La propiedad, inmersa en un terreno aislado, ni siquiera tenía baño; tras siete años de obra, recobró vida y calidez
- 3 minutos de lectura'
Nicole Castillo (33) y su marido se mudaron del desierto al bosque. Ella es una historiadora de arte y fotógrafa chilena; él, un empresario sueco vinculado a la minería, rubro que lo llevó a vivir en Chile hace unos años. Se conocieron en Iquique, el polo minero al oeste del desierto de Atacama, y la espera de su primera hija los hizo cambiar de rumbo de manera abrupta: el destino elegido para la crianza fue Suecia.
Como si el desafío de cambiar de idioma y de locación no hubiese sido suficiente, la propiedad que compraron, originaria del 1800, no tenía baño, su camino de acceso los dejaba a 1,5km de la puerta de entrada y está inmersa en un terreno de 30 hectáreas cuya localidad más próxima es Byske, de menos de 2.000 habitantes.
Volver a lo manual
El contexto inhóspito no les dejó más opción que acudir al bricolage, pero eso se les da muy bien a ambos. En el transcurso de siete años, ellos mismos reconstruyeron la vía de ingreso, ampliaron la casa, instalaron un baño adecuado para mudarse, cambiaron pisos, pintaron paredes y fabricaron muebles.
"Estudié Historia del Arte en Chile y, cuando llegué a Suecia, me enamoré de sus muebles y objetos decorativos del 1700 (un estilo que todavía hoy se ve en muchas casas), pero los mezclé con piezas modernas en pos de un resultado más entretenido."
Nicole Castillo, fotógrafa, fundadora de Nicole’s Lantgård y dueña de casa
Los ambientes se equiparon con una curaduría de objetos exquisita, que Nicole desarrolla a diario en su tienda de muebles de segunda mano, Nicole’s Lantgård. “Como soy muy inquieta, me costó desarrollar la paciencia necesaria para transitar la re- novación paulatina de la casa. Siempre estoy buscando mobiliario lindo para mi emprendimiento... pero me quedo con una parte para mí”, comparte con nosotros.
En el medio, además, llegaron dos varones para completar esta familia de cinco, y las actividades manuales quedaron supeditadas a los tiempos de la maternidad.
Un pequeño paréntesis del exterior
Una de las particularidades fue que pintaron la fachada en rojo Falun, un color muy tradicional en Suecia, cuyo pigmento se extrae de la mina de cobre homónima, al noroeste de Estocolmo.
“El color fue un modo de proclamar la identidad nacional de esta casa del 1800. Aunque la costumbre es tener partes blancas, nosotros quisimos un exterior continuo e imponente”.
Cuota de verano en la cocina
“Acá priman las cocinas de líneas simples y madera natural, pero yo necesitaba más carácter y color. Tomando como base la tostadora, elegí el azul (por el Océano Pacífico de mi querido Chile), toques de rojo (mi color preferido) y el amarillo, para convocar al sol, importantísimo en los largos inviernos, cuando oscurece a las dos de la tarde”.
Búnker creativo
“Esta oficina es una ‘ensalada’ en la que se combinan todas mis pasiones: la música, la decoración, el bricolage. Aquí preparo y completo todas las órdenes de Nicole’s Lantgård, mi boutique de muebles de segunda mano”.
“Los siete años de obra empezaron con el baño, que era la condición indispensable para poder mudarnos, ya que solo existía uno fuera de la casa”.
Más dameros...
Valter, el hijo del medio, tiene 8 años y es fan del Hombre Araña, por eso les pidió a sus papás un cuarto con paredes azules y pisos rojos. “Encontré esta vuelta de tuerca para convencerlo: suelo rojo y blanco, paredes neutras y un sofá azul”, cuenta, entre risas, su madre.
“Cambiamos el solado de la casa por uno de madera vitrificada, que hace que los ambientes brillen y luzcan más grandes. Los pinté con distintos colores y motivos; todos a mano. Para los cuadrados del cuarto de mi hijo, ni siquiera usé cinta: solo lápiz y regla”.
El tratamiento para vitrificar la madera es bastante engorroso, según confiesa Nicole. “Tarda 72 horas en secar, y después todavía hay que esperar unos días para que el producto endurezca bien. Mi marido estaba de viaje cuando trabajé en el living, así que le compré un pasaje a mi madre para que viniera desde Chile a ayudarme con los chicos mientras yo corría muebles y hacía el tratamiento”.
Escaleras arriba, más dormitorios
La escalera que conduce al dormitorio de Amelie está flanqueada por un estante zapatero que, inicialmente, iba a ser cava de vinos. “Tenemos techos –y en, consecuencia placares– de poca altura, así que la función de ese mueble cambió rápidamente”.
Los puzzles de pescados son un manifiesto de la temática que atraviesa a la familia, y que es inherente a la zona en la que viven, próxima al río Byske, uno de los mejores sitios para pescar salmón en todo Suecia a solo 100 metros de la casa.
El cuarto matrimonial: un altillo donde caben todos
“Me gusta tener toda la ropa a la vista porque puedo ir definiendo desde la cama qué me voy a poner, ya que vestirme es lo primero que hago cuando me levanto”, dice la fotógrafa.
Como Amelie tenía la costumbre de ir muy temprano al cuarto de sus padres, Nicole y su marido colgaron una hamaca. “Nos pareció mejor que una TV para que distrajera mientras nosotros descansábamos un ratito más”.
En azul, marrón y naranja, los sofás ‘Togo’ aparecen dispersos por toda la casa. “Me fascinó el modelo porque, además de lindo, es muy fácil de mover: los chicos pueden acomodarlos solos cuando juegan con amigos, sin necesidad de pedirme ayuda”.
–¿Cómo se llevan con el techo a dos aguas? No solo quita espacio de guardado, sino que el volumen de los espacios se ve ampliamente reducido.
–Es un formato de casa muy común en Suecia, que a nosotros nos resulta perfecto. Dado el tamaño que queda para las ventanas, las habitaciones tienden a ser oscuras, y eso nos permite llevar mejor el verano, con demasiadas horas de luz por día.
–¿Tienen intención de seguir reformando la casa?
–Sí. Principalmente, porque necesitamos armarios. Usamos muchísimas capas de ropa durante el invierno para sobrellevar las bajas temperaturas, que el año pasado alcanzaron los -40°C. También queremos armar un invernadero que unifique todos los cultivos que tenemos dispersos en el terreno: tomate, pepino, papas, hojas verdes, etc.
Anexo para visitas y ocio
“Usamos la cabaña con paredes celestes y vistas al lago para recibir invitados o para disfrutar en verano. Desde allí puedo ver a mi marido y mi hija pescar con mosca, un deporte que los tiene fanatizados”
Adosado a la fachada, una suerte de depósito abierto les permite guardar las herramientas para el cultivo de tomates. Es la precuela de lo que vendrá a futuro: un invernadero.
Más notas de Casas de campo
"Las ventanas parecen de una película de terror". Así es la casa en Madrid en la que se filmó el último éxito de Almodóvar
Una guarida muy bien diseñada. Entre montañas y viñedos, esta estilizada cabaña de madera se posa en el paisaje casi sin tocarlo
Asombrosa. Madre e hija arquitectas diseñaron esta casa que emerge entre las piedras del Valle de Traslasierra
Más leídas de Revista Living
En Escobar. Un especialista en bioconstrucción cuenta cómo armó su casa de madera recuperada y muros de quincha
Las mesas más lindas. Claves y secretos para armar arreglos espectaculares
En Barracas. Marcada por el arte, su casa terminó transformando el Pasaje Lanín
Antes y después: una clásica esquina en Almagro se convirtió en cuatro viviendas llenas de luz y encanto