Una torre medieval del siglo XI en el corazón de Roma era un lugar ideal para hospedarse. Así lo vio la argentina Laura Barrientos que, junto a una socia italiana, restauró y diseñó un hotel boutique con vistas y un patrimonio único.
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Puertas adentro del hotel boutique que balconea a la emblemática Plaza Navona, la argentina Laura Barrientos encabezó una restauración histórica que le abrió las puertas de un descubrimiento especial. Junto a su socia italiana, Silvia Natoli, diseñaron nueve habitaciones en uno de los puntos más icónicos de Roma, a metros de la famosa Fuente de los Cuatro Ríos que atrae a miles de turistas por día. Mientras daban forma al Relais Rione Ponte, que se esconde en el tercer piso del edificio de Via Giuseppe Zanardelli 20, Laura entendió en profundidad el significado de la expresión de “las paredes que hablan”. “En la Edad Media, esta torre fue el escenario de episodios sangrientos y ejecuciones capitales, como la de Sanguigni en 1406″, asegura.
El edificio en el que funciona el Relais Rione Ponte atesora relatos truculentos de cortesanos, familias poderosas y mitos que trascendieron sus propios ladrillos. La Torre Sanguigna (Torre Sanguínea), ubicada en el área lateral del edificio, guarda buena parte de las leyendas: “Sus bloques son de ladrillo y toba, probablemente datan del siglo XI, cuando fue construida por la familia Géminis, integrante de la nobleza. En la Edad Media pasó a la familia Sagnotti, una dinastía romana muy poderosa que levantó su propia fortaleza en esta área”. Torres como esta eran moneda corriente en el barrio, pero hoy hay muy pocas que sobrevivieron.
"Fue amor a primera vista. No sólo por la ubicación estratégica sino por el valor agregado de su bagaje cultural, que lo convierte en un bien patrimonial. La torre fue reciclada por dentro, ya que la fachada está protegida."
Laura Barrientos, socia fundadora del Relais Rione Ponte
El frente de la torre aún luce al descubierto, pero desde 1860 (con las obras que llevaron a la construcción de Via Zanardelli) está incorporada al conjunto actual. Hace ya diez años que la argentina y su socia italiana, Silvia Natoli, conocieron el segundo piso del edificio y su historia las enamoró al punto de diseñar una experiencia a medida. Barrientos tenía muchísima experiencia en hoteles de lujo cuando, en una comida con Natoli, surgió la idea de emprender. Aunque lógicamente el proyecto exigía de un arquitecto que liderara la reforma, el interiorismo recayó en ellas.
“La idea inicial fue conjugar confort moderno con decoración elegante y funcional. Se dispusieron algunas habitaciones más pequeñas para el huésped de fin de semana, y otras más espaciosas para los huéspedes intercontinentales”, cuenta. Aunque es una de las más chiquitas, la más especial de todas es la que está en la antigua torre. “Aún quedan a la vista las marcas del arco de entrada. Nos divierte contarle la historia a los huéspedes curiosos, esos que quieren conocer los secretos de la ciudad”, asegura Natoli. Aunque su apuesta en diseño es contemporánea, el valor más importante de su hotel no es otro que el histórico.
Estructura antigua, arte contemporáneo
“En Roma se respira arte: antiguo, barroco y renacentista. Esta zona es básicamente conocida como barrio del Renacimiento”, cuentan las socias. Amantes del arte, y seguidoras de la obra de algunos artistas locales, sentían que los espacios comunes del hotel podían ser un buen espacio para exponer y dar a conocer su trabajo. Con el asesoramiento curatorial de la galería EmmeottoArte, con base en Roma y Nueva York, transformaron a las paredes de la recepción, el lounge y la sala de lectura en una galería de arte contemporáneo.
“Cada suite cuenta con una curaduría definida por la luz, los contrastes, el espacio y el estilo de las habitaciones. Cuidamos los detalles y la ambientación de cada una, queremos que el arte forme parte del estímulo”
Y aún cuando el barrio sea renacentista, ninguna experiencia italiana que se precie desconoce la maravilla de su diseño contemporáneo. El mobiliario de las habitaciones fue especialmente diseñado por el Atelier Bertelè, tercera generación de ebanistas y tapiceros, las luminarias de la firma italiana Flos y los textiles de Dedar Milano hacen honor a ese legado. Aunque nada puede igualar la belleza de las visuales más icónicas de la zona que se cuelan por la ventana: la Plaza delle Cinque Lune, Plaza de Tor Sanguigna, Via de’ Coronari (una del las calles más lindas de Roma por AD en el 2020 ) y el Estadio de Domiziano.
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