Inmersa en la mata atlántica de Ubatuba, este refugio -que combina materiales locales, nuevas tecnologías constructivas e inspiración japonesa- tiene muchas ideas para copiar.
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“Fazenda Ressaca necesitaba una experiencia más inmersiva de la naturaleza”, dice Juan Diego Erhart del Campo sobre la gloriosa casa colonial donde recibe huéspedes. En medio de un campo de 100 hectáreas en Ubatuba, nos permitimos dudar, pero este argentino radicado en Brasil sabe de qué habla: allí, siempre es posible adentrarse un poco más en la espesura.
Pensando justamente en eso fue que, junto con Belén Cabrera, que está a cargo de la hospitalidad, contactaron al estudio Pitta Arquitetura para diseñar en conjunto una cabaña que, a escasos 100 metros del núcleo de Fazenda Ressaca, diera la ilusión de estar perdidos en la mata atlántica. “Queríamos un refugio que se pudiera abrir y cerrar, un espacio para dos personas que permitiera ‘desprotegerse de los confines de un lugar’”, sintetiza.
"La cabaña ‘Jaguaritica’ se hizo en obra seca con esqueleto de hierro y wood frame impermeabilizado con la técnica de quemado japonesa shou sugi ban, pero solo en los laterales, para destacarlos contra el color de la madera al natural."
Juan Diego Erhart del Campo, propietario de Fazenda Ressaca
Claroscuros
“La madera oscura tiene algo de misterioso: hay, al mismo tiempo, un fundirse en el paisaje y un ‘aquí estoy’ de la casa. Esa dualidad desemboca en sorpresa al abrir la puerta desde el lateral cerrado”, nos explica Erhart del Campo. La proporción de claro y oscuro se da vuelta en el interior: apenas se cruza la puerta de entrada, aparece la cocina con muebles enchapados en ébano y mesada y alzada de granito contra la madera dorada. “El gris grafito es un color que me gusta mucho: da distinción, pero no absorbe tanto la luz como el negro”.
“Con el arquitecto Thiago Pitta discutimos bastante sobre si hacer un respaldo de cama bajo o no. Finalmente, decidimos que lo mejor era dejar la chapa multilaminada de 2,5m de alto completa, para tener cierta intimidad en el recorrido al baño que sucede detrás de ella, aunque sin hacerla llegar al techo. Aun estando felices de a dos, es importante la opción a la privacidad”.
Un adentro confortable, estético y protector
El revestimiento interior se hizo con multilaminado fenólico de virola, un árbol autóctono de crecimiento rápido que, en este formato es altamente resistente a la humedad y las plagas. “En un entorno así, por supuesto que quisimos trabajar con madera. Lo primero fueron las placas; a partir de ahí, buscamos crear los muebles en un tono compatible”, revela sobre el disparador del interiorismo.
El trabajo de paisajismo también implica dónde implantar la casa. Aquí se hizo a 100m de la fazenda, aunque nos creeríamos solos en el mundo. Atrás, la diagonal iluminada marca una plantación que, de no estar, dejaría ver el hotel. “Buscamos un sentido de intimidad e independencia, pero con practicidad”, explica Juan Diego.
“¿Los bichos? Aparecen en alguna época del año y al atardecer. Se puso en cada paño un panel de mosquitero para correrlo a esa hora sin perder la sensación de apertura, la vista, ni la ventilación cruzada”.
“Intentamos amplificar la experiencia de un monoambiente de 45m2 cubiertos ofreciendo variedad situaciones. Llamo ‘situaciones’ a tener distintas vistas, funciones y sensaciones con solo caminar unos pasos”.
Ideas para tomar nota
En pocos metros, es grande la exigencia en el diseño de interiores: todo está a la vista, todo se usa y hasta con diferentes funciones. “Con un fantástico artesano español que estuvo de paso en Ubatuba hicimos la cama y la claraboya forrada en madera”, dice Erhart del Campo con admiración. “Otro acierto fue el color del baño. Muy distinta sería la sensación si abrieras la puerta y fuera blanco”.
“Algo válido es la madera en el cielo raso del dormitorio: en los cuartos se mira mucho al techo”, dice con sentido común Erhart del Campo.
“El paño fijo junto a la cama fue evolucionando hasta convertirse en rincón de lectura, distensión o cama extra para un niño. Este tratamiento de las ventanas, que te hace sentir tan bien y protegido, es algo que recomiendo para cualquier casa”.
Un entorno fabuloso
“La naturaleza es lo más increíble de Ubatuba y el primer factor de bienestar para cualquiera. Tanto quisimos integrar esta caja vidriada en el paisaje que hicimos los techos con la inclinación mínima e indispensable”.
“Hicimos el ofurô japonés en madera, con una claraboya arriba para ver las estrellas. Esa circularidad desvía la atención de tantas rectas, que pueden resultar pesadas”.
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