Una pareja compró un departamento en Núñez y, durante la etapa de obra, convocó a una diseñadora especializada en color para juntos darle su impronta.
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Cuando Marina Christe recibió el llamado de una chef por una consultoría no se sorprendió demasiado. Siendo ella CMF Designer (diseñadora especializada en color, materiales y acabados) los locales gastronómicos y tiendas están entre sus clientes más frecuentes. Sin embargo, esta vez el pedido era distinto: hace un tiempo que la pareja había comprado dos departamentos en obra en Núñez que querían modificarlos para lograr un gran dúplex, y querían a Marina liderando la tarea.
"Lo primero que teníamos que resolver eran cuestiones de la planta: qué íbamos a hacer con la cocina o ambientes que sobraban en el piso de los cuartos, cómo iba a ser la escalera que comunicara los dos, qué distribución iba a tener la planta destinada al espacio social."
Marina Christe, Interiorista y CMF Designer
Todavía quedaba un año de obra, pero ya era tiempo de tomar decisiones en cuestiones estructurales. ¿Por qué llamarla a ella y no recurrir directamente a un arquitecto? Ambos conocían su trabajo como interiorista y su acercamiento al color y buscaban que su casa tuviera esa impronta que tanto los atraía. Decididos a explorar ese aspecto, pero sabiendo que había que resolver primero cuestiones funcionales, se pusieron en manos de la diseñadora.
Casa a medida
Para afrontar las cuestiones más estructurales, Marina convocó a la arquitecta Azul Gawianski y empezó un trabajo junto a la pareja. “Ella es pastelera y él trabaja con ella en el rubro, con lo cual para ellos era muy importante tener una cocina integrada que les permitiera cocinar con amigos”, explica Marina. El gran desafío de la planta abierta estaba en el otro pedido que habían hecho en relación al color: había que lograr tres ambientes, cada uno con su identidad, que funcionaran en conjunto.
“Hubo unas veinte pruebas de color antes de llegar al celeste de la cocina. La gran dificultad no pasaba solamente por cómo se relacionaba con los otros ambientes sino por lograr un color que resultara impactante sin dejar de ser acogedor”.
La respuesta al dilema entre el pedido de colores vibrantes de los dueños de casa y la búsqueda de un espacio equilibrado que tuviera personalidad sin dejar de ser cálido y elegante llegó de la mano del celeste, que se combinó con tonos salmón en el comedor y gris en el living.
“Me encontré ante la disyuntiva de mi vida: era la primera vez que me tocaba ‘bajar’ a un cliente en vez de empujarlo”.
Elegante y contemporáneo
La pared del living comedor se revistió con un mueble de madera que, además de emprolijar detalles constructivos, resolvió cuestiones prácticas. El nicho en el comedor ofrece la excusa perfecta para sumar un detalle de color que además acentúa la altura.
“Lograr que aceptaran un gris en el living fue difícil. Yo sentía que era el color ideal para acompañar el celeste y el durazno”, cuenta Marina. La biblioteca se hizo en acero esmerilado y se acompañó con un sillón de módulos curvos.
Espacios vibrantes
Siguiendo el deseo de los dueños de casa, los colores vibrantes se reservaron para los baños y habitaciones. En el segundo baño, se pensó en una aplicación que podría funcionar incluso como un baño infantil llegado el momento, con guardas en azulejos celestes, amarillos, rosas y colorados.
“Creo que la tendencia al no-color nos va volviendo iguales. Quien se anima al color está eligiendo y buscando una identidad, aunque sepa que no siempre va a agradar”.
Siguiendo la línea de la apuesta más fuerte, la suite principal tiene como protagonista al baño, íntegramente amarillo. Azulejos, pintura y terrazos logran un monocromo potente que solo se saltea en la grifería y artefactos blancos. En el dormitorio, el detalle del cubrecamas logra una continuidad. Los detalles en lila suman calidez al ambiente.
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