Más allá de las galerías tradicionales, les mostramos sistemas que abren la casa para que en el comedor de todos los días se respire el cambio de estación.
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“Las ventanas del primer piso, donde se ubican la cocina, el comedor y el living, se desplazan totalmente e integran la terraza. De ese modo, no hubo necesidad de duplicar los muebles: si hacés una reunión grande al aire libre, podés usar la mesa de la cocina”, dicen la arquitecta Griselda Balian y su pareja y colega, el arquitecto Javier Bossi (que integra Estudio Damero con Mariano Medina) sobre la obra que hicieron en su casa de Villa Ortúzar.
La casa se abre y se logra el efecto de comer bajo una galería. Por eso, cada vez más se ven ventanales en terrazas reformadas y en los nuevos departamentos, por chicos que sean.
Otro ejemplo de que voluntad de apertura está a la orden del día: la cocina bajo estas líneas. “Había una clara posibilidad de intensificar el vínculo interior-exterior”, dice el arquitecto Esteban Rodríguez, de Oficios Asociados, a cargo del proyecto junto con sus socios, el arquitecto Manuel Nesta y licenciado Santiago Vaca Guzmán.
Oficios Asociados aprovechó la oportunidad de esta reforma para incorporar los objetos metálicos y sistemas constructivos que exploran en su taller, como las ventanas que se abren de múltiples maneras.
Cocinar bajo techo, comer a cielo abierto
Todo pensado al milímetro en la casa de Juan Otero, que se formó en ingeniería, trabaja en diseño de vehículos a medida y es un eterno interesado en las energías renovables. Con él y para él, el Estudio Mas Conceptual proyectó esta casa, en la que el quincho no tiene la ubicación habitual: no está ni lejos de la casa ni es una parrilla en un extremo de la galería.
Para salir del quincho al patio se diseñó una puerta levadiza plegable que protege la abertura y funciona como un techo cuando llueve, además de que no ocupa espacio cuando está abierta.
Cuando lo que cambia es el adentro
“El balcón es uno de los espacios que más disfruto. Allí paso muchas noches de verano y, además, me permite ampliar enormemente el comedor cuando abro sus puertas ventana de par en par”, nos dijo Julieta Doellinger, cuando la visitamos a ella (y a dos de sus vecinos) en un edificio de Ituzaingó proyectado por la arquitecta Diorella Fortunati, de Estudio Morton.
Los deseos, claros
“No quería una galería techada, pero sí un sector para compartir comidas al aire libre. Por ahora instalamos una estructura metálica con un toldo provisorio hasta que las enredaderas formen un techo verde”, nos cuenta la arquitecta Estefanía Di Carlo, dueña de casa y autora de su proyecto.
Ingenio
Miren la solución en esta terraza, parte del departamento del arquitecto Federico Grizzo, de Grizzo Studio. El banco corrido de ladrillo se transforma en cantero en uno de sus extremos. En el otro, amuraron dos mesas de chapa chicas, si la reunión es para pocos, o para usarlas como apoyo de una tabla que funcione como mesa grande, al estilo de caballetes.
El encanto de las pérgolas
“En esta casa con protección patrimonial no estaba permitido ampliar. Pudimos poner la pérgola porque, al no ser una estructura fija, queda dentro de lo que se considera decorativo”, nos decían el arquitecto Diego González Pondal y Fernando Malenchini sobre una obra de restauración en la Toscana en la que tuvieron que sortear todo tipo de limitaciones.
Abajo, una glorieta porteña de forma semicircular tutela el crecimiento de las trepadoras que, ante la falta de canteros, se colocaron en grandes macetones junto a cada varilla de hierro.
Abajo, una opción de corte geométrico y gran solidez estructural en la casa de Natalia González, estilista de interiores y creadora de Belle Tablé. Para acompañar la puesta a punto, al piso, antes color ladrillo, le pusieron membrana poliuretánica ‘Supercapa’ gris (Venier).
Cómodos en torno al fuego
Cuando la visitamos a la arquitecta Verónica Etchegaray en su casa de Salta, una de las cosas que nos llamó la atención fue la altura del fogón. “Está pensado para mi marido, por el tiempo que demandan los guisos salteños, que son su especialidad”. La estructura sobre la que se eleva y los bancos que lo acompañan están hechos artesanalmente con piedras elegidas por su maestro pedrero en el río Vaqueros, las mismas que revisten la pared lateral del quincho.
Esencial, pero con arte
“Mi madre era de encontrar cosas únicas en remates y chatarreros, y se ponía a restaurarlas. Pero, sobre todo, tenía la virtud de armar espacios acogedores en dos segundos”, dice Cala Zavaleta sobre su madre, la artista plástica y diseñadora Alicia Goñi, famosa por su recordada tienda Cat Ballou. “En esta casa se animó a explorar una estética más inspirada en el Sur de Francia, con algo del Mediterráneo también”, asegura su hija, hoy dueña de este rincón del mundo con tanto color y recuerdos.
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