ida y vuelta constante con los dueños. ¿El resultado? Un quincho con aires contemporáneos en una superficie de casi 200 m2 que incluye cocina, parrilla, bar, vinoteca, área de esparcimiento y grandes espacios para invitar amigos y familiares.
El lugar cuenta con dos barras en distintos sectores que colaboran a generar reuniones íntimas a su alrededor.
“La dueña se imaginaba juntándose con las amigas e insistió con una barra en la cocina en la que, además, se pudieran sentar”
Para fomentar la atmósfera distendida, se propuso una sección de bar con una barra de 1,20 mt de altura con chopera y sistema de refrigeración incorporado, máquina de hielo, heladera, bacha y un sector de bebidas. “Puede funcionar de manera totalmente separada de la cocina”, aclaran.
Todo el mobiliario fue diseñado por el estudio aunque algunas ideas llegaron por los pedidos puntuales de sus clientes. “Nos tiraron un par de premisas y nos dejaron proyectar; ellos confían un montón en nosotros”, aseguran.
En busca de lo dinámico
“Una condición que nos plantearon fue que los muebles sean livianos y puedan funcionar de distintas maneras. No querían cosas que queden estáticas”, detalla Marrano sobre las indicaciones de los propietarios para el diseño de interiores.
Así, la gran mesa de petiribi puede dividirse en dos para recibir más invitados o moverse fácilmente para abrir paso a una pista de baile. Con el sillón ocurre algo similar: si bien parece un sofá grande, está modulado en pequeñas partes.
“El desafío más grande siempre es que el espacio funcione, que sea vivido y que se adapte a toda la familia”, aseguran Fallone y Marrano.
Diez años después
“Muchos materiales tenían que ver con la casa original. En esos 10 años cambiaron los lenguajes, las tendencias. Tomamos lo suficiente como para que el quincho se integre orgánicamente y siga siendo una misma obra”, cuentan desde el estudio.
Desde el jardín de la casa una escalera metálica cede paso a la luz y desemboca en un patio inglés, idea del Arq. Fallone. “Si el clima lo permite, se corren los ventanales y el living se fusiona con el espacio exterior”, explican.
“El terreno de la casa es atípico: tiene forma triangular y el espacio verde se ubica de costado. No había muchas opciones de hacer la obra sin perder parte del jardín”.
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