Visitamos a la diseñadora textil Barbara Bendix Becker y experimentamos de primera mano el clima del auténtico estilo nórdico, que empieza por elegir bien lo que se tiene y usarlo todos los días.
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Abuelos pintores, papá anticuario, marido director de la firma de muebles Fritz Hansen (con licencia para reproducir cientos de clásicos modernos daneses), Barbara Bendix Becker estuvo desde siempre rodeada de personas con un desarrollado sentido estético. A su vez, ella estudió diseño textil en Copenhague y en Roma, trabajó en Ikea, y desde hace casi treinta años se dedica a la consultoría de diseño y a su propia línea de cerámica de autor. Pero todo eso no basta para explicar su visión, y agrega a su país como factor de influencia.
"En Dinamarca, cada aula de escuela tiene una lámpara modernista y sillas ‘7′ de Jacobsen. Sin saberlo, uno está expuesto al buen diseño desde muy joven, y lo siente como algo natural."
Barbara Bendix Becker, diseñadora textil y dueña de casa
“Lo funcional es, finalmente, lo que da el marco para una buena vida: tener buena luz a la hora del té o un espacio cómodo para estar con mis hijas mientras hacen los deberes”.
Legado de diseño
“A los extranjeros les sorprende que los jóvenes daneses sigan invirtiendo marcas ‘antiguas’ como Jensen, Royal Copenhagen, o la misma Fritz Hansen. Personalmente, creo que hay objetos que, como un buen reloj, se pasan a la siguiente generación, o bien siguen siendo de interés para coleccionarlos hoy en día, porque tienen idéntica calidad. Pero, en cualquier caso, el secreto está en no tener miedo de usarlos. ¿Ves la marca en el cuero de ese sillón? Es del largo –y húmedo– pelo de mi hija adolescente, un día en que nos sentamos a discutir acá. No deja de ser una señal de vida. ¡Y hasta un lindo recuerdo!”
“Mi elemento favorito es esta escalera de Cecilie Manz. Uno de los peldaños tiene mayor ancho y una leve concavidad que lo convierten en asiento”.
Le preguntamos por las porcelanas rosadas que se ven en la biblioteca y en varias partes de la casa. “Las heredé de mi padre, que era anticuarista. Coleccionaba de todo, y estaba obsesionado con estas porcelanas inglesas: nos dejó a mi hermano y a mí un juego de 50 tazas a cada uno… ¡por si hacíamos una gran reunión! Nunca hice un té de esa magnitud, pero las uso todos los días. Pensé en él cuando en mi estudio hicimos esas vasijas negras tan especiales. De hecho, son urnas. Mi padre era fanático de la estética; se pasó la vida hablando de cómo esto combinaba con aquello, o tenía cierto atributo o tal defecto. Entonces, cuando murió, quise homenajearlo con una urna digna y bella donde poner sus cenizas”.
Los mil tonos del blanco
- “En Dinamarca somos muy estrictos con el color, ¡por necesidad! Lo que ocurre es que tenemos una luz dura, azul, que se lleva mal con los colores primarios… pero nos permite ver los mil tonos del blanco.
- “Sobre cualquiera de esos blancos, solemos usar colores secundarios, terciarios y pasteles. Por ejemplo, hice tapizar el silloncito ‘Swan’ del living en rosado, un color que no estaba en el catálogo de ese clásico moderno”.
- “Por todo lo anterior, las paredes de colores son muy poco comunes acá”.
- “En espacios claros, poner una silla de color es un acento genial que acompaña bien los nuevos materiales de construcción”.
- “Me interesa más la sensualidad de las texturas que el color: enriquece, hace que el ojo siga trabajando. Si viviera en otro lugar sería distinto, lo sé”.
“Tenemos algo en común con los japoneses: es un romance mutuo. Coincidimos el valor dado a los materiales, la funcionalidad y la poca ornamentación”
Rincón de lectura
“A este rincón lo llamo ‘la biblioteca del momento’. Acá se agrupa lo que nos interesa particularmente estos días: por ejemplo, libros sobre un destino al que estemos planeando viajar”.
Un comedor flexible
Barbara se ríe de nuestra preocupación ante los pisos de madera, sobre todo en la cocina: “Es un material sumamente noble. Estos pisos se lavan dos veces por semana con agua y jabón en escamas. Cada cinco lavados, agregamos pigmento a la mezcla para mantener el blanco. Yo, personalmente, espero ansiosa las primeras marcas”, nos contaba.
Fuera de la clásica lámpara ‘Artichoke’, los elementos del comedor son diseño de Poul Kjærholm: las sillas ‘PK8′ de tres patas (Fritz Hansen) y la mesa con centro de mármol de Groenlandia a la que se le pueden agregar seis “hojas” de arce mediante un simple sistema de bandas elásticas para acomodar a 8 o a 14 personas. “Ahora está así, grande, porque el fin de semana pasado fue mi cumpleaños”, nos contaba. Esta casa no cambió demasiado desde que la visitamos. Sigue funcionando: esa es la gran lección.
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