Con un buen diseño paisajístico se logró generar más profundidad gracias al verdor de las plantas seleccionadas que dialogan con el agua.
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Cuando uno ingresa desde la calle, lo hace a través de un pasillo de jazmines de leche y lo primero que ve al atravesar el paño de vidrio en doble altura es el estanque y a continuación el comienzo de la pileta.
Como es un jardín chico, la meta fue generar una vista propia. Para eso el agua va rodeando la casa y duplica el follaje circundante; además genera una sensación de “flotar en agua” cuando se sube por la escalera que conduce al primer piso.
Al entrar en la casa, los distintos planos verdes –las tiras de boinas de vasco y cañas por detrás– generan mayor profundidad en diálogo con el agua.
El quincho emplazado a un costado está conectado a través del deck de lapacho, pero separado de la casa.
El fogonero está ubicado debajo de un palo borracho de más de 30 metros de altura y rodeado de boinas de vasco y cañas, para concederle intimidad.
Casi todo el jardín recibe sombra filtrada de los dos añosos palos borrachos que se erigen.
Por último, el estanque se diseñó elevado del nivel del deck y el palo de agua de la pileta queda a nivel del solado.
Proyecto de arquitectura: Arq. Ximena Fontán Balestra Arquitectura & Decoración
Paisajismo: Alejandra de Dominicis
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