El Paraje La Armonía es la primera entrada del Parque Nacional El Impenetrable. Una propuesta entre asociaciones y familias recupera lo mejor del paisaje y revaloriza el legado cultural y nativo.
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No en vano le dicen el Impenetrable. Son casi 60 kms desde el pueblo más cercano, a través de un camino en en época seca implica empantanarse en profundos pozones de talco suelto y, en época de lluvia, coletear de un lado al otro dejando huellas hundidas. Ni que hablar de las pinchaduras, muy frecuentes, dado las dañinas espinas de vinal, que alcanzan los 20cm. Pero claro, como todo camino difícil, al final tiene su recompensa.
Fue alrededor del 2012 que surgió el proyecto participativo de creación del Parque Nacional Impenetrable. un Cynthia Taylor es la directora de la obra paisajística del paraje La Armonía -en ese entonces única puerta de acceso al parque-. “En ese entonces yo iba de apoyo con la Fundacion Rewilding Argentina (entonces Conservation Land Trust), palpando y siendo testigo por que se lo llama Impenetrable: su monte seco, cerrado y espinoso y ¡la falta de agua! Pero este rincón del Chaco es muy especial porque alberga una riqueza florística espectacular y arboles emblemáticos” detalla Cynthia, diseñadora de parques nacida y criada en Corrientes, que ahora vive en Concordia.
Cinco años después llegaron fondos manejados a través de la fundación Banco de Bosques, para enriquecer el paisaje del Impenetrable y mantener una identidad que pueda ser replicable en demás obras de los otros parajes alrededor del parque nacional. “En algunos casos se estaban desvirtuando las típicas viviendas con los plásticos modernos”, relata Cynthia. “Durante 6 años nos juntábamos en un rincón que se forma justo antes de cruzar el puente el Río Bermejito, bajo las sombras de carandás y algarrobos. Pobladores, ONGs, políticos, funcionarios y amigos unidos con el mismo propósito hasta definirse como Parque Nacional”, recuerda.
La Armonía
El Paraje La Armonía se encuentra en la primera entrada que se abrió del PN Impenetrable, donde viven unas quince familias, dispersas en un radio de unos 15kms. Ellos apostaron quedarse para acompañar al flamante parque y vivir del turismo de naturaleza. Como todo paraje, tiene una iglesia (actualmente cerrada) una salita de primeros auxilios y una escuelita donde la maestra rural oficia de múltiples profesiones.
“Antes de la creación del Parque Nacional Impenetrable, algunas familias solo tenían una pantallita solar y la poca agua potable era recolectada de los escasos 600 mm que llueve al año, repartiéndola entre animales y uso doméstico”, retoma Cynthia. “El río Bermejito, costeando el paraje, es un gran oasis, aunque gran parte del año es solo barro.”
Diseño paisajístico
El paisajismo del proyecto fue más bien una intervención. Se tomó en cuenta el diseño de calles para el paraje, el predio de la escuela, áreas de circulación y predios particulares del Impenetrable. Se simplificaron accesos y se restauraron áreas peladas y erosionadas destinadas a la circulación. “Se planteó un acompañamiento de las calles con árboles de copa que florecen en diferentes épocas del año y aseguran la atracción de polinizadores y aves de la zona”, precisa Cynthia.
Es sabido: la zona del Chaco semiárido es de un clima desafiante, de calores que superan los 45 grados, con inviernos de -6, gran amplitud térmica, épocas de vientos fuertes que nublan el cielo de polvo y por todo esto las especies dominantes son espinosas, de hojas coriáceas, reducidas o ausentes. A toda esta generosa vegetación del Impenetrable la acompañan infinidad de animales de todo tamaño, tipo y color, con cantos ensordecedores de madrugada, huellas y rastros por doquier.
Flora nativa
Entre los árboles del Impenetrable se cuentan el quebracho colorado santiagueño (Schinopsis lorentzii), quebracho blanco (Aspidosperma quebracho-blanco), algarrobos (Prosopis alba y P. nigra ), Caranda (Prosopis kuntzei), Yuchan (Ceiba insignis), Mistol (Ziziphus mistol), Vinal (Prosopis ruscifolia), chañar (Geoffroea decorticans), Caspi zapallo (Pisonia zapallo), Guayacan (Caesalpinia paraguariensis) y el especialísimo y simbólico Palo Santo (Bulnesia Sarmientoi), endémico de la zona. También se suman el Quimil (Opuntia quimilo), Ucle (Cereus forbesii), Palma (Trithrinax campestris y Copernicia alba), distintos caraguata (Bromelia balansae, Achmea distinchantha), además de cientos de herbáceas, trepaoras y epifitas.
“La vegetación del Imepentrable se distribuye en una multitud de ambientes: montes altos, bosques ribereños, palmares, bañados, lagunas, pajonales, esteros, madrejones e incluso uno de los últimos humedales de la región”, retoma Cynthia. Para acompañar a la vegetación existente y tener más diversidad de especies se transplantaron, de tamaño chico y mediano: yuchan (Ceiba insignis), algarrobo (Prosopis alba), timbo blanco (Albizia inundata), palo coca (Pterogyne nitens ), chaguar (Bromelia serra), palo verde (Capparis speciosa) y sacha membrillo (Capparicordis tweediana).
Fauna protegida
El Impenetrable y su monte cobijan una gran diversidad de grandes mamíferos. Al demarcar las áreas a intervenir, se priorizó respetar los nidos, cuevas o rastros de animales. “Cada especie implantada es pensada en la función que trae para los animales, sirviendo de refugio y comida, y además para el uso del hombre, en cuanto a necesidades de sombra, colores, perfumes”, explica la paisajista. Y sobre las especies, precisa: “Son monumentos naturales de la provincia y en peligro de extinción, como el oso hormiguero, tapire, chacho quilimero, tatú carreta y el escaso e ilustre yaguareté. Además de cientos de especies de aves destacadas como jote real, charata, carpintero negro, loro hablador, matico, además insectos, anfibios y reptiles”.
“La vegetación del Imepentrable se distribuye en una multitud de ambientes: montes altos, bosques ribereños, palmares, bañados, lagunas, pajonales, esteros, madrejones e incluso uno de los últimos humedales de la región”, cuenta Cynthia.
Oda a la naturaleza
Caminar y recorrer el Impenetrable junto con los lugareños es un aprendizaje sobre el modo en que utilizan las plantas. Por ejemplo, cómo cortan el chaguar (Bromelia serra) y lo procesan para hacer las yikas, los típicos bolsos marrones y beige tejidos. O la cosecha de la doca (Morrenia odorata) para dulces, y las cortezas y raíces para teñir. O los yuyos medicinales. O cómo cortan las hojas de palma para hacer cestería, la colecta de tuna y mistol, chauchas de algarroba para hacer harina, la sazonada del charque, curtida de cueros, recolección de miel salvaje... Cynthia reflexiona: “Cada paso que das en esos montes son parte de su cultura y sus necesidades. Cada entorno estaría incompleto si no estuviese su gente, que a la vez hacen un uso sustentable de todos estos recursos”.
En la escuela se planifico un lugar para hacer la huerta, donde trabajaran maestra, niños y padres, con beneficios de sus cultivos para la escuela y familias. Se hizo un alambrado para evitar el ingreso de animales, donde colaboraron las familias con aportes de los postes. Un técnico agropecuario del paraje más cercano también colaboro en el armado y asistencia periódicamente.
Para las plantaciones en área de la escuelita nos donaron arbolitos jóvenes, gestionado por la maestra y fueron plantados con la ayuda del personal del Parque Nacional El Impenetrable. El Instituto de investigaciones forestales aporto con tutores para asegurar a nuestros arbolitos nuevos de Lapachos rosados (Handroanthus impetiginosus), algarrobo (Prosopis alba), timbo blanco (Albizia inundata).
A futuro, luego de las intervenciones en La Armonía, se acompaña y mantiene la proyección, que refuerza la identidad y unidad de la zona del Impenetrable. Los turistas experimentan la naturaleza mientras los locales ofrecen servicios como alojamiento, almuerzos, pic nics, guías de caminatas, cabalgatas y kayak. Hoy, las construcciones que se suman van manteniendo la estética de un proyecto sostenible, concurrido por viajeros de todo el mundo.