El hogar de Carolina Pell es como laboratorio: en los jardines, investiga especies de plantas; en el interior, experimenta con el color y el mobiliario.
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“Dibujé en una servilleta mi casa ideal, al estilo de la Provence francesa, y fui con ese croquis a buscar un arquitecto. Ezequiel Amado Cattaneo lo interpretó a la perfección”, recuerda la ingeniera agrónoma y paisajista Carolina Pell. “Para el interior, quería algo moderno y neutro, con hormigón visto, que estuviera en sintonía con esa línea sin caer en lo ultra rural ni el típico equipamiento de madera decapada”.
Si en cada rincón aparece el sello distintivo de Carolina, no podían ser menos las dos hectáreas de terreno, donde experimenta con distintas especies de plantas y se perfecciona en el “paisajismo ecosistémico”. Se trata del diseño de jardines adaptados a las características de cada lugar, que requieren poco mantenimiento y donde se generan las condiciones para el desarrollo de una fauna afín.
En casa de herrero, cuchillo de palo: Carolina se mudó hace nueve años pero, hasta hace cuatro, en el parque había solo pasto y cercos. “Pienso las ideas largo tiempo y, después, las ejecuto un día para el otro”.
Sello personal
"Mi familia es oriunda de Francia, y viajábamos cada año a ver a mis primos. Ahí me enamoré de las casas de campo en piedra con ventanas de vidrio repartido, y quise reproducir algo similar."
Carolina Pell, ingeniera agrónoma, paisajista y dueña de casa
Con ventanas de hierro que se pliegan, la galería se abre por completo en verano, o se cierra, en invierno, para encender la chimenea y sumar un segundo living interior a la casa.
“Hace dos años, nos deshicimos de una mesa enorme de madera y la cambiamos por banquetas alrededor de la barra. Así, mi marido y yo podemos sentirnos acompañados por los invitados cuando sale un asado”.
Living-comedor colorido
En esta casa las obras de arte tienen un rol importante. “Mi familia está llena de artistas y diseñadores. Siempre viví en casas cargadas de estética, en las que cuelgo cuadros alegres, de pintores que me enamoran”. Aquí, aparecen piezas únicas de figuras internacionales, como el francés Philippe Bemberg, y de firmas locales, como la de Chloe Henderson.
La dueña de casa armó una biblioteca en la pared comprendida entre las dos puertas ventana, que le parecía desaprovechada. “Me gusta el toque inesperado que da el naranja y cómo se destacan los libros con el fondo gris”, dice.
Carolina continúa explorando con los colores y la decoración. “Lo hago de manera lúdica. Cuando me aburro de un espacio, agarro una lata de pintura y lo renuevo”.
Intencionalmente, los techos de hormigón visto y la luminaria moderna se despegan de la estética exterior.
“No tengo muebles de marca ni de mucha categoría. Mi foco está en ponerle onda a la casa con la pintura, el juego de colores y la mezcla ecléctica de la decoración. La originalidad es mi búsqueda permanente”.
Cocina para recibir
“Uso mucho la cocina y soy una mega anfitriona. Si bien la isla es muy cómoda para trabajar, podría haber dejado más espacio entre el anafe y la bacha en la mesada”.
En continuidad con la barra, una amplia mesa de cocina baja la altura para dar lugar al comedor diario; allí también se extiende el espacio de trabajo.
Confiar en el color
“Me divierte que el acceso de la casa sea sobrio y no revele demasiado. Al abrir la puerta, aparecen los toques coloridos y el eje verde que llega hasta el fondo del jardín”.
Estas aberturas de madera datan del 1900. Estaban en el campo de un conocido de la familia y eran similares a las que había imaginado Carolina y plasmado en su servilleta. Cuando la paisajista supo que iban a ser eliminadas, aprovechó la oportunidad y descartó la idea de fabricarlas en PVC. Hoy tienen la costumbre de pintarlas una vez al año con esmalte sintético brillante y sin aguarrás.
El toilette remite a un típico boudoir francés y está equipado con muchos de los objetos que decoraban el dormitorio de soltera de la dueña de casa.
Un estudio que es una delicia
El estudio de paisajismo tiene doble uso: contra la ventana, el escritorio; seguido, un sillón en L divide el espacio en dos y da lugar al cuarto de TV de los adultos.
Reminiscencias del mar
Aprovechando que los techos son altos, el cuarto de los chicos se equipó con cuchetas, un modo de liberar superficie y dar lugar a un sector de estudio con escritorio. El piso es de Tarquini hecho in situ, igual al de la planta baja, pero en color arena.
Suite principal
“Mi dormitorio es un lugar tranquilo, para descansar, en el que prefiero que primen los grises y neutros, y que el color lo aporte la ropa de cama”.
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