Atractivos por su sensación de casa, la altura de sus ambientes y sus grandes terrazas en plena ciudad, los viejos PH plantean siempre la necesidad de adaptarlos para llevar el baño y la cocina a cubierto.
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El PH es una tipología presente y querida en Buenos Aires. Ya su nombre da la sensación de poder vivir con aire en medio de la ciudad. Lo cierto es que tener que salir para ir al baño o a la cocina a esta altura del partido es impracticable, y siempre se impone reformarlos. Una gran tentación es techar su patio, pero no es una buena solución: saca, justamente, ese aire y esa luz por los que atraen. Miren esta reforma, en la que solo se avanzó (respetuosamente) sobre un extremo, sin arruinar su espíritu original.
El patio, el gran atractivo
Al llegar al patio de un PH clásico como este, siempre se daba la misma situación:
- Una escalera debajo de la cual estaba la pileta de lavar. Subiendo se llega a una terraza de las mismas dimensiones de la contrucción, previa parada en un cuarto chiquito. Ninguno tenía baño. Hoy se los suele instalar para acompañar un dormitorio extra o un estudio, como hizo el dueño de casa.
- Contra la pared de fondo, el baño y la cocina, a los que se accedía saliendo de la casa (incomodidad con la que ningún nuevo dueño quiere convivir hoy).
- Dos puertas de doble hoja comunicaban sendos ambientes al exterior. En estos tiempos, esos dos ambientes, por altos que sean, no dan verdadera funcionalidad ni al espacio social (que queda apretado) ni al dormitorio, que tiene poca intimidad.
- En línea con otras unidades, estos patios se sienten expuestos a la mirada desde los cuartitos en altura del vecino, y es una preocupación lograr intimidad visual y auditiva. Antes que elevar los muros y ahogar el patio, es mejor una solución liviana que deje pasar el aire, como un treillage.
- Hay que pensar la iluminación. Poner dos farolitos de estilo antiguo es desperdiciar un espacio que invita a mil situaciones agradables.
Miremos el plano de la reforma
Qué se hizo
- Lo que era una cocina mínima y un baño chico separados y desconentados de la casa se convirtió en un baño grande, cerrado al patio por una ventana de demolición y con comunicación interna al dormitorio.
- Se corrió la división entre los dos ambientes originales para reacomodar la cocina en medio del dormitorio (cerrado) y el living, del que se separó mediante una biblioteca.
- Se avanzó sobre un extremo de patio para darle lugar al comedor y un toilette.
- Las puertas tradicionales se cambiaron por aberturas corredizas.
- Se conquistó la terraza, que hoy tiene hasta una pileta.
Poner ventanas corredizas
No fue fácil desprenderse de las puertas antiguas, pero se prefirió ese aire antes que tocar el patio. Hoy, tres ventanas corredizas aseguran ventilación cruzada, mucha luz y comunicación constante con el exterior en todos los ambientes.
Los pisos se pudieron conservar. Se reemplazaron las tablas faltantes atendiendo más a la medida que al tipo de madera, ya que se pintó de blanco para iluminarlo todo.
Una cocina de uso intensivo
Como en una buena receta, todo se equilibra: los pisos de madera, las mesadas y alzadas de acero inoxidable, el arte, la mesa de campo en el centro. Cálida y cómoda cocina.
Un dormitorio especial
El cuarto está definido por dos elementos: la cama con dosel, que crea un contexto proporcional a la altura de los techos, y la obra de Sofía Wiñazki, un onírico ventanal al bosque.
Un espectáculo inesperado
“Cuando llegan acá, todos estallan. Desde abajo, no hay manera de imaginar el jardín exuberante escondido en el techo”, nos contaba el dueño de casa. Porque escalera sube, se detiene en su estudio y desemboca en una terraza verde alucinante.
Para cubrir el cemento de vegetación se trabajó sobre cada centímetro vertical: muros, medianera y hasta las alzadas de los peldaños. Fresco.
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