Las arquitectas de Atelier Brüx escucharon las necesidades de su clienta para concretar un proyecto con la funcionalidad y la sensación de calma como centro.
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En el último piso de su casa de estilo inglés, la propietaria hacía sus clases de meditación y yoga. El altillo cumplía como espacio, pero lo cierto es que podía ser mucho más atractivo y práctico, con espacio de guardado y soluciones funcionales. Ese fue el pedido que recibieron las las arquitectas Guadalupe Sobral y Julia Dalotto, de Atelier Brüx, quienes desarrollaron y ejecutaron un proyecto que aprovechó cada centímetro disponible.
"Realzamos al máximo la estructura original del altillo, y acompañamos la rutina de actividades de la clienta mediante mobiliario diseñado a medida con diferentes módulos y situaciones."
Arqs. Guadalupe Sobral y Julia Dalotto, Atelier Brüx
Crecer hacia adentro
La base existente marcaba la espacialidad: techo a dos aguas con dos ventanas (Velux), vigas y cabios a la vista, acceso desde el centro por una escalera y salida a un pequeño balcón a través de una puerta por la que también ingresa algo de luz natural. Ese fue el punto de partida para un trabajo de carpintería a medida con el que ‘vistieron’ la buhardilla.
Textura y color
El mueble alterna entre superficies lisas –elegidas para los cajones, estantes y asientos– y entablonados, sin tirantes, para los frentes de las puertas más altas. Es de MDF laqueado en off white grisáceo, al que llegaron tras hacer muchas pruebas de color. “Buscábamos un tono claro, para potenciar la luz, pero que al mismo tiempo fuera relajante a la vista”, explican.
“Fue un desafío usar las pendientes como paredes nuevas y adosar el mueble en corte: al ser una casa antigua, nos encontramos con vigas fuera de plomo y niveles diferentes. La carpintería tuvo un trabajo de ajuste súper artesanal”.
Multiespacio en altura
Gracias al nuevo equipamiento interior, la buhardilla hoy permite diferentes programas de ocio: allí, la dueña de casa realiza sus clases de expresión corporal, medita, lee, cuida sus plantas y hasta recibe invitados. El acceso, desde el centro del ambiente y a través de una escalera bastante empinada, quedó tal como estaba, protegido con un cerramiento de chapa negra.
El ambiente tiene en total 40m2, de los cuales la mitad es superficie utilizable y la otra, espacio de guardado. En el punto máximo de la cumbrera, la altura es de 2,60m, mientras que el mueble sube hasta 1,30m. “Trabajamos con la calidad y la perdurabilidad como ejes: nos interesa que dentro de 10 años ese mueble siga siendo funcional y esté en buen estado”.
“La luz cambia mucho según el momento del día. Como soporte, instalamos artefactos de iluminación puntual y también unas bandejas de luz difusa, para prender o apagar según la actividad”.
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