El pedido de la dueña de casa fue un lugar exterior para disfrutar. Con esa premisa, arquitectos y paisajistas trabajaron en conjunto para lograr una casa de diseño despojado integrada al campo
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Tomar la idea original del Club Universitario de Buenos Aires donde está emplazado el lote –pensado para que los universitarios salieran de la ciudad al campo, a la naturaleza– fue parte del diseño.
Las vistas al horizonte, al atardecer y la arboleda antigua fueron clave en el proyecto desde un principio
Por segunda vez consecutiva, se volvió a unir este equipo de arquitectura y paisajismo que ya había trabajado antes en pleno centro de Buenos Aires, junto con la misma clienta. La paisajista pudo visitar el lote cuando todavía la casa no se había empezado a construir.
En un principio se le pidió al arquitecto conservar un fresno retorcido existente para que coincidiera, como pudiera y donde cayera, con el diseño del patio de la casa, pero no se pudo lograr. El objetivo de dejarlo, además de su conservación, era reflejar la contraposición de la nueva construcción y un añoso integrante del jardín.
Se sacaron algunos Cupressus lambertiana que obstruían la vista al horizonte y decenas de ligustros que habían invadido el terreno.
Se proyectó una casa transparente hacia el campo y el atardecer y cerrada hacia el frente como una caja, lo que “pedía” una sencilla pastura de gramíneas que entrara desde afuera. Como si la casa se hubiese apoyado sobre un paisajismo existente.
El desafío fue unir las líneas rectas y certeras del despojado diseño arquitectónico con el paisaje a través del diseño suelto y disfrutable por sus habitantes, lleno de plantas y reflejos de sol
Valeria Hermida convocó a Teresa Zuberbuhler a sumarse y trabajar también junto con la dueña de casa, quien pidió un lugar exterior para su propio disfrute.
Acertadamente, el arquitecto decidió no llenar de muebles la galería –que siempre suele estar cerca del living– y evitar la redundancia de equipamiento.
El vacío de la galería da respiro en la transición al jardín, e invita a salir a buscar un lugar afuera donde sentarse, más allá de la casa o sus bordes.
A través de una geometría simple y curva hacia el campo, que fluye por todos los espacios exteriores, se buscó que las plantas atravesaran la casa desde el frente hacia el fondo, fondo que todavía tiene vista al horizonte.
También se incluyó la pileta y su camastro, el cual a su vez oculta las máquinas, y se envolvió con gramíneas y herbáceas, nativas y exóticas.
Se eligió un jacarandá para el patio central, nativo y apto para el suelo arcilloso del lugar. Y su copa se disfruta a través de los ventanales de la planta alta también. Un pedido del arquitecto fue que, tanto en el patio como en el frente, la cantidad de especies de los canteros se restringiera a un silencioso monocultivo, para no distraerse.
Las plantas llegan desde la vereda (gramíneas y Carex), hacen una escala de Liriope muscari que caminan por el patio hasta la base del jacarandá, y después siguen los jazmines (Trachelospermum jasminoides) rastreros que alfombran el patio lateral de la huerta.
Y luego la alfombra verde se transforma, toma altura y movimiento a medida que avanza hacia el jardín suavizando aristas, hasta perderse en el fondo del terreno y abrirse en un caminito curvo para volver a la casa.
En cuanto al jardín, se tomó un gran fresno viejo como pivote entre la plantación más cercana a la construcción, con semisombra, y la más alejada, a pleno sol de un lado y bajo la sombra de robles vecinos del otro.
Los dueños agregaron una casita en el árbol para sus hijos. Desde el fresno hasta la galería y la parrilla, un cantero de herbáceas, gramíneas y bulbos de junquillos. Bajo el fresno y bajo la suave sombra de los robles vecinos se hizo una gran plantación de Acanthus mollis, Iris louisiana, Liriope, Carex y jazmines, que envuelve ese living al aire libre con la mejor vista y una sensación silvestre. Se diseñó a medida el sofá en L y una mesa baja, y los dueños agregaron un brasero.
Una wisteria joven empieza a trepar ya por la pérgola cementicia de la galería. El Cestrum nocturnum está escondido, para dar perfume. El limonero de la huerta ya dio sus primeros frutos y hay lemon grass y salvias entre el piso de piedra binder, que se ven desde la cocina.
Los jazmines chilenos trepan por la casita del ténder. Los existentes cercos del vecino –de calistemon, ligustrina y wisteria– se aprovecharon, se podaron y solo se plantaron Olea texanum donde no había cerco cerrado, ampliando así un metro el espacio de la huerta y aprovechando esa sensación que solo da el paso del tiempo.
Síntesis del jardín
- ESTILO: Diseño de líneas mínimas con acento en la plantación naturalista, sucesión de estaciones y de especies.
- LO MÁS DIFÍCIL: El terreno estaba más bajo que el campo de golf lindero.
- UN LUJO: La clienta emprendedora, el arquitecto y todo el equipo.
- UNA SORPRESA: Aparecieron enseguida Baccharis y Senecio bonariensis que confirmaron que la plantación era amiga de ellos.
CONTACTO: www.valeriahermida.com
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