El vivero de la familia Rauscher está en Escobar y es único: fue declarado de interés turístico por la provincia de Buenos Aires.
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Empezó como una colección, casi como un hobby, y llegó mucho más lejos de lo esperado.
Rodolfo Rauscher estudió en el Instituto Argentino de Paisajismo y fue discípulo de su director, Luis Yamada. Por muchos años se dedicó a la producción y venta de plantas en general, al diseño y construcción de cascadas, jardines y al mantenimiento de espacios verdes.
El origen del vivero fue un sueño, un gran proyecto que se concretó con el apoyo incondicional de su familia. Su mujer Susana y sus hijas Mariana y Silvina también estudiaron paisajismo y, junto con Rodolfo, comparten el amor por la naturaleza y el cuidado del ambiente.
Con el nacimiento del Bioparque Temaikèn llegó el primer pedido de cactáceas y allí empezó a crecer la pasión y el deslumbramiento por ellas.
La familia Rauscher decidió viajar a conocer el Cactário Horst, en Brasil, el mayor cactario de América Latina. Al volver, su tradicional invernáculo de plantas de interior se convirtió en el lugar de guarda de los primeros cactus.
Así comenzó la colección de plantas suculentas, como un hobby que más tarde se convertiría en una salida comercial, diferente y novedosa.
El paso siguiente fue visitar ferias, exposiciones y los eventos organizados por el Círculo de Coleccionistas de Cactus y Crasas de la República Argentina.
Se contactaron con coleccionistas para conseguir todas las novedades. “Tomamos cursos con Ingrid Sieburger, gran amiga y maestra, que nos impulsó a seguir con este proyecto. Nos volvimos adictos a estas plantas tan generosas y sorprendentes”, cuentan los Rauscher.
Durante la pandemia, Rodolfo se dedicó a duplicar el espacio del cactario, se ocupó del diseño y colocación de cada especie, de cada piedra.
"Cumplimos cuarenta años de viveristas y aún seguimos con la misma pasión y entusiasmo, porque ver florecer un cactus por primera vez es una fiesta, un renacer."
En 2021, la provincia de Buenos Aires declaró de interés turístico su Parque de Cactus, gracias a la iniciativa de la Secretaría de Turismo del Municipio de Escobar. “Como nadie es profeta en su tierra, muchas personas de la localidad desconocen este paseo, tan apreciado por los visitantes”.
A partir de la primavera, cuando comienzan las floraciones, numerosos grupos de jardinería y amantes de las suculentas visitan el vivero y les brindan un recorrido con charlas informativas, compartiendo también los secretos de su propagación y cuidados.
En la actualidad se dedican al cultivo de estas plantas que obtienen por semilla, por hoja, por gajo y también por división. Cuentan con distintos tipos de agaves, pequeñas suculentas y cactus de colección, y su desafío es seguir incorporando nuevas variedades.
Sus clientes son en general paisajistas y decoradores que encuentran en el vivero cactáceas de gran porte y diversidad, coleccionistas que buscan determinadas especies, como así también personas que se inician con sus primeras suculentas.
Podría decirse que son plantas sumamente fáciles de mantener, soportan períodos de sequía, se adaptan muy bien en interior y en exterior. Esas son algunas de las razones por las que las cultivan y las recomiendan. Pero también por la fascinación que producen en los niños que visitan su cactario. “Es como si supieran que son las plantas del futuro, las que pueden sobrevivir con escasez de agua y de recursos”.
Datos útiles:
Ubicación: Víctor Manuel II 375, Matheu, Escobar
IG: @viverorauscher
LA NACION