Prueba de que los límites resultan un estímulo para la imaginación, el interiorista croata Paulo Valcic radicado en Barcelona logró concentrar todo su estilo en pocos metros.
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Su Croacia natal lo llevó a desarrollar una capacidad única para mezclar estilos. En la entonces ex Yugoslavia, el interiorista Paulo Valcic se fascinaba cuando, siendo aún un chico, paseaba por los mercados de pulgas cargados de objetos con historia. Por eso, en cuanto se mudó a Barcelona en 2018, comenzó a buscar un departamento de época para mudarse junto con su pareja. Querían algo especial y, en muy poco tiempo, lo encontraron en la segunda planta de un edificio residencial del barrio de Eixample, a pocas cuadras de la Sagrada Familia.
No bien cerró la compra, puso manos a la obra para remodelarlo con su impronta y, a su vez, rescatar los detalles tan característicos de las construcciones barcelonesas de principios de siglo pasado. Sabía que el trabajo no sería fácil, ya que tenía que pensar muy bien cada espacio para convertirlo no solamente en su hogar, sino también en un reflejo de su trabajo. “Quise jugar con los colores, las texturas y mezclar piezas de distintas épocas. Porque esa es mi esencia”.
“Diseñé el sofá y lo tapicé en pana verde porque me gusta cómo combina con el gris. A la idea de los cuadros “encadenados” la tomé del club Soho House de Barcelona. Quedan bien sobre los ladrillos, que pinté de blanco iluminar este living cerrado”.
El departamento tiene la disposición alargada típica de los pisos de los años 20 del barrio de Eixample. “Como adoro los colores oscuros, pinté la mayor parte con esmalte gris antracita. Para matizar, apliqué microcemento en gris claro sobre el piso de calcáreos irrecuperable”, dice Paulo.
Para romper la impresión de pasillo largo y angosto, Paulo abrió la pared del hall de entrada y la reemplazó por una de vidrio repartido que separa el escritorio del resto de la casa.
Cocina panorámica
La barra de la cocina está diseñada como una península y cuenta con dos banquetas de diseño industrial de la firma sueca Dunke Design. Pintada de oscuro, la nueva moldura revive lo clásico a pesar de estar mimetizada con la pared.
Como el departamento no tiene balcón, el comedor se ubicó junto a una bay window que Paulo diseñó para brindarle luz y profundidad al ambiente.
La cocina, proyectada por Paulo, combina bajomesada y mueble que oculta la campana en madera oscura, mesada de mármol natural y alzada de mosaicos hexagonales. El toque original lo aporta el listel que separa estas últimas para facilitar su limpieza.
“Cuando me di cuenta de que no tenía espacio para empotrar la heladera, compré este icónico modelo de los años 50. Quería algo lindo, ya que estaría a la vista”
Como de hotel
“Quería lograr un cuarto como de hotel”, confiesa divertido Paulo. Él mismo diseñó el respaldo de cama, que fue fabricado y tapizado en lino en el taller de Miki Beumala.
“Aunque mi estilo ha evolucionado un poco desde que me mudé a Palma de Mallorca, debo admitir que este piso ha sido una de mis mayores satisfacciones como interiorista. Siempre que lo visito, no puedo evitar emocionarme”
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