Una pareja convocó a la arquitecta Vanesa Lijdens para que trabajara en la última etapa de construcción de su piso en Colegiales. El resultado de ese trabajo conjunto combina la calidez de la madera con la fuerza del hormigón.
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Eleonora y Pablo conocieron a la arquitecta Vanesa Lijdens por videollamada; no necesitaron más para entenderse a la perfección. El edificio en Colegiales al que planeaban mudarse estaba en construcción, pero sabían que había que repensar ciertos espacios para que se adaptaran a las necesidades de su familia. Con ese pedido en mente enviaron su primer mail a la arquitecta y concertaron el primero de tantos encuentros con los que dieron forma a su lugar.
"Buscábamos un lugar amplio donde pudiéramos pasar tiempo en familia o con amigos que estuviera integrado, pero también lo suficientemente sectorizado como para lograr una buena convivencia. En ese sentido, confiamos plenamente en Vane."
Eleonora, dueña de casa
Integrado pero íntimo
Partiendo de la planta, el departamento ya ofrecía la intimidad natural de una construcción en tres niveles. La planta principal, donde se ingresa y encuentra todo el espacio social, está en la planta alta. Abajo, están los cuartos y la diva del proyecto: un espacio que funciona como estudio o playroom. Arriba de todo, hay una generosa terraza, ideal para los chicos. El pedido de la pareja tenía que ver con lo estructural, pero también con una cuestión de clima: querían que el departamento se sintiera como una casa.
"Respetamos el lenguaje arquitectónico del edificio, con la estructura de hormigón a la vista. La honestidad de los materiales es uno de los temas que me convocan."
Arq. Vanesa Lijdens, responsable de la obra
“Queríamos ambientes puros y limpios que pudiéramos ir llenando con objetos que tuvieran un significado especial para nosotros”, cuenta Eleonora. Aunque decidieron partir de cero con el equipamiento y los muebles, eligieron cada objeto cuidadosamente: “¡todavía seguimos!”, asegura.
“Tardé mucho en elegir la mesa y las sillas del comedor, pero cuando vi las de Patricia Lascano no lo dudé: fue amor a primera vista”, admite la dueña de casa.
Para ganar tiempo, encargaron los muebles a medida, el equipamiento y demás elementos antes de que los dueños recibieran las llaves. Cuando esto sucedió, la familia pudo mudarse en pocos meses. Debajo de las generosas aberturas, se extiendo un mueble empotrado de madera que suma espacio de guardado.
“Fomentar el consumo del diseño argentino es uno de los temas que más me interesa”, asegura la arquitecta que priorizó el uso de materiales y equipamiento locales.
El volumen que contiene los servicios (lavadero, baño, heladera y despensa) se resolvió con un cerramiento de madera que le dio unidad e integración con el resto de la cocina.
Priorizar la calma
Para lograr espacios luminosos, que transmitan serenidad y calma al habitarlos, se optó por una paleta sintética: madera, blanco y tonos neutros en la tapicería.
Las barandas en vidrio les dan a las escaleras un carácter etéreo y permiten que la luz se extienda con mayor fluidez.
Punto de encuentro
Corazón de las actividades de todos los habitantes de la casa, para Vanesa el mayor desafío estaba en el diseño del estudio-playroom. La idea era que fuera un espacio versátil ya que además de ser el espacio de trabajo de Eleonora y Pablo, reúne una nutrida biblioteca y el espacio de televisión.
“Resolvimos que el cerramiento tuviera estructura de madera y fuera en vidrio para captar la luz del nivel superior y de los espacios contiguos, e integrar el ambiente: al circular por la escalera o por el pasillo, la familia puede interactuar visualmente por medio de los planos transparentes”.
La escalera llega desde la planta principal. Desde acá, se accede al pasillo en el que se despliegan las habitaciones.
A contramano
“Nos encantó que los cuartos estuvieran abajo, a contramano de lo que es más común. Eso le da mucha más intimidad a los espacios privados”, reconoce Eleonora.
El área, además del estudio, tiene dos dormitorios con baño en suite, y otro con baño aparte.
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