Desplastificar sería la acción progresiva de minimizar el uso de plásticos descartables de manera sistémica. El problema no es el material, sino su uso y abuso. Esta empresa social propone trabajar en el principio de la cadena.
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En la Argentina se producen alrededor de 1,7 millones de toneladas de plástico por año, de las cuales el 45% se destina a envases y embalajes, es decir, plástico descartable.
Hay un consumo anual de 42 kilos de plástico per cápita. Pero el reciclaje no evita su descarte final, solo lo demora. Este material está terminando en los lugares más remotos de nuestro planeta.
Se calcula que 11 millones de toneladas de plástico entran en los océanos todos los años. Y vuelve a nosotros como un boomerang, a través de la cadena alimentaria y también por la afectación de estos ecosistemas imprescindibles para la vida en la Tierra.
Dos amigas y un destino
En 2017, Agustina Besada vivía y trabajaba en Nueva York, en un centro de reciclaje. En Tigre, su amiga Rocío González tenía un emprendimiento para recuperar y reciclar descartes industriales. En 2018 Agustina decidió volver a la Argentina en velero y con su pareja tomaron muestras de plásticos y entrevistaron a expertos en diferentes partes del mundo.
Hoy son socias. Crearon una empresa con un propósito social a la que llamaron Unplastify. Su objetivo es claro: acelerar procesos sistémicos para evitar o reducir el uso de plásticos descartables.
“El reciclaje es en realidad muy complejo, muy costoso y muchas veces no funciona. El plástico termina además escapando de los sistemas de gestión. Entonces decidimos atacar el problema de raíz: evitar la generación de residuos”, cuentan las fundadoras.
Ofrecen sus servicios a través de programas educativos, programas para empresas y con los gobiernos.
"Nuestro enfoque tiene que ver con reducir el uso de plástico, de minimizarlo mediante diferentes estrategias, eliminarlo o reemplazarlo. Promovemos el cambio sistémico, no el cambio individual"
Por ejemplo, tienen programas para que los jóvenes implementen estrategias para desplastificar sus escuelas. En las empresas miden la huella plástica que les permite diagnosticar el problema y de esta manera identificar los focos de acción.
No trabajan sólo sobre los hábitos, sino también sobre operaciones y normas. Así, acompañan a la empresa en los cambios culturales internos y el rediseño de sus servicios para la “prevención”. El principio de la cadena.
Además, cada mes de julio realizan una campaña a través de sus redes: “Julio sin plástico”. Un programa de 21 días donde acompañan a los participantes en este proceso de desplastificar su vida.
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